‘La Modista May’ de la playa de Venice es una inmigrante mexicana
Es además una persona sin hogar que duerme en su carro
De jueves a domingo, ‘La Modista May’ llega en su bicicleta al malecón de la playa de Venice – un barrio al oeste de la ciudad de Los Ángeles – donde instala su puesto ambulante de costura y se pone a pegar parches y hacer ajustes a la ropa que le llevan sus clientes.
“Tengo seis meses trabajando en mi pasión, la costura”, dice La Modista May como prefiere ser identificada en lugar de por su nombre real.
La Modista May debe rondar los 30 años de edad. Nació en México donde estudió para abogada y ejerció su carrera por 8 años.
“Nunca me gustó ser abogada. Estudié esa carrera porque los padres te meten el chip de que tienes que ir a la universidad, pero mi trabajo no me dejaba ninguna satisfacción”.
En 2017 renunció a su empleo e intentó vivir de la costura en su pueblo natal.
“Me di cuenta que no había forma porque te regatean mucho los precios. Así que un año después, dije, voy a probar suerte en Estados Unidos. Escogí Los Ángeles porque es el lugar de origen de mi banda favorita Red Hot Chili Peppers que es otra de mis pasiones”.
Confiesa que por esa banda, aprendió a hablar inglés desde que era adolescente. “Yo sabía que un día podía encontrármelos y tenía que ser capaz de comunicarme con ellos”.
En ese viaje a Los Ángeles aprovechó para visitar Venice y tomarse la foto del recuerdo en el edificio donde su banda favorita grabó un video en el 2011.
“Venice es un lugar especial para mi banda RHCP y me enamoré totalmente de la vibra de este lugar y decidí quedarme por dos semanas”, recuerda.
Las dos semanas se convirtieron en un año y medio en los que encontró empleo como preparadora de alimentos en una pizzería en Venice.
En marzo del año pasado renunció a su empleo y regresó a México para traer telas. “Debido a la pandemia, tuve que quedarme más tiempo”.
Pero cuando regresó a Venice hace seis meses, la pizzería para la que trabajaba ya había sido cerrada por la pandemia. Resolvió entonces que quería dedicarse a la costura, el sueño que había pospuesto una y otra vez.
La Modista May puso su mesita en el malecón de Venice con un letrero en el que se puede leer Seamstress of Venice. “Me dio un poco de pena al principio. No sabía mucho cómo era la vida. La primera máquina de coser me la regaló un señor de Grass Roots Neighbors, una organización que los domingos da de comer a las personas sin hogar. La segunda me la compré yo por $50 en Facebook”.
Aunque su deseo es hacer prendas de vestir desde cero, empezó poniendo parches bordados en la ropa de la gente que pasaba por el malecón de Venice.
“Compré una amplia variedad de parches para venderlos y coserlos a la ropa que la gente quisiera, pero también hago todo tipo de arreglos en el vestuario como en cualquier taller de costura”.
Y comenzó a irle bien. “Tengo mis precios. La gente me paga sin chistar y a veces me dejan propinas. En una ocasión, un señor me dejó $100 de propina. Me dijo que le gustaba la gente emprendedora ”.
Al tiempo se compró una batería y un panel solar para hacer funcionar su máquina de coser en la playa.
¿Sale suficiente para vivir? “Para sobrevivir y mandar dinero a mi familia porque ahorita con la pandemia, el dinero ha escaseado en México, como en todo el mundo”.
Cuenta que a veces le han ofrecido trabajo, pero no ha aceptado porque no quiere ser parte de un taller de maquila de ropa donde predomina la explotación de la mano de obra.
“Acepto cuando me invitan a algún proyecto social. Por ejemplo, estoy trabajando en un proyecto del Club de Fútbol de Venice llamado Venice Beach Football Club que me gusta mucho”, dice.
Algunos creen que su nombre es Modista. “Les tengo que aclarar que esa es la palabra en español de seamstress”, dice riendo.
Algo que distingue a esta joven inmigrante mexicana es que vive en su propio auto. Una camioneta Van que estaciona en las calles de Venice y que apenas funciona para ser conducida de una cuadra a otra, mientras pasan las barredoras de la ciudad una vez por semana.
“Yo no manejo, me ayudan a moverla”, dice.
Al preguntarle si no le alcanzaría para rentar una habitación con sus ingresos como modista, dice que literalmente pudiera, pero no quiere.
“No tengo intención de pagar renta. Para mí es un dinero perdido que bien puedo mandar a mi familia en México”.
Y agrega que para ella “ser homeless (una persona sin hogar) es un estilo de vida que he escogido”.
Comenta que nunca le ha dado miedo pasar la noche en su auto, cuya parte trasera ha habilitado con un pequeño colchón para dormir. “Me aseo en los baños públicos de Venice y como en la calle. A veces la gente me lleva comida, pero soy vegetariana. Así que en muchas ocasiones terminó regalándola”.
Hasta ahora La Modista May dice que ninguna autoridad de la ciudad de Los Ángeles ha intentado quitarla del lugar o penalizarla. “Me advirtieron que si una tienda se queja, me pedirían que me moviera del lugar”.
¿Cuál es tu sueño? “Mi sueño ya lo estoy cumpliendo. Estoy haciendo lo que siempre he querido hacer y vivo de eso. Pero si quisiera enfocarme más en hacer mis propias prendas como vestidos de novia”.
Después de seis meses en el malecón de la playa de Venice, La Modista May se ha vuelto muy popular. “Ya todos me conocen. Me gusta mucho la vibra y la locura de Venice; y verme aquí con mi propio negocio por muy pequeño que sea, me llena de alegría”.
Si necesitas que te confeccionen alguna prenda de vestir, visita a La Modista May en Ocean Front Walk y Thorton Avenue en el boardwalk de Venice. La encuentras desde la 1 p.m. hasta que cae la tarde. También la puedes contactar en las redes sociales como @modista.may.