En Choix, el lugar donde cayó Caro Quintero, hasta los niños portan armas

El llamado “Narco de narcos” se sentía seguro en esa zona, pues resulta toda una fortaleza por la gran cantidad de “halcones” o vigías que resguardan los accesos a la comunidad.

Arco de bienvenida a Choix

Si una persona ajena llega a la región, inmediatamente varios jóvenes en motocicletas alertan a la población sobre la presencia de alguien extraño. Crédito: @sspsinaloa1 | Cortesía

El municipio de Choix, enclavado en la sierra de Sinaloa, cobró notoriedad durante los últimos días, debido a que en esa región se escondía el narcotraficante Rafael Caro Quintero al momento de su captura

El llamado “Narco de narcos” se sentía seguro en esa zona, especialmente en el poblado de San Simón, ya que para llegar ahí se deben recorrer largos caminos de terracería que a veces resultan inaccesibles, especialmente en épocas de lluvia.

Por si fuera poco, Choix resulta toda una fortaleza para los capos locales por la gran cantidad de “halcones” o vigías que resguardan todos los accesos a la comunidad.

De esta manera, si una persona ajena llega a la región, inmediatamente varios jóvenes en motocicletas comienzan a salir y dar vueltas, alertando a la población sobre la presencia de alguien extraño.

El 17% de los habitantes de Choix, según el último censo del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2020, carece de vivienda digna. Algunos habitan casas con paredes de lámina y cartón, techos inestables y pisos de tierra como si se tratara de otra época en México.

Durante una entrevista para el diario Milenio, un sacerdote en Choix, quien pidió anonimato por motivos de seguridad, reveló que en esa zona el contacto con el crimen organizado es parte de lo que la población vive a diario, y que, incluso, es normal que porten armas “desde los niños hasta los más adultos”. 

Asimismo, también es común la instalación de retenes por parte de civiles armados para evitar el ingreso de algún grupo rival del crimen organizado.

El sacerdote recordó que la primera vez que fue parado en uno de esos retenes tembló de miedo. “Esa ocasión me pregunté: ‘¿En dónde estoy?’ El temor se apodera. Al final terminas de darte cuenta que detrás de una capucha, detrás un chaleco, detrás de un arma, hay personas que realmente tienen corazón”, declaró.

Y es que, pese a convivir con la violencia característica de la región, el padre aseguró que en estas comunidades serranas dominadas por el narco no ha sufrido ninguna falta de respeto.

Por último, el religioso señaló que, durante su experiencia, padres de familia le han pedido que hable con sus hijos para que no formen parte del crimen organizado. “Hay quienes sí están dispuestos a escuchar, hay otros que no y te dicen: ‘estoy grande, es mi vida’”, relató el párroco, quien agregó que en Choix ha “encontrado la necesidad de personas que quieren ser tocados por Dios”.

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