Las tradicionales posadas, un momento de celebración y unidad familiar
Este 16 de diciembre inician las tradicionales fiestas con cánticos religiosos, piñatas, ponche, champurrado, tamales y otras delicias que por nueve días tomarán lugar dentro del seno de muchas familias católicas.
El ponche calientito, los aguinaldos rellenos con dulces, colaciones y frutas, las luces de bengala y las piñatas son solamente algunas referencias para los mexicanos que celebran la tradición de las posadas, que tienen un sentido religioso durante los nueve días previos a la Navidad.
“En Nochistlán, todo el pueblo sale a pedir posada y se le da de comer a toda la gente que acude, sobre todo tacos de carnitas y tostadas de cueritos”, recuerda Marta Jiménez, una zacatecana que vive en City of Terrace sobre la tradición decembrina.
“Aquí, celebramos con tamales, buñuelos y champurrado, aunque a veces también nos servimos jarros de tepache o tejuino (fermento de fécula de maíz)”, agregó.
La costumbre que fue adoptada hace varios siglos prepara a las personas para festejar del 16 al 24 de diciembre las posadas, que evocan las penurias de san José y María para encontrar un lugar donde descansar para que la virgen diera a luz al niño Dios, en su camino a Belén.
.“En el nombre del cielo, os pido posada, pues no puede andar mi esposa amada”, expresa uno de los cánticos principales de la letanía para pedir posada, a cargo de los peregrinos.
El canto es parte de la llamada Novena de Adviento, que, “para los católicos representa la “Venida del Redentor, y trata del primer periodo del año litúrgico cristiano, que consiste en un tiempo de preparación para el nacimiento de Cristo”, explicó a La Opinión el padre Doménico Di Raimondo, Misionero del Espíritu Santo y director de la Casa de Oración para Sacerdotes en la Diócesis de Orange.
“Aquí no es mesón, sigan adelante. Yo no les puedo abrir, no sea algún turbante”… responden los anfitriones que tienen su puerta cerrada y no les brindan posada.
Al concluir las letanías del cántico, los participantes reconocen la santidad de José y María que piden posada y los reciben de corazón en su humilde morada.
“Al final, todos nos unimos a la celebración de los demás, ya sean mexicanos, peruanos, de Guatemala o El Salvador”, dijo el sacerdote español Nicolás Sánchez, administrador de la iglesia San Patricio, en North Hollywood. “Y todos descubrimos que quien nos reúne en ese belén es Jesús que va a nacer”.
‘Fusión’ histórica y religiosa
Tanto en México y como en Centroamérica las posadas se remontan a la época precolombina.
En particular, en México, los Aztecas celebraban durante el mes de Panquetzaliztli o diciembre, la llegada de su dios del sol y de la guerra, Huitzilopochtli (“colibrí azul a la izquierda”).
La fiesta comenzaba el 6 de diciembre y concluía veinte días después. Los indígenas aztecas colocaban banderas en los árboles frutales y estandartes en su templo principal.
Pero, con la llegada de los españoles los festejos se llamaron “misas de aguinaldo”, del 16 al 24 de diciembre.
En dichas misas -que se efectuaban al aire libre- se leían pasajes bíblicos y se realizaban presentaciones relacionadas al nacimiento del niño Jesús, que, en la actualidad se conocen como pastorelas. A los niños se les daban pequeños “aguinaldos” o regalos.
“Los españoles buscaban dominar nuevas tierras para la corona española”, dijo el padre Di Raimondo.
“Con ellos venia un grupo de misioneros que nos legaron la fe; se empezaron a dar cuenta que a los pueblos indígenas eran genuinamente religiosos, tenían sus templos y muchos dioses: del viento, la lluvia, del sol o la guerra, pero también les gustaba la celebración y les enseñaron como había nacido Jesús, se dio un sincretismo cultural y de ello hicieron una celebración”.
En El Salvador, niños, jóvenes y adultos se reúnen para “pedir posada” y festejar que alguien les abrió las puertas y les dio la bienvenida.
“En mi país, los niños son vestidos de pastorcitos y a una niña que visten de virgen y si hay uno, la montan en un burro”, dijo Ronald Solórzano, un importador de productos alimenticios salvadoreños a Los Ángeles.
“Entre amigos y familiares cantan villancicos, alguien toca la guitarra y también la pandereta para alegrarse porque la virgen tendrá a su hijo en un humilde pesebre”.
Solórzano dio a conocer que, en su país, es costumbre tener un pequeño convivio en el que se sirve indistintamente café o chocolate con pan dulce o también atol de elote”.
En 2020, la “peregrinación” de las imágenes de san José y la Virgen María montada en un borrico fue vivida apenas por unas 25 personas en la iglesia Nuestra Señora de Guadalupe, en el este de Los Ángeles.
“Las restricciones del coronavirus nos impidieron celebrar de manera tradicional las posadas”, dijo Margarita Torres-Gómez, una feligresa de esa iglesia.
“Aun así, algunas familias abrieron sus casas y su corazón para recibir a los padres de Jesús que iba a nacer en un portal de Belén”, añadió.
Margarita, oriunda de Ensenada, Baja California Norte, dijo que, después del rezo del rosario y los cánticos tradicionales para pedir posada, las familias se reúnen para compartir tamales, champurrado y rompen una piñata.
“Para mí, la Navidad es momento de celebración y unión con la familia; de preparar nuestros corazones para recibir a nuestro salvador y redentor, Jesús, y darle posada en nuestro hogar, dejarlo entrar y vivir con él la misa de gallo”.
Las posadas mexicanas
Si bien Los Ángeles es un crisol de diferentes culturas, etnias y religiones latinoamericanas, las posadas son una tradición navideña típica de México que amalgama las tradiciones culturales y religiosas de indígenas y españoles durante la Conquista. De acuerdo con la tradición y el padre Doménico Di Raimondo, el significado de sus elementos es:
Peregrinos: Los asistentes de la posada se dividen en dos grupos. En medio de cantos y rezos se forman dos grupos: los anfitriones que se quedan adentro de la casa (y que no quieren abrir la puerta a José y María) y los de afuera, que representan a quienes imploran alojamiento.
Cánticos y rezos: Del 16 al 24 de diciembre se recuerda -particularmente en la iglesia católica- el camino de María y José rumbo a Belén para participar en un censo ordenado para todos los judíos, por parte del emperador romano César Augusto. Allí nacería Jesús, el niño Dios que quería matar el rey Herodes.
Al finalizar la petición de posada todos cantan: “Entren santos peregrinos, peregrinos, reciban este rincón. Y aunque es pobre la morada, la morada, os la doy de corazón”.
Velitas y luces de bengala. Representan el camino alumbrado que guía a los peregrinos.
Aguinaldos: Los aztecas rendían culto a su dios Huitzilopochtli al que le ofrecían regalos. A esta celebración, los misioneros españoles añadieron pasajes bíblicos en su proceso de evangelización. A los niños que acuden a las posadas, al final se les regala una bolsa rellena de confites y colaciones, frutas como caña de azúcar, mandarina, naranjas y cacahuates.
Piñata y palo: La piñata en forma de estrella con siete picos brillantes representan los siete pecados capitales: lujuria, envidia, gula, avaricia, soberbia, pereza e ira. El palo significa la fuerza de voluntad para vencer al pecado. Los misioneros españoles enseñaron que los regalos que caían desde lo alto representaban los regalos de Dios que vienen del cielo cuando se ha derrotado al mal.
Ponche de frutas, chocolate o champurrado. Un ponche de frutas se prepara tradicionalmente a base de caña de azúcar, guayaba, tamarindo, Jamaica y tejocotes (manzana de indias cuyo nombre proviene del náhuatl texócotl/duro) y xócotl/fruto agrio).
El nacimiento o pesebre: Su invención en el año 1223 pertenece a San Francisco de Asís, conocido como el santo de la humildad y de la pobreza. De acuerdo con la tradición católica, Jesús nace en el comedero de animales. El nacimiento debe contener las figuras de la virgen María, San José, el niño Jesús, los reyes magos Melchor, Gaspar y Baltazar, el ángel, un pastor, una vaca, borricos y la estrella de Belén.