Solos contra la pandemia: abuelitos latinos esperan con ansia las reuniones con la familia
Los residentes angelinos hablan de lo que ha sido no poder abrazar a sus hijos y nietos por más de un año.
Rigoberto y Josefina Jiménez, de 86 y 80 años, respectivamente, han pasado más 365 días sin poder abrazar ni besar a sus 10 nietos y bisnietos, pero son afortunados con tener a su lado a su hija Martha, quien los atiende.
“A todos mis hijos los extraño, pero no quiero que vengan a mi casa sino hasta que ya todos se hayan vacunado”, dijo Rigoberto, quien vive en City Terrace. “No quiero que nos vayan a contagiar y nos pasen la enfermedad”.
Su esposa agrega: “Duele la distancia de no poder estar con ellos ni de tenerlos con nosotros; duele no poder compartir la alegría de que vengan a mi casa, abrazarlos y besarlos”.
Aunque son personas fuertes, tanto Rigoberto como su esposa ya fueron vacunados contra el covid-19 y añoran con cierto aire de tristeza y esperanza que sus hijos María, Josefina, Angélica, Rigoberto Jr., Gabriel y Martha, y toda la familia sean inoculados pronto y olvidarse para siempre de la comunicación virtual y reunirse como familia.
“No nos hemos reunido, justamente porque amamos demasiado a nuestros padres y queremos cuidarlos para que no se enfermen”, dijo Martha Ofelia Jiménez, mientras servía a su padre unos nopales con cecina, en su hogar de City Terrace. “Todas nuestras celebraciones que hemos tenido en un año han sido por teléfono”.
Durante toda la pandemia, Martha se encargado de adquirir alimentos para sus padres, atenderlos física, emocional y espiritualmente, de modo que a ellos no les falte nada. Ellos son oriundos de Nochistlán, Zacatecas.
“A los latinos nos afecta más la distancia de nuestros seres queridos porque tenemos más tendencia que los anglos para ser sociales, y cuando se rompen esos lazos nos cuesta más superarlo”, dijo el doctor David Hayes Bautista, Profesor de Medicina y director del Centro para el Estudio de la Salud y la Cultura Latina (CESLAC) en la Facultad de Medicina David Geffen de UCLA.
Ansiedad y depresión
Aunque no es el caso de los Jiménez, personas de la tercera edad están lidiando con emociones de tristeza y desesperanza, además de trastornos de ansiedad y depresión durante la pandemia.
“Yo atiendo un promedio de seis casos por semana de adultos mayores”, declaró el doctor Agustín de Brito, psicólogo cognitivo conductual y sistémico.
“Y aunque cada caso es particular, en términos generales hay una preocupación por la edad y quizás por los últimos años de su vida y la imposibilidad de ver con regularidad a la familia, los hijos y los nietos con quienes les atan fuertes vínculos”, añadió.
Su colega, Luis Alejandro Nagy, un psicoanalista certificado de Los Ángeles, observó que los latinos de segunda generación que nacieron o crecieron en este país y que tienen un promedio de 80 años o más, muchos de ellos no hablan inglés y no saben cómo ni dónde buscar ayuda.
“Su limitación, además del idioma es económica, algunos son indocumentados y no tienen seguro médico, es decir, enfrentan muchas barreras”, precisó Nagy a La Opinión.
“La mayoría de los abuelitos que he atendido vienen con depresión y ansiedad; vienen algunas veces a la clínica, pero luego los hijos ya no los traen porque tienen que pagar, y, además, pierden dinero porque obligatoriamente ellos tienen que ir a trabajar y no tienen tiempo de regresar”, agregó.
Según los Centros para el Control de Prevención de Enfermedades (CDC), la pandemia de covid-19 ha tenido un efecto importante en la vida de niños y adultos, con desafíos que pueden ser estresantes, abrumadores y causar emociones fuertes.
Y, si bien las acciones de salud pública, como el distanciamiento social, son necesarias para reducir la propagación del COVID-19, “también pueden hacernos sentir aislados y solos, pueden aumentar el estrés y la ansiedad; aprender a lidiar con el estrés de una manera saludable hará que usted, sus seres queridos y quienes lo rodean se vuelvan más resistentes”, indican los CDC.
Con más de 90 años
Abelardo Delgado es un hombre nacido en Chihuahua, México, hace 97 años. El abuelito se las ha arreglado solo para sobrevivir a la pandemia, al lado de su segunda esposa, Judith Delgado, de 91 años.
“Más que mis cinco hijos, algunos amigos son quienes me traían comida y la dejaban en la puerta de la casa”, dijo. “Mis hijos ni siquiera se paran por aquí, así son de separados porque uno ya está viejo, ni siquiera me llaman”.
Sin embargo, Don Abelardo, un nativo de la Sierra Tarahumara, mencionó que no tiene tiempo para tristezas ni depresión.
“Imagínese, en febrero me tocó solo arreglar todos los trámites de la muerte de mi hermana Beatriz Castillo; ella murió de 103 años y vivió conmigo por 14 años. Aunque dicen que recordar es vivir, en esta pandemia yo no quiero recordar nada…, lo pasado, pasado y lo que no sirve ¿Para qué recogerlo? mejor dejarlo tirado”.
¿Dónde obtener ayuda?
De acuerdo con los CDC, el estrés causado por el encierro durante la pandemia puede provocar, entre otros malestares, sentimientos de miedo, ira, tristeza, preocupación, entumecimiento o frustración, cambios en el apetito, la energía, los deseos y los intereses, dificultad para concentrarse y tomar decisiones, además de dificultad para dormir o pesadillas.
Si usted se siente emocionalmente angustiado o abrumado debido a las noticias y desarrollos de COVID-19, llame a la línea de ayuda, los siete días de la semana, al (800) 854-7771 o a la Línea Nacional de Prevención del Suicidio al (800) 273-8255 para obtener ayuda.