Hija llega a la mayoría de edad y ayuda a su madre a obtener la residencia de EEUU

Los hijos nacidos en este siglo, la Generación Z, se muestran más deseosos de apoyar a sus padres para que obtengan un estatus migratorio

Socorro Gómez junto a su hija Miriam Santamaría quien pidió la residencia para su madre. (Cortesía/Paulina Herrera)

Socorro Gómez junto a su hija Miriam Santamaría quien pidió la residencia para su madre. (Cortesía/Paulina Herrera) Crédito: Paulina Herrera | Cortesía

Una mezcla de sentimientos inundaron a Socorro Gómez Mora, una inmigrante mexicana, quien durante 27 años vivió como indocumentada, al recibir la noticia de que ya es residente de este país, gracias a una petición presentada por su hija, ciudadana estadounidense.

Miriam Santamaría, hija de Socorro, es una de los miles de hijos de indocumentados nacidos en este país en el año 2000 o antes, que presentan una petición de residencia para sus padres, animados porque han crecido entre las campañas de presión por una reforma migratoria.

“Hace 8 días me avisaron que me había llegado la tarjeta de residencia. Entré en un shock. No lo podía creer. Me sentí tan bonito, tan hermoso. Por fin se hizo realidad mi sueño. Todo será más fácil ahora”, confía Socorro.

Nacida en el pueblo de Cuquío, Jalisco, México, emigró a Estados Unidos en febrero de 1995, cuando tenía alrededor de 19 años.

El 22 de enero del 2000, al dar inicio el nuevo siglo, dio a luz a su hija Miriam en Los Ángeles, California.

Miriam Santamaría feliz de ayudar a su madre Socorro a obtener la residencia. (Paulina Herrera/Cortesía)

Socorro tiene tres hijos, la mayor nació en México; sus dos hijas menores, entre ellas Miriam, nacieron en este país.

En la actualidad, es ama de casa, pero durante muchos años trabajó en el Hipódromo de Santa Anita y en el Hipódromo de Hollywood Park, paseando caballos de carreras. 

“Lo más difícil de no tener papeles es encontrar trabajo”, dice.

Sostiene que como todo inmigrante indocumentado, vivió muchos años con miedo, un temor que era compartido por sus hijos. Por eso fue que su segunda hija Miriam en cuanto cumplió 21 años, inició el proceso para solicitar su residencia.

“Estoy muy feliz y orgullosa de ayudar a mi mamá porque estuvo muchos años sin poder arreglar papeles”, dice la hija.

Socorro Gómez Mora junto a sus hijas hace varios años. Cortesía)

Desde el momento que entendió lo que significaba ser inmigrante, tuvo en mente la idea de apoyar a su madre, ya que vivía con el temor constante de que un día ya no regresara a la casa.

“Siempre me preocupaba cuando iba a la tienda o salía a los mandados. Temía que la deportaran. Cualquier cosa podía pasar y podíamos perderla. Me angustiaba mucho su estatus”. 

Otras de sus motivaciones para solicitar la residencia para su progenitora, fue que pudiera viajar a México.

“Es su sueño ir a su ranchito y ver a sus hermanos. Ellos platican por teléfono muy seguido con ellos, y le cuentan los problemas. Y a veces la miro muy preocupada  por no poder ir. Así que ahora con su residencia, por fin podrá encontrarse con su familia”.

Socorro dice que lo más duro durante estos 27 años de vida indocumentada en EE UU, ha sido no poder acompañar a sus padres en sus últimos meses de vida y darles el último adiós cuando murieron. 

“El primero en irse fue mi papá. Mi mamá cumple 6 años de fallecida este mes. Fue horrible estar lejos de ellos, saber que tus padres están enfermos y no poder estar cerca. Eso es algo que no se lo deseo a nadie”.

Socorro Gómez, su hija Miriam Santamaría junto al abogado Sergio Siderman. (Paulina Herrera/Cortesía)

Por todo esto, Miriam dice que en cuanto cumplió los 21 años, decidieron buscar la ayuda de un abogado de migración para que los ayudara a iniciar el proceso de residencia. 

“Nos pusimos las pilas para comenzar de inmediato con los trámites”.

Socorro recuerda que su hija, le dijo “¡Ma, vamos a ver al abogado!.. pero ella replicó asustada”¿Qué tal si no se hace? ¡Vamos a preguntar!”, le contestó su hija.

“Gracias a Dios que todo fue excelente y pude obtener mi residencia”, dice Socorro.

Cuando esta semana, les entregaron la tarjeta de residencia, a madre e hija les agarró el sentimiento y se pusieron a llorar de felicidad. 

“Estoy muy feliz y bien orgullosa de mi mamá”, dice Miriam, quien trabaja en el área de broadcasting del Hipódromo Santa Clarita, y cuyo sueño es ser maestra de estudiantes con necesidades especiales.

Socorro, la nueva residente de Estados Unidos, dice que su mayor deseo es viajar a México en cuanto reúna el dinero. “Tengo muchas ganas de ver a mis hermanos y sobrinos, y también quiero ir a la escuela para aprender inglés y encontrar un buen empleo”.

Pero además le gustaría ayudar a su compañero a obtener un estatus migratorio. Después de separarse del padre de sus hijas, se unió a un hombre con el que ha estado durante 18 años. 

“Nos estamos casados, pero si necesito casarme con él para ayudarlo, lo haremos”.

¿Cómo fue el proceso para obtener la residencia?

Socorro dice que le ayudó mucho que ella entró al país con una visa de turista. “El proceso fue rápido y no tuvimos ninguna complicación. Mi hermano fue el patrocinador de mi visa de residencia”.

Y cuenta que celebraron la residencia con una comida en la que todos estaban contentos y hasta lloraron. “Siempre tuve la esperanza de que a través de mis hijas, podría arreglar mis papeles. Mi hija mayor que nació en México, tiene 29 años. Ella vive en Las Vegas y está arreglando por medio de su matrimonio. Tengo una hija menor de 19 años. Miriam tiene ahora 22 años”.

Agrega que la residencia es una bendición que aún no lo cree. 

“Se acabó el miedo y ahora sé que estaré al lado de mis hijas y mis nietos para verlas crecer”.

Hijos que ayudan a sus padres

El abogado en migración Sergio Siderman, dice que el caso de Miriam es ejemplar.

Forma parte de una generación muy valiente y especial que en definitiva hará una gran diferencia entre nuestra comunidad migrante”.

Añade que aunque todos los hijos que ayudan a sus papás son extraordinarios, los nacidos en este siglo se muestran aún más deseosos y dispuestos, debido quizá a las diferentes campañas de concientización a favor de los inmigrantes.

Socorro Gómez junto a su hija Miriam Santamaría no puede creer que ya es residente permanente de Estados Unidos. (Paulina Herrera/Cortesía)

Requisito indispensable

Hace énfasis en que los padres que entraron caminando o en un auto, sin una visa de turista, lo que era muy común antes de 2001, si pueden arreglar.

“Quienes entraron con una visa de turista, como fue el caso de Socorro, cuando un hijo ciudadano pide la residencia, no necesitan salir del país para hacer la entrevista en el Consulado de Estados Unidos en Ciudad Juárez, pero necesitan un patrocinador, que no tiene que ser un hijo”.

Incluso menciona que los inmigrantes que entraron con visa de turistas y que sus hijos los piden, pueden solicitar un proceso expedito al presentar los formatos I-130 y I-485, que les permite obtener la residencia en un promedio de 6 a 11 meses.

“Si no presentan estas formas al mismo tiempo, el proceso se lleva hasta 2 años”.

Lo que si no deja de sorprender al abogado Siderman, es que en sus 24 años que lleva como abogado de migración, cada año, ve más y más gente, solicitando la residencia para sus padres. “Eso me gusta mucho”.

Su recomendación para los inmigrantes indocumentados es que vean a un abogado calificado para que analicen juntos las diferentes opciones para regularizar su estatus migratorio.

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