Tres latinas adultas retan a la pandemia y se gradúan de doctoras

La crisis de salud provocada por covid-19 no impidió que siguieran adelante con su educación superior y este mes se graduaron

Tres latinas, Laura Trejo, Iliana Baltazar e Iris Aguilar, con amplia experiencia profesional, obtienen su doctorado en USC. (Cortesía)

Tres latinas, Laura Trejo, Iliana Baltazar e Iris Aguilar, con amplia experiencia profesional, obtienen su doctorado en USC. (Cortesía) Crédito: Cortesía

Aún con todos los retos que significó la pandemia de covid-19, Laura Trejo, Iris Aguilar e Iliana Baltazar, tres mujeres latinas adultas, lograron concluir sus doctorados y se graduaron este mes de mayo en la Universidad del Sur de California (USC), demostrado que no hay obstáculos que no se puedan vencer para alcanzar los sueños.

Es un gran logro, si tomamos en cuenta que apenas el 2% de las mujeres latinas terminan un doctorado.

Laura es salvadoreña. Iris es panameña. Iliana nació en Los Ángeles, pero es hija de padres inmigrantes mexicanos.

Las tres tienen en común que son latinas, de mediana edad y una amplia experiencia profesional en diferentes campos.

Laura Trejo es directora del nuevo Departamento de Servicios para la Comunidad y la Tercera Edad del condado de Los Ángeles y fue la jefa del Departamento de la Vejez de la ciudad de Los Ángeles con tres alcaldes James Hahn, Antonio Villarraigosa y Eric Garcetti; Iris Aguilar, es subdirectora del Instituto Edward Roybal de USC; mientras que Iliana Baltazar es coordinadora de intervención de la escuela intermedia Thomas Alva Edison de Huntington Park.

Laura obtuvo su doctorado en trabajo social; Iris en planeación y desarrollo de políticas; e Iliana, en educación.

Laura Trejo ya es doctora en trabajo social por USC. (Cortesía)

Doctora en trabajo social

Laura Trejo, quien llegó de El Salvador a los 11 años, no podía estar más feliz y gozosa al graduarse como doctora en trabajo social (DSW) por USC.

“Para mí este doctorado significa seguir desarrollando mis capacidades y evolucionando como ser humano”, dice.

Si bien comparte que Iris, Iliana y ella ya no son muy jóvenes, más bien adultas, regresaron a la universidad a hacer su doctorado por la necesidad de prepararse aún más, para hacer un impacto en la comunidad y mejorar las vidas.

Laura tiene una licenciatura en psicología, dos maestrías, una en gerontología y otra más en administración pública. En total suma 4 títulos de USC.

“Cuando me dijeron que el programa de doctorado en trabajo social estaba pensando para personas como yo, decidí aplicar y me aceptaron”.

Y además le ofrecía la oportunidad de enfocarse en un problema social que desde hace cinco años la viene preocupando, el desamparo en el que viven las personas de la tercera edad.

“A través de mi doctorado en trabajo social, tengo las herramientas para abordar los factores que intervienen para que los adultos mayores pierdan su vivienda”.

Dice que aunque le hubiera gustado estudiar el doctorado, siendo más joven, no fue posible porque tenía que trabajar y otras inquietudes personales.

Ahora todos estamos viviendo más tiempo y por qué no hacer mi doctorado. El retiro que consiste en hacer lo menos posible, no existe para mí. El retiro para mí, es contribuir a la transformación de nuestras comunidades”.

Las doctoras Laura Trejo e Iris Aguilar, dos mujeres con amplia experiencia profesional. (Cortesía)

Pero además dice que volver a la universidad, 40 o 50 años después de que te graduaste de la licenciatura, te abre campos diferentes, porque la educación es uno de los grandes tesoros.

Laura comenzó el doctorado casi al tiempo que la pandemia irrumpía con fuerza en el país y en el mundo entero.

“Fue un período bastante difícil con niveles de estrés muy altos, pero hacer el doctorado me distraía de lo cotidiano y lo que estaba pasando”.

Así que dice que ella y sus compañeras que se graduaron de doctoras en diferentes especialidades, son las graduadas de la pandemia.

Cabe decir que Laura, Iris e Iliana son amigas de muchos años, pero nunca se pusieron de acuerdo para hacer el doctorado en la misma universidad, y jamás pensaron que se encontrarían en la ceremonia de graduación.

Doctora en planeación y desarrollo de políticas por USC, Iris Aguilar. (Cortesía)

Doctora en planeación y desarrollo de políticas

Iris Aguilar nació en Panamá, pero cuando tenía 12 años, a principios de los años 80, vino con su madre a vivir a Los Ángeles; y siempre fue muy dedicada.

“Primero estudié para enfermera vocacional en el colegio comunitario, luego la licenciatura la hice en trabajo social, y la maestría en administración”.

Platica que desde niña tuvo la idea que quería tener una licenciatura, el resto de estudios se fue dando. 

“Vi que era necesario hacer una maestría en administración, y estaba satisfecha, pero en una plática con una compañera, me comentó que yo debería hacer un doctorado y me dio la información”.

Se dio cuenta que hacer el doctorado le tomaría cuatro años, porque solo había que tomar una clase por semestre. “Me animé porque mis hijos ya estaban un poco más grandes”.

Y como sus padres viven con ella, les platicó de sus planes para volver a la escuela a hacer un doctorado porque iba a necesitar de su apoyo.

“Hazlo mientras podamos ayudarte, me dijeron”.

Se inscribió en 2017, terminó en agosto del año pasado, pero debido a la pandemia, la ceremonia de graduación de manera presencial, fue este mes.

“Recibí el premio por la mejor tesis del grupo del otoño e invierno”.

Las doctoras Laura Trejo e Iris Aguilar con la maestra María Arandas de USC que fue de gran ayuda para ellas. (Cortesía)

La ahora doctora (DPPD) Iris se siente feliz de haberse graduado, sobre todo porque quería que sus dos hijos varones, la vieran como un ejemplo.

“Quiero que mis hijos vean que cuando uno se traza una meta, la puede alcanzar con trabajo, sacrificio y dedicación”.

A las mujeres de mediana edad como ella, les dice que si es de su interés, hacer estudios superiores, lo hagan. 

“Podemos hacerlo porque hemos aprendido a balancear muchas cosas como mamás, como hijas, como mujeres adultas, para llegar a nuestras metas; y aunque el tiempo haya pasado después de que terminaron la licenciatura, todavía tienen la oportunidad de hacerlo”.

Comenta que estudiar un doctorado, siendo madre y trabajadora, no significa que no vas a estar presente en la vida de tu familia. “Muchas veces acompañé a mi hijo al béisbol, y me llevaba la computadora al parque para trabajar en mis clases mientras él jugaba”.

La doctora Iris es subdirectora del Instituto Edward R. Roybal sobre Envejecimiento de la Escuela de Trabajo Social Suzanne Dworak-Peck de la USC.

Estoy felicísima de haberme graduado, y ya con mi doctorado estoy buscando una nueva etapa, en la que tenga más oportunidades de ayudar a hacer cambios en los servicios y la información que recibimos”.

Los doctorados de Laura, Iris e Iliana no son un doctorado (PH), que normalmente hacen los profesores que se quieren dedicar a la investigación.

“Nuestros estudios ‘son un doctorado en una profesión’ que se concentra en ejercer como doctora en una carrera”, explica la doctora Iris.

Iliana Baltazar es doctora en educación por USC. (Cortesía)

Doctora en educación

De las tres, Iliana es la única que nació en Los Ángeles, y es hija de inmigrantes del estado de Jalisco, México.

“Estudié la licenciatura en biología, hice una maestría en educación multicultural, y fui maestra de ciencias durante 15 años”.

Su doctorado en educación está enfocado en liderazgo y cambio didáctico para enseñar a los maestros a desarrollar una mentalidad que inculque a los estudiantes desfavorecidos, que pueden cumplir sus metas, sin importar de dónde vienen y sus circunstancias de pobreza.

“Siempre fue mi sueño hacer un doctorado en USC sobre todo porque mi papá trabajaba en mantenimiento; y yo había querido entrar ahí a hacer mi licenciatura, pero no me aceptaron, a pesar de ser una de las mejores estudiantes, pero eso fue porque me faltó una clase de arte para poder entrar”.

Hacer un doctorado en plena pandemia fue difícil, reconoce, especialmente porque durante su trabajo tenía que pasar todo el día con los estudiantes en la computadora, y luego seguir de 4 de la tarde a 10 de la noche con el doctorado, también con clases en línea”.

Pero dice que eso le ayudó a entender a sus estudiantes, porque ellos tenían que pasar muchas horas frente a la computadora para tomar sus clases. 

Además encontrar el balance entre el trabajo, las clases y la familia, fue todo un desafía mientras estudiaba el doctorado.

Pero ya graduada como doctora, se siente muy orgullosa.

“Me convertí en una inspiración para mis sobrinas. Ellas vieron todo es posible”.

Y debido a que ya no es una jovencita, dice que el factor de la edad, por momentos mientras hacía el doctorado, la hizo sentirse presionada. 

A veces me preguntaba qué estoy haciendo aquí con esta gente joven, y me decía a mí misma, que yo ya no tenía su capacidad”.

Pero pese a todas sus dudas, se propuso terminar lo que había comenzado, y se convenció de que aunque ya no era tan joven, su experiencia no la tenían sus compañeros.

“Creo que es muy importante al estudiar una maestría o un doctorado, cuando tenemos más edad, que contemos con un grupo de apoyo, que nos permita cuidarnos a nosotras mismas”.

Y no le queda duda, de que el doctorado en educación, le abrirá nuevas puertas para posiciones donde pueda poner en marcha su pasión por ayudar a los estudiantes de menos recursos.

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