Vecinos afectados por la explosión de fuegos pirotécnicos en el sur de Los Ángeles
Aún espantados, residentes de Sur LA se preguntan quién va a cubrir el gasto de los vidrios rotos de sus casas y de los autos dañados tras el estallido de cientos de libras de pirotecnia ilegal
Con al menos cinco ventanas rotas, la familia Argomaniz, aún impactada por el aparatoso estruendo que ocurrió una noche antes, se preguntaba el jueves por la mañana quién iba a hacerse cargo de los daños.
“Todavía no hemos movido los vidrios porque no se si debemos hacerlo o no”, dijo María Magdalena Argomaniz, patriarca de la familia, mientras mostraba los vidrios sobre una de las camas. Su casa está en la esquina de las calles 27 y Stanford, a unas cuantas casas de donde se almacenaban miles de libras de pirotecnia ilegal en el sur de Los Ángeles.
Una llamada anónima alertó a las autoridades el miércoles y cuando llegaron poco antes del mediodía comenzaron a confiscar unas 5,000 libras de fuegos artificiales ilegales que aparentemente iban a ser vendidos para el fin de semana del 4 de julio.
Tras ver que sería muy peligroso mover algunos explosivos inestables que estaban junto a los fuegos artificiales, las autoridades decidieron hacer una explosión planeada dentro de un vehículo de contención diseñado para ese fin.
No obstante, algo falló en el proceso que se salió de control, indicó Michael Moore, jefe de la policía de Los Ángeles (LAPD) en conferencia de prensa.
La explosión dañó gravemente el camión del escuadrón de bombas, así como varios vehículos alrededor y dejó al menos 17 heridos, entre ellos 10 oficiales.
Los Argomaniz dijeron que conocían solo de vista al joven que está siendo acusado de tener la pirotecnia ilegal pero no hablaban con él. Indicaron que en la casa había un niño de unos 10 años de edad.
“Ni sabíamos que ahí en plena luz del sol había tanto fuego pirotécnico”, dijo Juan Argomaniz, patriarca de la familia. “Esos eran puros cuetes alterados”.
La pareja dijo que poco antes de hacer la detonación, agentes del LAPD pasaron a las casas avisando lo que iba a suceder pero no los obligaron a evacuar ni a meterse a sus casas. Así que ellos, al igual que docenas de familias, decidieron quedarse afuera y ver desde una distancia la supuesta explosión controlada.
“Solo escuchamos que empezaron a decir como 3, 2, 1 o algo así”, dijo María. “Y cuando se oyó la explosión hasta mi hija, con necesidades especiales, comenzó a llorar y estaba desesperada”.
“Yo hasta siento que la espalda me lastimé de tan fuerte que sonó y me voltee fuerte hacia atrás”, añadió Juan. “Eso que pasó era para que bloquearan toda la cuadra, ese troque no estaba diseñado para aguantar tanto”.
La familia dijo que corrió hacia su hogar donde se encontraba otro miembro de la familia quien les dijo que le habían caído encima los vidrios de una de las ventanas.
Imágenes de unos minutos después de la explosión mostraban a las personas siendo llevadas en ambulancia incluso algunas habían quedado ensangrentadas.
Pese a que están desconcertados por lo sucedido, también agradecen que se haya detonado la pirotecnia ilegal frente a las autoridades ya que de otro modo podría ocurrir en cualquier momento.
“Vivíamos en una caja de tiempo aquí en la cuadra”, dijo María asegurando que ha vivido en el mismo lugar por 30 años.
Sin embargo, Juan asegura que la realización necesitaba más planeación. La pareja dijo que alrededor de la 1 de la mañana llegó una vecina para ver a su madre, quien vive al lado de donde estaba estacionado el camión pero es inválida.
“Hasta esa hora que llegó la hija les fue a decir a la policía que ayudaran a su madre porque ella no podía caminar”, dijo María lamentándose de la tragedia que vivieron varias personas de la tercera edad.
Al cruzar la calle de la casa de los Argomaniz un joven medía el tamaño de las ventanas de su casa que también habían quedado destrozadas con el estruendo. El joven latino, que pidió no revelar su nombre, dijo que estaba furioso por la incompetencia de las autoridades.
Dijo que en esa casa, donde vive su madre y su abuela, nadie llegó a notificarles que habría una explosión controlada. Esto se debe a que la casa estaba al cruzar la calle de donde estaba el cordón amarillo.
“Mi madre me llamó por teléfono muy preocupada diciéndome que hubo una explosión”, dijo el joven. “Pero mi hijo también estaba aquí con ellas”.
Añadió que después de la explosión sí llegaron oficiales del LAPD a preguntar si estaban bien y les dijeron que después se contactarían con la familia para ver los daños materiales.
Sin embargo, él dijo que tendrá que hacerse cargo de las tres ventanas rotas ya que no puede dejarlas así en un vecindario que no es muy seguro. Solo espera que las autoridades logren hacer algo al respecto.
Desempleados por días
Rafael Quintanilla, empleado de la lavandería localizada en la calle San Pedro y 27, dijo el jueves por la mañana que el negocio quedó destrozado con la explosión.
“Fue un susto muy grande. Ya sabíamos que iba a explotar y como dicen que lo hacen siempre, nos confiamos que si sabían”, dijo Quintanilla quien es encargado de la lavandería.
Sin embargo, el estruendo dejó casi todas las ventanas de la lavandería rotas y aventó varios carritos de lavar con la fuerza .
Quintanilla dijo que por la noche las autoridades no lo dejaron sacar su carro y el jueves cuando llegó a querer trabajar no lo dejaron pasar ya que el área continuaba bajo investigación.
“Ya me tuve que venir para la casa, ni mi patrón pudo pasar. Dijeron que tal vez hasta el sábado o domingo podamos entrar”, indicó Quintanilla quien por ahora se ha quedado sin empleo.
El jueves por la mañana el camión de contención destrozado continuaba en el mismo lugar. Alrededor de la cuadra se veían varias ventanas y vehículos destrozados. En las banquetas se podían ver muchos vidrios de las muchas ventanas que se rompieron con el estruendo.
Mientras tanto varios vecinos continuaban viendo anonadados lo que sucedió en su propio vecindario a plena luz del día. Algunos dijeron que aunque el plan se salió de las manos agradecen que las autoridades se deshagan de los fuegos pirotécnicos que mientras nos vamos acercando al 4 de julio su sonido se hace más constante.
“Aquí a veces parece como una zona de guerra”, indicó uno de los vecinos que veía a lo lejos el trabajo de las autoridades.