“El crimen organizado nunca se ha ido de México”

Desde que el expresidente Felipe Calderón (2006-2012) le declaró la guerra al crimen organizado, los cárteles de la droga se han expandido hasta llegar a los lugares más remotos de México.

Cárteles mexicanos

Los cárteles mexicanos se encuentran hasta los poblados más alejados dentro de México. Crédito: Agencia Reforma

MEXICO.- Durante varios meses, Julián Reyes, un agricultor del Estado de México, cuyo nombre fue cambiado por razones de seguridad, hizo trabajos de inteligencia. Fue a peleas de gallo clandestinas, pidió prestadas destartaladas camionetas para ir a los lugares más remotos, bebió alcohol y se hizo amigo de alguna gente de “la maña”.

Y tomó notas.

Pensaba que podía ayudar a las autoridades a evitar que llegaran al pueblo”, cuanta en entrevista con este diario en relación a la expansión de la Familia Michoacana, quienes a principios de 2018, se desplazaba desde el estado homónimo hacia el vecino mexiquense en medio de un efecto cucaracha: huían de algunos operativos en sus regiones de control hacia otros menos vigilados.

En la improvisada investigación, Julián Reyes se enteró de manera precisa sobre a dónde habían llegado los criminales, dónde habían montado sus campamentos o tomado poblaciones; quiénes eran los líderes, cuánto cobraban por extorsiones y venta de droga, de a quiénes obligaban a trabajar con ellos y hasta de sus líos amorosos.

Hizo un mapa muy preciso y se lo mostró al presidente municipal, un amigo cercano, para tener una cita con un diputado que a la vez lo llevó hasta las esferas más altas de la Seguridad en México. Julián Reyes personalmente entregó toda la información al jefe de la Policía Federal.

Pero los meses pasaron y sólo enviaron algunos soldados a patrullar las calles por unos días.  Con el paso del tiempo,  pasó lo inevitable: la Familia Michoacana se apoderó de su municipio, Coatepec Harinas, donde recientemente sicarios emboscaron para matar a tantos policías ministeriales.

Ahora, lo tiene muy claro: “No debieron llegar hasta este pueblo tranquilo y si llegaron  es porque algo había entre el gobierno del Estado de México y los narcos”, dice. “El Gobierno sabía exactamente todo lo que pasaba por aquí, no debieron permitirlo”.

De la época en que el ex presidente Felipe Calderón (2006-2012) le declaró la guerra al crimen organizado -justamente con un megaoperativo en el Estado de Michoacán -para luego expandirse a otros lados, los cárteles de la droga no sólo se han expandido hasta llegar a los lugares más remotos sino que se han tomado uno a uno a los poblados.

En los alrededores de Coatepec Harinas no se permite el paso de los carros de refresco porque sólo las células de la Familia Michoacana pueden hacerlo para la reventa. Lo mismo pasa con la cerveza y los productos básicos: no hay tienda que no pague un porcentaje por la venta de huevo, leche, pan, carne, verduras, amén de la droga que se vende públicamente y del porcentaje que exigen al Ayuntamiento para participar en  la obra pública.

Esto es control de territorio no sólo para el paso o elaboración de estupefacientes sobre los que dio cuenta recientemente el informe de Evaluación Nacional de la Amenaza de Drogas 2020, de la DEA, sino para toda la economía.

La DEA denunció que el 35% del territorio sigue en manos del Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación, la Organización Beltrán Leyva, el Cártel del Noreste y Los Zetas, Guerreros Unidos, Cártel del Golfo, Cártel de Juárez y La Línea, La Familia Michoacana, y Los Rojos.

“Lo que permite que permanezca el crimen organizado es que la economía mexicana ya se narcotizó y descansa en cuatro patas: las remesas, la renta petrolera, el turismo y el lavado de dinero y es tan fuerte y tan alto el nivel de dólares que entran al país por el narcotráfico que ya la economía depende de ello”, advierte José Fernández Santillán, analista de seguridad del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey.

“El problema es que no se habla de los vínculos entre los capos, las políticas y las empresas para lavado. El narcotráfico dice: hay cambio de gobierno, de presidente, pero nosotros seguimos aquí porque con cada uno que llega nos entendemos porque es mucho el dinero en juego y tienen una doble la capacidad corruptora y de amenaza”.

Para la DEA, los cárteles mexicanos son “cada vez más responsables” de producir y suministrar drogas al mercado estadounidense, especialmente fentanilo; para los observadores del tema como Fernández Santillán, son cada vez más responsables del control geográfico y de que la impunidad sea la ley generalizada.

“La impunidad es abierta y descarada y el mejor ejemplo de que sigue en esta administración (del presidente Andrés Manuel López Obrador) lo puso la liberación de Ovidio Guzmán que ya estaba detenido y lo dejaron ir: así fue la claudicación del poder político frente al poder del crimen organizado de la actual administración”.

De la presencia de políticos en las actividades criminales en tiempos recientes ha hablado incluso el gobernador de Baja California  Jaime Bonilla, quien  dijo a la cadena Telemundo que el video donde supuestamente el Cartel Jalisco Nueva Generación lo amenaza fue planeado por un viejo político local: Jorge Hank.

“Hank tiene mucha mano en ese video y en el cartel, sino es el líder, es el que indirectamente lo controla en la zona”.

Los criminales han hecho de la comunicación a través de redes sociales una institución para intimidarse entre ellos mismos y entre la población  con espeluznantes escenas de decapitaciones y torturas o para informar sobre sus actividades y para acusar a funcionarios corruptos.

Tras el atentado que sufrió Omar García Harfuch, jefe de la policía en la Ciudad de México, el año pasado, se divulgó una filmación del Cartel de Santa Rosa de Lima l donde se asegura que éste estaba coludido con el narcotráfico; el implicado lo negó.

El caso es que por intimidación o corrupción, las organizaciones criminales siguen operando en el país. El Cartel de Sinaloa, por ejemplo, sigue en pie y con poder a pesar de la extradición y juicio de Joaquín “El Chapo Guzmán, quien fuera el líder todo poderoso. De igual manera, el Cártel Jalisco Nueva Generación se sigue expandiendo y así se enfrentan.

Habitantes Wixárikas de San Andrés Coahamiata, en Mezquitic, Jalisco, denunciaron recientemente que se encuentran en estado de indefensión y sitiados por retenes de una y otra organización criminal que les impide la movilidad incluso para conseguir alimentos.

“Estamos en medio de fuegos cruzados: esa es la realidad de México”, dijo uno de los habitantes indígenas a algunos medios de comunicación local.

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