Emilio Flores: el secreto de la felicidad del puertorriqueño que se acaba de convertir en el hombre más viejo del mundo
Emilio Flores Márquez, de 112 años, es el hombre más anciano del mundo y comparte su receta para vivir años de felicidad
El hombre más viejo del mundo tiene 112 años y vive en Puerto Rico.
Así lo certificó esta semana la Guinness World Records, la organización que documenta récords mundiales, tanto de humanos como del mundo natural.
Emilio Flores Márquez, conocido como “Millo”, nació el 8 de agosto de 1908 en Carolina, un municipio cercano a la capital San Juan y actualmente vive en Río Piedras.
Es el mayor de 11 hermanos y desde muy joven ayudó a su padre en la producción de caña de azúcar.
También hacía trabajos en casa y colaboraba en la crianza de sus hermanos pequeños.
“Yo era el mayor de los niños, así que hice de todo. Limpié, cuidé a los chicos, hice de todo“, describe Emilio Flores al sitio web de Guinness.
Además, estuvo casado 75 años con Andrea Pérez, quien murió en 2010 y con quien tuvo cuatro hijos.
Pero ¿cuál es el secreto de este hombre para mantener una vida feliz tantos años?
Amor
Emilio Flores recibió en la casa que comparte con dos de sus hijos su certificado oficial que lo nombra el hombre de mayor edad en el mundo.
Según dijo, cree que para vivir felizmente, es necesario tener mucho amor y vivir la vida sin enojos.
BREAKING NEWS: Puerto Rico's Emilio Flores Marquez has become the new Guinness World Records title holder for the 𝗼𝗹𝗱𝗲𝘀𝘁 𝗹𝗶𝘃𝗶𝗻𝗴 𝗺𝗮𝗻 at 112 years and 326 days old.https://t.co/7PCGRoat4d
— Guinness World Records (@GWR) June 30, 2021
Su hija Tirsa Flores describió a “Millo” como jovial y cariñoso.
“Yo salía con él a las tiendas y era bien jovial. Entablaba una conversación con cualquier persona. Era muy dinámico, fuerte de carácter, pero amoroso. Cuando tenía que decir algo, lo decía a rajatabla”, dijo la mujer a la agencia de noticias EFE.
Además de su trabajo en el campo y su vida familiar, Emilio Flores completó solo los primeros tres años de escuela, donde aprendió a leer y escribir.
También vivió un tiempo en Estados Unidos donde trabajó en una lavandería, en una fábrica de hielo y recogiendo frutas para mantener a su familia antes de regresar a Puerto Rico.
“Mis papás nos enseñaron a progresar, ser honrados y leales y no mentir… valores que no se borran”, añadió Tirsa Flores.
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