Jóvenes angelinos atrapados entre fuego cruzado en Israel

El conflicto israelí-palestino los tomó por sorpresa durante su estancia estudiantil, y al ir de vacaciones

Jonathan y Michelle Weinblut, dos jóvenes angelinos, hijos de madre mexicana, están en Israel. (Cortesía Tere Weinblut)

Jonathan y Michelle Weinblut, dos jóvenes angelinos, hijos de madre mexicana, están en Israel. (Cortesía Tere Weinblut) Crédito: Cortesía

El conflicto israelí-palestino ha puesto los nervios de punta a Tere Weinblut y Tali Strauss, dos madres mexicanas judías que viven en Los Ángeles, debido a que sus hijos se encuentran en Israel, atrapados sin poder regresar y corriendo hacia los refugios antibombas cada vez que suena la alerta de que viene un misil.

“Después de la preparatoria, mi hija Michelle se fue un año a estudiar a Israel y está en Jerusalén. Y justo el 10 de mayo cuando empezaron los bombardeos, mi hijo Jonathan de 24 años volaba rumbo a Israel para pasar unos días con su hermana”, dice Tere Weinblut.

Tras las hostilidades bélicas, comenta que sus hijos se están quedando en un hotel en Tel Aviv, pero cada vez que suenan las sirenas de alarma que advierten del lanzamiento de un misil hacia territorio israelí, tienen 30 segundos para resguardarse en los refugios antibombardeos o cuartos de seguridad de las casas.

“Tel Aviv está bajo ataque. Hamás y Hezbolá (considerados como grupos terroristas para Estados Unidos e Israel) esconden arsenales en hospitales y usan a su gente como escudo. Atacan de noche. Nos les importan”, dice Tere.

Tere Weinblut con su hija Michelle quien está estudiando en Israel. (Cortesía Bertha Merinkas).

Ante la escalada de violencia, esta madre dice que está desesperada porque quiere tener a sus hijos de regreso en Los Ángeles, pero los vuelos están cerrados. “Un día salen, otro día no. Es toda una odisea y es bastante desesperante porque además con la pandemia, tienen que ponerse en cuarentena al llegar a Israel y hacerse pruebas de anticuerpos al salir fuera”.

Dice que la escuela de su hija termina el 7 junio, y ella quería quedarse unas semanas más para disfrutar Israel, pero lo considera muy difícil.

Añade que sus hijos están muy asustados y cansados. “Ya no es divertido ni está padre ir de vacaciones cuando cada vez que escuchan un ruido, tienen que correr al cuarto de seguridad del hotel para salvar sus vidas”.

Michelle, hija de Tere, dice que ha tenido mucho miedo de que un misil pueda caer en su casa, así como cuando escucha las sirenas de emergencia y sabe que tiene 30 segundos o un minutos para correr a un refugio antibombas.

Esto es muy diferente de mi vida en Los Ángeles porque no hay estas cosas. Ojalá la situación mejore en los próximos días”.

Tali Strauss mandó a su hija Nicole Diner de 16 años a estudiar por un semestre a Israel. “Llegó a principios de abril. Ella vive en Hod Hasharon, una ciudad en las afueras de Tel Aviv. Está en una escuela que es un internado. Cuando estalló el conflicto, mi hija estaba en una excursión al norte de Israel. No estuvo en el meollo del lanzamiento de misiles”.

Pero de cualquier manera, Tali dice que ella se ha puesto muy nerviosa y está preocupada no solo por su hija sino por su familia y la comunidad de Israel. “Tengo un tío que es médico y siempre lo llaman a servir al ejército. Me contaban también de una señora que está en silla de ruedas y se encuentra en un estado de estrés y pánico porque no le alcanzan 30 segundos para llegar al sótano y refugiarse de los cohetes”. 

Tali Strauss con su hija Nicole Diner, quien está estudiando en Israel. (Cortesía Talí Strauss)

Y dice que si no fuera por el Iron Dome, un sistema que detiene a la mayor parte de misiles, las personas muertas sumarían por miles. “Gaza ha mandado a Israel 1,500 misiles. Cada misil que explota en el cielo, le cuesta al ejército de Israel 50,000 dólares y el Iron Dome costó 100 millones de dólares”.

Tali cuenta que la escuela donde está su hija tiene sus propios refugios y están en contacto permanente con la policía y el ejército.

“Con o sin guerra, uno como madre siempre está nerviosa con solo saber que tu hija está del otro lado del mundo, pero ahora estamos viendo noticias a cada minuto sobre lo que está pasando, y si mi hija ya no puede estudiar, la traeremos de regreso. Ella se quería quedar más tiempo para disfrutar del verano con los amigos, pero vamos a ver. Ojalá esto termine pronto”.

Luis Cruz, un oaxaqueño que emigró a Israel, dice que no tiene miedo al conflicto árabe-israelí, pero sí se mantiene precavido. (Araceli Martínez/La Opinión).

Luis Cruz, un mexicano, dueño de la taquería ‘Tacos Luis’ en Jerusalén, relata que los trabajadores de su negocio se pusieron nerviosos cuando escucharon las sirenas de advertencia de un misil. “Para mi era la primera que las oía; y como era un día de mucha fiesta en Jerusalén, pensé que era un cohete o parte de la misma música, pero mi esposa me explicó que nos estaban atacando”.

Fue entonces que decidieron cerrar y mandar a los empleados a sus casas. “Tenemos dos hijos, un niño de 6 años y una niña de 3 años. Mi hijo mayor si estaba con mucho miedo. Mi esposa tuvo que calmarlo y explicarle lo que pasaba”.

Luis dice que en realidad, él no sintió miedo cuando escuchó el estallido del misil porque está consciente de que es parte de la rutina de vivir en un país que enfrenta a diario el terrorismo. Sin embargo, asegura que tiene muy claro que deben mantenerse precavidos.

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