Cantante de ópera descubre vocación para ayudar durante la pandemia
Al paralizarse el mundo y no poder subirse a un escenario, se pone en la primera línea de combate contra covid-19
Ángel Ng, la joven Angelina, hija de padres inmigrantes mexicanos, quien creció cantando entre mariachis y quien desde niña descubrió su potente voz de soprano, encontró una segunda vocación durante la pandemia, las ciencias clínicas.
Antes de la contingencia de salud, Ángel, viajaba por el mundo cantando ópera en los grandes teatros de Europa. Pero el inesperado arribo de covid-19 dio un giro a su vida, obligándola a poner una pausa en el canto para enfocarse a ayudar a los enfermos.
“Cuando estalló la pandemia, yo estaba de regreso en California. Acababa de hacer audiciones para ir un conservatorio en Chicago; y tenía un viaje en puerta a Polonia y Austria, pero todo se canceló. Fue como si el mundo se hubiera derrumbado”.
Angel nació en Los Ángeles hace 20 años. Sus padres son mexicanos, graduados como médicos en México. Vinieron como muchos inmigrantes en busca de una vida mejor a Estados Unidos.
Su verdadero nombre es Angie Villela, pero dice que debe su nombre artístico Ángel Ng a los mariachis.
“Siempre me decían Ángel o Angelita. Así que decidí dejarme Ángel y Ng por las letras de mi nombre real”.
El amor por la música le nació desde niña y al escuchar el mariachi se enamoró de ellos.
Más tarde sus padres la inscribieron a clases de violín con la maestra Leticia Callela.
Pisó su primer escenario a los 8 años. Y no sabe ni cómo tuvo el valor de hacerlo porque dice que era muy tímida. “En la casa era la muda. Casi no hablaba”.
Pero cuando comenzó a practicar y cantar con el mariachi, dice que su timidez desapareció para dar paso a su voz de soprano.
La soprano es la voz femenina más alta de la ópera y tiene el registro más agudo de la voz humana.
Cuando ya tenía 11 años se dijo a sí misma que quería aprender a cantar bien en español con técnica vocal.
“Mis padres hicieron el esfuerzo por meterme al Conservatorio de Música de Los Ángeles (The Colburn School of Performing Arts)”.
Pero lo mejor de todo fue que le ofrecieron una beca y se convirtió en una de las primeras latinas en ser aceptadas en la reconocida escuela de música.
“Apenas terminé de estudiar este año. Estuve 8 años en el conservatorio”.
Y aún recuerda que sus primeros pasos en la música de mariachi los dio a los 12 años.
“A la par que estudiaba ópera era muy solicitada por los mariachis. El Mariachi Divas, el Mariachi Sol de México, el Mariachi Nuevo Tecalitlán y el Mariachi Vargas de Tecalitlán me empezaron a jalar a sus escenarios”.
A los 15 años, comenzó a participar en competencias de ópera; y a los 16 años la invitaron a dar clases de ópera en Perú y Cuba.
“En 2019 estuve en Turquía, Rusia y Bulgaria participando en diferentes obras de ópera como Elíxir de Amor. También estudié con la soprano coreana Sumi jo y tuve como maestros de ópera a Mark Tucker, Armando Piña y Fabio Armilianto”.
Angel dice que nunca ha tenido que pagar por viajar a cantar ópera. “Cuando no me han pagado, me cubren todos mis gastos”, dice. Y aclara que ha sido la escuela quien la ha propuesto para viajar a diferentes países del mundo.
“Estoy muy agradecida con mis padres que me han dado esta oportunidad y con los mariachis porque crecí con ellos”.
Además ha sido su abuela materna quien la ha acompañado a todos su viajes. “La he invitado para que también ella conozca y disfrute esos lugares. Mi abuela ahora tiene 80 años”.
Cuando la pandemia paralizó al país, Ángel dice que fue como si el mundo se hubiera derrumbado.
“Me encerré en mi casa. Gracias a Dios a mi papá no le faltó el trabajo. Él era médico en México y aquí es clínico de laboratorio. Así que estaba muy ocupado”.
Sin embargo, dice que sus compañeros músicos cayeron en depresión y desesperación por no tener trabajo y no poder compartir con la gente. “Se hicieron eventos por Zoom, pero no fue lo mismo”.
Ángel dice que al verse sin poder cantar en un escenario, aprovechó para terminar en línea la secundaria y obtener dos certificaciones, una de asistente médico y otra de laboratorio.
“Me puse a trabajar en diferentes hospitales, en la línea de batalla contra covid- 19 y me tocó entrar en diciembre, cuando el repunte de casos estaba en lo más alto con 600 pacientes por día”.
Específicamente dice que parte de su trabajo consistió en hacer pruebas de covid.
“Fue muy pesado porque nos tocó perder mariachis, músicos que me bautizaron en el inicio de mi carrera, y a muchos seres queridos”.
Aunque no pudo pisar un escenario durante la pandemia, dice que le queda la satisfacción de aportar y hacer un impacto en la vida de las personas.
Ya con la crisis de salud bajo cierto control, Ángel dice que sigue trabajando medio tiempo, pero también cursa el primer semestre de la carrera de ciencias clínicas e ingeniería química en Cal State Domínguez Hills.
Pero la música es algo que corre en sus venas y no piensa abandonarla. Además de cantar en seis idiomas, toca el violín y el piano.
“Soy muy afortunada. Ya se están reactivando los eventos. Estuve cantando en el Cementerio Hollywood Forerever para el el Día de Muertos. Para ir a otros países y cantar en un escenario, se tomará de 2 a 6 meses. Es muy temprano para hacer esa decisión”.
De alguna forma, agradece a la pandemia porque sin esta crisis, considera que no se hubiera enfocado en lograr dos certificaciones en salud, ni habría ayudado a pacientes.
“Quiero seguir ayudando, pero también seguir cantando ópera y mariachi. Esa dicha de cantar y hacer feliz a la gente al subirme a un escenario nadie me la quita”.
Y asegura que una de las más grandes recompensas que ha tenido durante la pandemia, la vivió al cantar en el Cementerio Hollywood Forever y ver a la gente contenta.
“No tiene precio escuchar cuando te dan las gracias por hacer un homenaje a través de mi canto a los niños y personas que hemos perdido”.
Y platica que fue a cantar al Hollywood Forever de manera voluntaria, ya que no tuvo paga.
Su más grande sueño es aportar su música y voz a grandes causas, pero también quiere hacer una carrera en las ciencias clínicas y la ingeniería química para ayudar a otros.