El tema de la vacuna no debe de ser politizado, es un tema de salud
Recordemos que la afiliación política no nos servirá de nada si ya no estamos aquí para defender nuestros derechos
Hace un mes en la ciudad de Irvine, en una manifestación contra los mandatos de la vacuna del gobierno demócrata, Kelly Ernby, de 46 años de edad y de afiliación republicana, se manifestó en contra de dichas órdenes.
Ese día, frente a una audiencia de unas 40 personas, la mayoría jóvenes, Ernby subrayó su preocupación por la pérdida de libertades en Estados Unidos y se expresó abiertamente en contra de que el gobierno le exigiera administrarse la vacuna contra el covid.
“No hay nada más importante que nuestras libertades en estos momentos”, expresó Ernby a un periódico local
Este lunes 4 de enero, el partido Republicano anunció el fallecimiento de Kelly Ernby por covid-19.
La joven, quien trabajaba en la fiscalía de Orange y parecía que tendría una carrera prominente en el partido conservador, era candidata para representar el distrito 74 de la asamblea, pero el tiempo ya no le alcanzó.
No se ha confirmado si Ernby estaba vacunada, aunque por sus declaraciones contra el mandato de la vacuna se ha asumido que no lo estaba, y su familia no ha confirmado lo contrario. No obstante, en el 2019, ella decía que no estaba contra las vacunas, sino contra los mandatos del gobierno.
Luego de llevar lo sucedió a las redes sociales, se ha levantado una lluvia de comentarios a favor y en contra de sus posturas sobre las vacunas de la ahora fallecida, especialmente en estos momentos que las infecciones de covid con la variante ómicron se han disparado.
Unos comentarios son respetuosos y bien intencionados, otros no tanto, pero la ponen como ejemplo para que la gente se vacune, dejando en claro que esto no debe de representar una acción política, sino un acto de vida o muerte.
De igual forma, los defensores más acérrimos del partido Republicano se burlan de los demócratas y los muestran como si fueran unos seres despreciables por utilizar el ejemplo de Ernby para que la gente no lo piense más y se inmunice.
Independientemente de las posturas políticas de cualquier persona, lo cierto es que en dos años esta enfermedad ha demostrado su alto nivel de mortalidad llevándose a 5.5 millones de seres humanos a nivel mundial, de los cuales 830,000 vivían en los Estados Unidos.
En California hasta el día de ayer 76,634 personas habían fallecido a causa del covid-19, mientras que en el condado de Los Ángeles 27,671 angelinos habían perdido la batalla. En el condado de Orange, lugar donde vivía Ernby, solo 5,901 personas habían perecido.
No podemos ignorar el hecho de que la vacuna ha ayudado a disminuir la mortalidad del coronavirus. Es más, podríamos decir que ahora el miedo de infectarse no es tan grande como el año pasado cuando la mayoría de la población no estaba vacunada.
Como dicen los especialistas, la vacuna no cura, pero si protege y disminuye el nivel de mortalidad. Un claro ejemplo es la disminución de muertes que ha habido desde que apareció la vacuna: actualmente, en promedio a nivel nacional, 1,200 personas mueren en un día, el año pasado en estas fechas, el número era de 3,400, según el Centro del Control de Enfermedades (CDC).
Con tanto dolor y muerte a nuestro alrededor en todo el mundo, la administración de las vacunas no debería ser un tema político, o como algunos estadounidenses manifiestan, que temen perder sus libertades solo porque el gobierno está solicitando que se vacunen.
Esto es un tema de salud y mientras más saludables estén las personas, más tiempo y esfuerzo podrán inyectar a su lucha por cualquier derecho que sea, pero si no tienen salud o están corriendo el riesgo de morir por no vacunarse, no habrá tiempo de lucha.
En el caso de Ernby, ella ya no podrá estar con su familia ni tampoco luchar por sus ideales.
Olvidémonos de la política por un momento y tomemos la vacuna como lo que es, un acto para proteger nuestra salud y no un acto político, independientemente de la afiliación partidaria. Recordemos que esa afiliación no nos servirá de nada si ya no estamos aquí para defender nuestros derechos.
Agustín Durán es editor de Metro de La Opinión en Los Ángeles.