Doctores y activistas sobre las vacunas a los latinos: ‘Nuestro pueblo se está muriendo’

Entregan 100 vacunas para 1,000 pacientes mayores de edad de Clínica Monseñor Romero; hay quejas de discriminación en la aplicación de la vacuna; piden a Xavier Becerra, Bárbara Ferrer e Hilda Solís que respondan sobre la desigualdad en la inoculación.

Solo 50 personas fueron vacunadas en la Clínica Romero la semana pasada.

Solo 50 personas fueron vacunadas en la Clínica Romero la semana pasada.  Crédito: Clínica Romero | Cortesía

A sus 75 años, Miguel Ángel Murcia, un migrante salvadoreño agradece a sus doctores que lo atienden desde hace más de una década en Clínica Monseñor Romero porque le aplicaron la vacuna contra el COVID-19.

“Por varios meses yo les preguntaba que cuándo les llegara la vacuna me avisaran para ponérmela, aunque fuera a las 12:00 de la noche”, dijo Murcia. “Ahora, ya me siento un poco protegido, pero también no voy a quitarme la mascarilla ni acercarme a la gente”.

El inmigrante de la tercera edad dijo sentirse afortunado por haber sido inoculado el fin de semana pasad. Él vive en Hollywood, -un distrito representado en algunas secciones por los concejales Mitch Farrell y Gil Cedillo- donde se localiza Clínica Monseñor Romero.

“Ya me siento un poco más protegido, pero pienso que nos están dejando al último a los latinos (en la vacunación), porque ese es el grupo étnico que toda la vida lo marginan”, declaró a La Opinión.

Miguel Ángel Murcia fue una de las 50 personas que recivieron la vacuna. (Clínica Romero)

Añadió que: “Siempre los hispanos y los morenos somos los últimos, pero cuando se tratar de quitar un trabajo somos los primeros…, siempre hay prioridad para la gente blanca en todo, y aunque dicen que somos iguales, eso es mentira y egoísmo porque ahí siempre está la discriminación”.

Las cifras no mienten: En el condado de Los Ángeles, del total de 17,058 muertes contabilizadas al 7 de febrero, 8,932 correspondieron a latinos fallecidos.  Eso significa el 52.36%, mientras que los decesos de personas blancas eran de 3,937, y le seguían los asiáticos con 2,168 y los negros, con 1,354.

Entre el total de 1,086,664 contagios de COVID-19, los latinos representaban 519,123, es decir, el 47.77% de todos los enfermos, según las estadísticas del Departamento de Salud del condado de Los Ángeles. Los blancos infectados eran 108,149; los negros 38,071 y los asiáticos 47,687.

La responsabilidad es del condado

“Desde hace casi dos meses estuvimos esperando las vacunas, nos dieron 100, aunque obviamente queríamos y queremos más, porque tenemos casi 12,000 pacientes, y de ellos unos 700 a 1,000 son personas mayores de edad”, declaró Carlos Vaquerano, director ejecutivo de Clínica Romero.

“Sabemos que hay escasez de vacunas, pero quizás pudieron habernos dado más porque la comunidad se está muriendo en el Este de Los Ángeles, Mac Arthur Park o Boyle Heights donde trabajadores esenciales como cajeros de tiendas, vendedores ambulantes, jardineros y trabajadoras domésticas tienen que salir obligatoriamente a hacer su trabajo y al regresar a sus casas infectan a sus familiares”.

“Es fácil decirles que se queden en sus casas, pero nuestra comunidad no tiene recursos ni alternativas para dejar de ir a trabajar, ni se puede dar el lujo de ir a los mega centro de vacunación”, dijo Vaquerano. “Sería mejor que enviaran las vacunas a nuestras clínicas…, muchas veces quienes dirigen estos esfuerzos no son latinos sino blancos a quienes no les interesa el sufrimiento de nuestra gente”.

La Clínica Romero recogió en sus hogares a las personas de la tercera edad que se vacunaron el fin de semana. (Clínica Romero)

Autoridades médicas del condado han administrado más de 1 millón de vacunas contra COVID-19, pero los números indican una desproporción notablemente baja para los residentes negros.

De 1.28 millones de vacunas aplicadas al 4 de febrero, las personas blancas han recibido el 25% de las dosis, igual que latinos, pero en el desglose solamente han sido 3.5% afroamericanos y 18% los asiáticos.

Sin embargo, en la comunidad latina, que ha experimentado las más altas tasas de contagios, hospitalizaciones y muertes, solamente el 14% de los residentes mayores de 65 años o más han sido vacunados.

“La responsabilidad es del condado que se ha desempeñado como la agencia principal encargada de implementar las pautas de salud pública, las pruebas y la distribución de vacunas; he estado recibiendo muchas quejas de los electores con respecto a la respuesta, aunque la salud pública no es responsabilidad directa de la Ciudad.”, dijo el concejal Gil Cedillo, quien representa el Distrito1.

“La cuestión se trata de equidad y eficiencia en la distribución de la vacuna”, agregó. “Por eso yo propuse la moción de que, como Long Beach y Pasadena, nosotros tengamos nuestro propio departamento de salud”.

“Debería darles vergüenza”

El sábado pasado, la doctora Bárbara Ferrer estuvo en el super centro de distribución de vacunas en el Fórum de Inglewood, donde miles de personas que hicieron su cita acudieron en sus automóviles, esperaron algunas horas para ser atendidos y fueron vacunadas contra el COVID-19.

Lo opuesto ocurría en Clínica Monseñor Romero donde se asignaron solamente 100 vacunas y se aplicaron 50 a personas mayores de 75 años, aun cuando el centro comunitario de atención médica tiene un promedio de 1,000 pacientes mayores de 65 años y 12,000 pacientes que tienen mayor riesgo de contagio y posibilidades de muerte que otros grupos raciales a quienes se ha dado prioridad.

“Nuestra población se está muriendo y nadie tiene interés en hacer algo rápido”, denunció el doctor Don García, director médico de Clínica Monseñor Romero. “Xavier Becerra (Secretario de Salud y Servicios Humanos), Bárbara Ferrer (directora del Departamento de Salud Pública del condado de Los Angeles) e Hilda Solís (supervisora del condado de Los Ángeles) y otros funcionarios saben que nuestra gente no tiene los medios para ir a esos lugares, deben ir a trabajar obligatoriamente porque si no tienen para comer”.

De acuerdo con el doctor García, la estrategia de vacunación en el condado de Los Ángeles, epicentro de contagios y muertes en California es “discriminatoria”.

“Tú no envías a la gente que vaya por agua al estadio de los Dodgers para apagar el fuego en tu casa ¿Verdad?”, comparó el doctor García. “Todos ellos saben que nuestra gente no tiene modo de transportarse hasta esos lugares como Cal Poly Pomona, Cal State Northridge o el Fórum de Inglewood”.

Añadió que los funcionarios también saben que gran parte de la población latina no tiene acceso a internet para solicitar una cita.

“Entonces ¿Por qué no llevar la vacuna a donde ellos viven?”, cuestionó el médico. “Lo que están haciendo es una vergüenza y no tienen respeto por nosotros; todos somos niños de Dios como la demás población”.

“La comunidad está muriendo”

En una carta enviada a la doctora Ferrer y otras autoridades de salud del condado de Los Ángeles, Gustavo Friederichsen, director ejecutivo de la Asociación Médica del Condado de Los Ángeles le indica que la comunidad a la que sirve Clínica Romero “está literalmente muriendo”, donde la crisis de salud pública muestra tasas de positividad del 30% al 40% entre los habitantes de la zona.

“Como todos sabemos, los latinos representan más de la mitad de los casos y muertes en el condado de Los Ángeles, pero el Este de Los Ángeles ha sido diezmado”, dijo Friederichsen, al informar de los determinantes sociales de la salud que impactan en las infecciones, las hospitalizaciones y la mortalidad; además del ciclo de inseguridades como vivienda, comida, pérdida de empleo, transporte, cuidado generacional y pobreza, que los excluye de conducir a uno de los cinco mega centros de vacunación.

Por su parte, la supervisora del condado, Hilda Solís, dijo en conferencia de prensa que este martes, la Junta de Supervisores votará sobre su moción para asociarse con agencias de tránsito y utilizar el propio sistema de autobuses del condado para garantizar que la falta de transporte no impida que residentes lleguen a centros de vacunación.

“Hasta que la vacuna COVID-19 esté disponible en todos los vecindarios, hay inequidades significativas como el acceso al transporte que deben abordarse”, dijo la supervisora.

“Con las inclemencias del tiempo, disponibilidad limitada de citas y un número limitado pero creciente de sitios de vacunas, el condado tiene la responsabilidad de asociarse con los operadores de transporte, autoridades y empresas para garantizar que los miembros de la comunidad, en particular los de 65 años y mayores, puedan acceder a nuestros sitios de vacunación con facilidad”, puntualizó.

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