Defensora de las madres deportadas regresa a EE.UU. con una visa humanitaria

Estuvo deportada en México 11 años, pero hoy la administración de Biden le permite reingresar con un permiso de un año, tiempo en el cual espera arreglar su estatus

Yolanda Varona al cruzar la frontera es recibida por su esposo, el veterano Héctor Barajas. (Cortesía Yolanda Varona)

Yolanda Varona al cruzar la frontera es recibida por su esposo, el veterano Héctor Barajas. (Cortesía Yolanda Varona) Crédito: Cortesía

Yolanda Varona, quien fue deportada a México el 1 de enero de 2011, y a partir de su deportación, creó el grupo Dreamers Moms USA/Tijuana para dar apoyo a las madres deportadas como ella, logró lo que parecía imposible, regresar a Estados Unidos con una visa humanitaria por un año.

“Espero que durante este año pueda obtener mi visa U (una visa que se entrega a las víctimas de crímenes), la cual solicité y que está en proceso”, dice más que emocionada.

Me siento entre las nubes; y agradecida con Dios y todos los que me han ayudado para hacer realidad mi regreso”.

Yolanda también le apuesta a obtener la residencia por medio de su esposo, Héctor Barajas, un veterano del ejército de Estados Unidos, quien al ser deportado a México, se convirtió en líder de los veteranos deportados.

Yolanda Varona es abrazada por su hija. (Cortesía Yolanda Varona)

Yolanda y Héctor se casaron en las playas de Tijuana, hace casi 2 años, a pocos metros del lugar donde se conocieron años atrás cuando ambos estaban deportados.

“Al cruzar la frontera esta mañana, ya me esperaban mis hijos y mis 6 nietos con globos, música y baile”.

Originaria de Guerrero, México, Yolanda tenía 18 años de vivir como indocumentada en Estados Unidos, en la ciudad de El Cajón en el condado de San Diego, cuando se le ocurrió salir a México en diciembre de 2010.

“Yo crucé la frontera porque quise hacerle el favor a una viejecita de 82 años que quería venir a ver a su familia a México y nadie quería traerla a Tecate [Baja California]. Me vine hasta con las llaves del negocio de comida rápida donde trabajaba. Ni siquiera les di un beso a mis hijos”, recuerda.

Yolanda Varona es abrazada por su nieta Frida, a quien le prometió hace 8 años acompañarla a la escuela.(Cortesía Yolanda Varona)

Pero el mundo se le vino encima, cuando el 31 de diciembre de 2010 fue arrestada al intentar regresar al país; y el 1 de enero de 2011, la deportaron.

“En un abrir y cerrar de ojos cambió mi vida. En El Cajón se quedaron mi hija de 16 años y mi hijo de 22 años”.

De la misma manera, dice que esta vez su vida dio un giro inesperado, ya que apenas el jueves 2 de junio, le avisaron que le concedieron una visa humanitaria, bajo un nuevo programa de la administración Biden, que autoriza este documento a los familiares de los veteranos deportados.

“En estos 11 años que he vivido en Tijuana, solo mi hijo que es ciudadano podía visitarme. Hasta ahora mi hija está arreglando su residencia”.

Verónica no oculta su emoción. “Siento que resucite. Aún no puedo creer que esté acá de vuelta”.

Dice que sus planes son disfrutar al máximo a su familia.

“Por primera vez pude ir a recoger a mi nieta a la escuela como se lo había prometido”.

Yolanda Varona regresa a Estados Unidos. (Cortesía Yolanda Varona)

Una de las primeras cosas que hizo al cruzar la frontera fue ir a desayunar con su esposo y su familia a un restaurante.

“La verdad estoy traumatizada. Sentí un poco de miedo y ganas de meterme debajo de la mesa cuando vi entrar a la gente al restaurante. Tengo miedo al rechazo; y hasta de ya no caber en la vida de mis hijos”.

Pero cuando ese sentimiento desaparece, Verónica dice que se siente inundada de felicidad.

“Quiero gritar de gusto; aunque hay momentos que no me la creo. Pienso que no es cierto, que ya estoy acá”.

Si bien quiere seguir apoyando a las mujeres deportadas, confiesa que necesita darse un espacio para enfocarse en su familia, a la que siempre soñó tener cerca cuando estaba en Tijuana, llena de tristeza, separada de ellos.

En 2016 con la asesoría de Sophia Sobko, una maestra, inmigrante rusa radicada en San Francisco, Yolanda participó en un proyecto que consistió en hacer que su grupo de madres deportadas escribiera sus historias en forma de cuentos infantiles como un regalo de Navidad para sus hijos.

Yolanda Varona y Héctor Barajas se casaron hace casi 2 años en plena pandemia. (Cortesía Yolanda Varona) Crédito: Cortesía

Yolanda título el libro La ciudad más triste del mundo en alusión a Tijuana, la frontera en la que habitan decenas de miles de deportados que buscan regresar a Estados Unidos. 

Hoy la cara de permanente desolación que tenía Yolanda en Tijuana, se ha llenado de una sonrisa muy grande.

“Héctor y yo vamos a buscar un lugarcito donde vivir en San Diego”, dice entusiasmada.

Su esposo, el líder de los veteranos deportados, reconoce que también está feliz porque ya van a poder estar juntos, sin tener que estar separándose a cada rato.

Barajas fue deportado en 2011. En 2013, un año antes de conocer a Yolanda, fundó la Casa de Apoyo para los Veteranos Deportados para ayudar a los militares deportados a México con servicio médico, y otros apoyos para integrarse a México, la patria desconocida a la que dejaron siendo niños.

En abril de 2017, el gobernador de California le perdonó a Barajas el delito que le ocasionó la deportación.

Barajas solicitó la reinstalación de su residencia en 2016; y en abril de 2018, en una emotiva ceremonia en San Diego, prestó juramento como ciudadano de Estados Unidos.

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