Desalojo en Echo Park divide a los vecinos del área
Unos piden más orden y otros más humanidad; mientras, no todos los desamparados aceptan la ayuda de las autoridades
Los residentes ya mayores, que han vivido por años en las inmediaciones del lago de Echo Park, aplauden que la policía haya intervenido para echar fuera del parque a decenas de personas sin hogar y consideran el hecho como “la correcta decisión”.
No obstante, algunos vecinos más jóvenes catalogaron este viernes el desalojo como “insano y cruel “.
“La situación en el parque era demasiado problemática; yo tenía que rodear al parque para poder salir a caminar tranquilo cerca del lago”, dijo para La Opinión José Pérez —un jalisciense que ha vivido por la calle Laguna por más de seis años.
“Hace unos meses se me acercó un indigente y me quiso armar pleito, pero como no le hice caso, se enojó y se fue”, recordó.
La noche del miércoles, numerosos agentes del Departamento de Policía de Los Ángeles (LAPD) desalojaron del parque a más de un centenar de personas, que vivían en carpas en el lugar, y les quienes les ofrecieron un cuarto de hotel, no sin antes chocar violentamente contra numerosos defensores de los derechos de las personas sin hogar.
Ya para el jueves, el parque fue cercado para que nadie ingresara y ayer decenas de patrullas, policías y detectives del LAPD vigilaban desde los cuatropuntos cardinales: desde el norte en la avenida Park, el sur en la avenida Bellevue, al este en la avenida Echo Park y desde el oeste en el bulevar Glendale.
El parque está “blindado”
Mallas metálicas impedían el ingreso a cualquier persona ajena a los conjuntos habitacionales de la zona.
Solo los residentes de las calles Leymone y Logan podían pasar a sus hogares, pero no sin antes ser cuestionados por la policía.
Las dos últimas personas que estaban en el parque fueron arrestadas y retiradas del lugar ayer por la mañana.
A favor y en contra
“Las autoridades no solo hicieron la decisión correcta, sino que también la policía hizo lo correcto”, indicó el residente del área José Pérez.
“En el parque sucedía todo lo malo que uno ni siquiera puede imaginarse; cuando los niños van allí, en el pensamiento se les queda la idea de que ser borrachos, peleoneros o drogadictos es correcto”.
Narró que hace dos meses fue asesinado un hombre y otro murió tras ser baleado en junio de 2020, cuando caminaba casi a medianoche por la avenida Echo Park Avenue, cerca de donde Pérez vive.
“Aquí lagente tiene miedo de salir a la calle”, dijo.
“Yo les preguntaría a esos que defienden a las personas sin hogar que, si tanto interés tienen en ayudarlos a tener un lugar digno dónde vivir, por qué no se los llevan a sus casas”.
Sin embargo, Janice Smith consideró que el desplazamiento de los indigentes “no fue correcto ni humano”.
“Ellos no tienen a dónde ir y los echan del parque sin darles ninguna alternativa que resuelva de raíz su problemática”, opinó.
“Tratan a seres humanos como si fueran animales u objetos sin ningún valor para los políticos y la sociedad; es una crueldad lo que han hecho”.
Según la Autoridad de Servicios para Personas sin Hogar de Los Ángeles, 138 desplazados fueron colocados en habitaciones de hotel bajo el Project Roomkey, 35 en los sitios del Proyecto Homekey y 11 en los refugios A Bridge Home.
El jueves, el concejal Mitch O’Farrel dijo que, desde diciembre, su oficina ha trabajado con el grupo Urban Alchemy para encontrar vivienda para las personas sin hogar del parque, y que estaba comprometido a encontrar alternativas de hospedaje para todos, antes de cerrar temporalmente el lugar para trabajos de reparación, cuyo costo será de casi $500,000.
“Cosa de dementes”
“Aquí no han hablado de una verdadera solución al problema y no van a ir a ningún lado, y menos cuando tratan como criminales a los pobres indigentes”, consideró el afroamericano Marcus Hosang, de 27 años y residente de la zona. “Deberían tener compasión por ellos”.
Su novia, Carolina Michalewske, de origen polaco,expresó que el desplazamiento de los indigentes, el arresto de 182 personas por no dispersarse la noche del jueves —según dijo el LAPD— incluidos varios periodistas, “es algo insano… Solo cosa de dementes”.
María Alva, quien habita en complejo de apartamentos aledaño al Echo Park Lake por dos décadas dijo a La Opinión que si las personas que defienden a los “homeless” tienen interés en defenderlos ¿Por qué no se los llevan a sus casas?”.
“Lo siento, pero la mayoría de ellos son unos bandoleros… Vea, están saliendo camiones llenos de basura porque allí tenían un cochinero”. Una postura similar a la de José Pérez.
Por su parte, Antonio López, de 72 años y oriundo de Jiquilpan, Michoacán opinó que los desamparados no eran un problema para él, “porque nunca me han molestado, pero se veía que el parque ya estaba en mal estado”.
Por su parte, José Rebolledo —otro vecino— piensa que el lugar “es un parque familiar, pero creo que muchos de ellos [desamparados] se conforman con vivir por vivir y rechazan la ayuda que sale de nuestros impuestos”.
“Aparte, muchos indigentes vienen de otros estados porque en California les regalan todo”, expresó.
“A la gente le gusta el parque, a mí también, es para correr, caminar y disfrutarlo, y es injusto para quienes vivimos aquí no poder usarlo como área común para todos”, subrayó Elías Werh, un ensamblador de suministros médicos de origen costarricense, que vive frente al lago.
“Yo tengo un trabajo, pago impuestos y ellos [los indigentes] no… Quizás la policía no los echó de la mejor manera, pero ¿Cuál es la mejor forma de hacerlo?”, preguntó.
La respuesta la ofreció Marcos Mena, un desamparado de 50 años, nacido en Tijuana, México, quien se hallaba sentado en una silla, en la acera del bulevar Glendale, junto con su amigo Richard y resguardando una enorme cantidad de cosas, ropa y cobijas apilados en la banqueta.
“Está mal lo que hicieron con nosotros… Nos quieren mandar a un hotel y allí hay muchas reglas; yo quiero vivir libre y no le pido nada a nadie para comer”, dijo Mena. “Tampoco me meto con nadie, pero ya ve cómo nos trataron”.
No todos reciben la ayuda
Joey Carlos Lara tiene 42 años, fue echado de su casa por sus padres a los 17 años, “por rebelde”, pasó cinco años como indigente, era alcohólico y drogadicto y por voluntad propia superó todos sus problemas, y se volvió enfermero.
Cuenta que años después, se solidarizó con un joven latino que vivía a la intemperie en el Echo Park Lake y le ofreció un techo en su casa.
“Recuerdo que tardó una semana para que desapareciera el mal olor en mi casa; yo bañé a aquel indigente, le di de comer y hasta subió de peso, pero como muchos no quiso llevar una vida disciplinada”, dijo Joey.
Agrega que hospedó en su departamento a aquel extraño por dos meses, pero éste decidió que no quería recibir más ayuda.
“Así como Dios me rescató, yo lo invité a que se congregara en la iglesia y conociera a Jesús, pero decía que yo lo quería controlar y decidió regresar a la calle”, comentó.
Por ello, expuso que le dio “lástima” que los hayan corrido a todos del Echo Park Lake.
“Yo estuve en la misma situación que ellos, pero luego me di cuenta de que solo Dios puede salvarlos, y si ellos lo quisieran también podrían lograrlo como yo”, concluyó.