Tamales: los reyes de la mesa de los angelinos

A pesar de la crisis, las familias no pierden la tradición de festejar el Día de la Candelaria

Juan Manuel Santoyo, propietario de Tamales Liliana’s, muestró todo el producto para la venta de ayer martes. / foto: Jorge Luis Macías.

Juan Manuel Santoyo, propietario de Tamales Liliana’s, muestró todo el producto para la venta de ayer martes. / foto: Jorge Luis Macías.  Crédito: Impremedia

“Ni modo, tengo que cumplirle a mis hijos con los tamales”, dijo Lorena García, una mujer mexicana que acudió este martes a comprar el encargo a Tamales Lilianas, un negocio ubicado en el Este de Los Angeles, para poder celebrar el tradicional Día de la Candelaria.

Recordó que el pasado 6 de enero, en la rebanada que le tocó al partir la Rosca de Reyes, le apareció el famoso “muñequito” o “niño Dios”.

Para los mexicanos residentes en Estados Unidos, el Día de la Candelaria es esperado con ansias porque se preparan para degustar ricos tamales de queso con rajas de chile, de pollo, de carne, de res en salsa roja o verde, o de dulce, y que van acompañados de atole, champurrado o chocolate.

“Solo compré tres docenas de tamales, pero en casa yo prepararé el champurrado…me sale más barato”, indicó.

La costumbre de celebrar ese día, cada 2 de febrero, de acuerdo con el calendario católico se refiere a un pasaje bíblico que hace referencia a la presentación del Niño Dios ante el Templo de Jerusalén y a la purificación de María, esto según el cumplimiento de las predicciones del Antiguo Testamento.

“Los compadres que sacaron el Niño Dios en la Rosca de Reyes son los que deben comprar los tamales”, dijo Victoria Vega, una mexicana de 90 años, que junto a su esposo e hija también visitó Tamales Lilianas, localizado en el 4629 E. de la avenida Cesar E Chávez Ave.

El zacatecano agradeció la fidelidad de sus clientes.

“Venimos desde Pasadena cada vez que podemos; los tamales están riquísimos aquí”, dijo José Maya, oriundo de La Piedad, Michoacán, al igual que su esposa Victoria. “A mi hijo José Jr., le tocó el niño Dios, y él debería haber sido quien comprara los tamales”, dijo entre risas.

El festejo entre los latinos tiene su origen en Tenerife, España, donde se honra a la Virgen María de La Candelaria, quien se derivó del candelero o candela, en referencia a la luz santa que guía al buen camino.

El 2 de febrero, según la tradición marca también los 40 días que han pasado después de la Navidad o nacimiento del Niño Dios, a quien los Reyes Magos le llevaron regalos de oro, incienso y mirra el 6 de enero, cuando fueron a adorarle.

Bendición y suerte

“Muchos se tragan el muñequito pensando que es de mala suerte cuando parten la Rosca de Reyes, pero en realidad es una bendición porque el niño Dios los acompañara todo el año”, comentó Raúl Ramos, propietario de La Indiana Tamales.

A ese negocio acudieron a realizar sus compras de tamales Ángel Ramírez, inmigrante de Guadalajara, Jalisco, y su amigo, Tony Ramírez, de Chihuahua.

“Es de buena suerte que te toque el “monito”, dijo Ángel, residente de West Covina. “Yo voy a compartir los tamales con mis compañeros de trabajo en un deshuesadero de pollos”.

“¡A mí me tocó el niño Dios! ¡Lo bueno es que aquí ya venden hechos los tamales!”, exclamó Tony.

En el interior del negocio, ubicado en el 1142 S. Indiana St. de Los Angeles, la hondureña Dionisia Flores, nacida en El Progreso Yoro no se daba abasto para rellenar centenares de hojas de tamal con pollo.

“Me gusta mi trabajo; tengo 25 años haciendo tamales”, dijo la mujer a La Opinión.

Los clientes llevándose sus pedidos este martes.

La celebración del Día de la Candelaria, además, tiene origen prehispánico y católico, puesto que los habitantes del México indígena llevaban mazorcas [maíz] a la iglesia para que fueran bendecidas, luego las sembraban y cumplían con el ciclo agrícola.

Dicho ritual lo hacían el 2 de febrero que, conforme al calendario azteca era el primer día del año y lo celebraban en honor a Tláloc, dios de la lluvia, a Chalchiuhtlicue, considerada la diosa del amor y deidad que representaba a los mares, ríos y lagos, así como a Quetzalcóatl, dios de la vida, la luz, la fertilidad, la civilización y el conocimiento.

En la fusión de la cultura española e indígena se hizo coincidir el 2 de febrero con el día en que se presentó al Niño Jesús ante el Templo de Jerusalén.

Y, comer tamales obedece a que eran parte de las ofrendas que los indígenas hacían a sus dioses, un alimento derivado del maíz.

‘Hemos sobrevivido a esta pandemia’

Juan Manuel Santoyo, de Zacatecas, propietario de Tamales Lilianas; y Raúl Ramos, hijo de padres mexicanos nacido en Los Ángeles, dueño de La Indiana Tamales, aseguran que sus negocios no se han ido a la quiebra durante la pandemia gracias a la fidelidad de sus clientes.

“Aunque las ventas cayeron al 50% el año pasado, [también] hemos sobrevivido gracias a la calidad de nuestros tamales, a las recetas originales que tenemos y a la atención que damosa nuestros clientes”, indicó Santoyo.

Don Juan Manuel tiene 16 años con su negocio en la avenida César Chávez. Tiene otro local sobre la calle 1st., en el Este de Los Ángeles, y emplea a unas 35 personas.

Raúl Ramos (izq), propietario de La Indiana Tamales revisa la calidad de la masa.

“En abril y mayo de 2020 tuvimos que cerrar, pero aguantamos a la mayoría de los empleados”, dijo.

“Por obra de Dios que con las ventas de septiembre a diciembre; nos recuperamos un poco y solo así pude sostener a mi gente, aunque con menos horas de trabajo”.

Toda vez que ha reabierto Tamales Lilianas, a pesar que el servicio es debajo de una carpa y no en el interior de su establecimiento, la gente ha regresado.

“Afortunadamente tenemos buena sazón para la comida y los tamales”, dijo. “Esa es la razón por la que nos han favorecido para haber sobrevivido a esta pandemia”.

Por su parte, don Raúl Ramos, de 50 años y heredero de La Indiana Tamales —lugar que trabajaron por décadas sus padres Isaac y Luar Ramos, emigrantes de Coahuila—reabrió el negocio justo en el Día de La Candelaria.

“A mí me toco aprender desde abajo y aprendí a hacer tamales”, subrayó Campos.

“Tengo 30 años de experiencia en este negocio y gracias a Dios ahorita somos 10 trabajadores, pero antes de la pandemia éramos 15 o 16”.

Ramos precisó que, gracias a las ventas de cada diciembre, se da el lujo de ahorrar dinero para el futuro.
“Ahora es tiempo de vacas flacas, aunque espero que muy pronto salgamos adelante”, expresó. “Los clientes que tenemos son fieles”.

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