Convulso, Chile elegirá entre dos polos a su próximo presidente
El fallecimiento de Lucía Hiriart, viuda de Augusto Pinochet y la mujer detrás de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, fue la guinda de una agitada carrera presidencial en Chile que enfrenta al izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast
El fallecimiento de Lucía Hiriart, viuda de Augusto Pinochet y la mujer detrás de una de las dictaduras más sangrientas de América Latina, fue la guinda de una agitada carrera presidencial en Chile que enfrenta al izquierdista Gabriel Boric y el ultraderechista José Antonio Kast.
El acontecimiento añade más incertidumbre a estos comicios, los más trascendentales desde el plebiscito que marcó la salida del dictador, en 1988, y que llegan con un ligero favoritismo de Boric, según la mayoría de las encuestas, y con algún sondeo incluso hablando de un empate técnico.
La sombra del general ya había sobrevolado toda la campaña, especialmente de la mano de Kast -que se ha mostrado complaciente con su régimen en diversas ocasiones- pero la muerte de Hiriart el jueves volvió a poner sobre la palestra una dictadura que dejó más de 40,000 víctimas y más de 3,000 fallecidos o desaparecidos.
Para Kenneth Bunker, aunque la figura de Hiriart “divide al país”, el impacto de este hecho será “marginal” en los resultados del domingo puesto que el “voto del miedo” ya estaba movilizado.
“Sí se puede decir que su muerte es un símbolo que marca el cierre de un ciclo político, social y cultural”, dijo a Efe.
Reacciones prudentes
La noticia, que fue primero divulgada a través de medios locales y confirmada por la familia en la noche, agitó el cierre de campaña y se hizo muy presente durante el evento final de Boric, que optó por un mensaje prudente y envió sus “respetos a las víctimas de la dictadura”.
En un parque público del centro de Santiago, decenas de miles de personas se reunieron para oír las últimas consignas del líder del Frente Amplio, que fue interrumpido en ocasiones por turbas celebrando y vitoreando al son de “Se murió la vieja”.
Mientras tanto, Kast se desentendió de la familia Pinochet y aseguró que no asistirá al funeral, que será un evento privado que todavía no tiene fecha.
“No quiero hacer un hecho político de esto, entiendo las miradas históricas pero lo dejo como un hecho humano”, dijo el ultraconservador, líder del Partido Republicano.
Para Jaime Abedrapo, director de la Escuela de Gobierno de la Universidad San Sebastián, con esa estrategia Kast ha logrado distanciarse del tema y no disturbar a su electorado, entre los que hay nostálgicos de la dictadura pero también otros sectores que la rechazan.
“El fallecimiento de Hiriart difícilmente tendrá un impacto directo en las urnas, aunque dependiendo de cómo se comporten los candidatos podría implicar un escenario todavía más polarizado”, señaló a Efe.
La sombra de Pinochet
Después de años de numerosas noticias falsas sobre su deceso, el fallecimiento de Hiriart revivió en gran parte de la sociedad el recuerdo de la dictadura e, inevitablemente, volvió las miradas sobre Kast.
Su familia tuvo numerosos lazos con el régimen -uno de sus muchos hermanos fue ministro en ese tiempo-; apoyó la continuidad del general en el plebiscito de 1988, y cuando compitió por la Presidencia como independiente en 2017, el ultraconservador aseguró que el general votaría por él en caso de estar vivo.
“Yo no estoy de acuerdo con Boric, me parece demasiado joven y con poca experiencia, pero voy a votar por él porque no quiero un presidente pinochetista”, aseguró a Efe Paz Luengo, de 52 años, residente en un barrio de escasos recursos al sur de la capital.
Abogado, de 55 años, profundamente católico y con nueve hijos, hace unas semanas volvió a rodearle la polémica cuando salió a la luz que su padre, de origen alemán, perteneció al partido nazi.
“A mí no me importa de dónde venga su familia o sus asuntos personales. Eso no tiene por qué interferir y él es un candidato que me da seguridad”, expresó por su parte a Efe Luis Barahona, un joven de 30 años.
Para una parte de la sociedad, Kast se ha convertido en el candidato del “orden”, una de las máximas de sus discursos, mientras que los cambios profundos que ofrece Boric son interpretados como un símbolo de inestabilidad y dan inseguridad a los mercados.
El izquierdista defiende un Estado de bienestar, con acento feminista y ambientalista; mientras que Kast es partidario de conservar el actual modelo neoliberal aunque con leves cambios y tiene un fuerte discurso antiinmigración. La respuesta de Boric a quienes cuestionan su intención de cambio es siempre es la misma: “Si quieren una verdadera transformación en paz, con orden y estabilidad, los invito a hacerse parte de este proyecto colectivo”.
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