Crimen organizado cobra cuotas a los migrantes que quieren ir hacia EE.UU.

Migrantes mexicanos que deciden dejar sus comunidades para viajar a Estados Unidos tienen que pagar cuotas a extorsionadores para no correr peligro ni ellos ni sus familias

Crimen organizado cobra cuotas a los migrantes que quieren ir hacia EE.UU.

Migrantes pagan cuotas para poder pasar a los EE.UU.. Crédito: PEDRO PARDO | AFP / Getty Images

MEXICO.- Gabriel Salazar pasó de tener un empleo formal  y estable en una empresa cervecera al sur del Estado de México a buscarse la vida en Estados Unidos porque no tuvo opción: o daba dinero al crimen o lo mataban.

Antes de salir de su pueblo, este emigrante, que por motivos de seguridad cambió su nombre, se enteró de algo más: estaban cobrando cuotas si se enteraban de que dejaría la región rumbo a Estados Unidos.

Una nueva modalidad de extorsión: cuotas por emigrar.

Gabril Salazar, como ahora prefiere que le llamen, comenta que el problema fue progresivo: empezaron cobrando cuotas, luego derecho de piso. Posteriormente, incidieron en el control de ventas de la cerveza.

Pero  el punto de quiebre para la empresa fue cuando secuestraron un camión de la marca, con producto y personal porque él intentó en su momento abrir su negocio, cuando cerró el depósito de la cerveza donde trabajaba.

La empresa optó por reubicar a la mayor parte de los trabajadores a un área más segura”, detalló en entrevista telefónica. “Yo no me quise cambiar porque quedaba lejos de mi familia”.

Alejandro Hope, analista de seguridad nacional, detalló que dentro del catálogo de delitos la extorsión tiene un desarrollo muy peculiar en México debido a que: “Se ha vuelto más visible y se ha ido expandiendo a sectores que en el pasado no estaba afectando”. 

Según la encuesta nacional de victimización y percepción de la seguridad pública hay aproximadamente cinco millones de intentos de extorsión. De ellos,  el 95% son telefónicos y 5%, presenciales.

 “El 5%  son 250 y 300,000 extorsiones presenciales y si de esto hay al año unas 5,000 carpetas, significa que  da una cifra negra del 99%”, detalla Hope.  

“Lo problemático de estas cifras es que no se sabe con exactitud la magnitud del crecimiento de la extorsión, porque los números no son contundentes. Los datos conocidos son esencialmente anecdóticos. Esto recae en el hecho de que la extorsión es uno de los delitos que menos se denuncia”. 

Gabriel Salazar, menciona que estuvo dos años sin trabajo antes de iniciar un negocio propio. Fue entonces cuando abrió un comercio de venta de cerveza. 

Sin embargo, los problemas volvieron cuando grupos delincuenciales entraron a competir con los mismo productos; acapararon la venta de cerveza y de otros productos. 

“Ya no pude competir con la Familia Michoacana”.

Este grupo es acusado de controlar la economía de la región a través de amenazas y sin un Estado de derecho que se los impida.

Según Hope, los extorsionadores se concentraban primordialmente en el mercado ilícito o informal: en puestos callejeros, narcotiendas menores, etcétera. No obstante, las amenazas y chantajes se han expandido a cada vez más actividades. Esto tiene repercusiones más serias porque los ingresos son mayores cuando entran a la economía legal.

Una de las peores consecuencias de esto es que personas que están en actividades legales y pertenecientes a cierto sector de la actividad económica pasen a la actividad informal, ya que tienen que buscar espacios donde puedan trabajar o tener un desarrollo económico. 

Al verse sin alternativas, Gabriel Salazar tomó la decisión de migrar a Estados Unidos. Es aquí cuando supo de otra de las dimensiones de la extorsión: cobrar cuotas a los que deciden irse de México. 

Ellos tienen dos maneras de ser: una es amedrentan a los delegados de cada colonia, de cada municipio, de cada comunidad.  Tienen que estar informándoles de quiénes son las personas que se van. La otra es que también tienen a los coyotes, y a los coyotes también los amedrentan y les dicen que tienen que estar alineados”, comenta en entrevista. 

La vulnerabilidad de quienes están sometidos a las extorsiones o al crimen en general recae en qué tanto pueden defenderse o si llegan a denunciar. 

Los migrantes son de las personas que menos denuncian porque su seres queridos quedan expuestos. Los puntos en los que se ven obligados a pagar son: en los traslados, en la salida de México y entrada a EEUU.

Alejandro Hope precisa que  las extorsiones perjudican principalmente a dos grupos de personas: aquellos que son vulnerables en tanto que participan de actividades informales y a aquellos que no denuncian el delito. En el caso de los migrantes, se entiende que participan de ambas categorías. 

En el pueblo de Gabriel Salazar, las autoridades están coludidas. No por voluntad sino porque un día los criminales llamaron al comisario (delegado) y lo obligaron a denunciar quién se iba del pueblo. O le daban un tiro.

Una vez que se enteran quién se va, son obligados a irse con coyotes del crimen organizado que son los mismos de siempre pero coludidos o intimidados para colaborar.

Los emigrantes deben pagarle al delegado para salir. Si no se van con un coyote del “registro”, deben avisarle al delegado. “Si el cruce cuesta 9000 dólares, el coyote cobra 11,000 porque debe dejar la cuota, pero debe pagar por anticipado”, cuenta Salazar.

 “Se pagan dos cuotas. Una, la del pueblo, y lo que tiene que pagar del cruce. Son  4,000 dólares antes de cruzar y el resto después”. 

La cuota para cruzar la frontera tiene caducidad. Si una persona no cruza en los siguientes tres meses, por la razón que sea, se le vuelven a cobrar. O que si algún emigrante pasa por Laredo, puede ser interceptado por un comando armado.

 “Si te ven chavo, te ven con una sola mochila, te dicen ‘¿sabes qué? Bájate’, y te secuestran o no te secuestran y te llevan con sus coyotes. Y aún con sus coyotes, si pasaste bien, si no pues… ”

Es tu problema como emigrante. 

El analista Hope considera que el problema de extorsión  podría solucionarse con un cambio del sistema judicial, para que la atención a las víctimas sea más directa y no pase por la burocracia del Ministerio Público. 

Gabriel Salazar no pagó la “cuota del pueblo” porque cuando decidió irse se encontraba fuera, pero sí tuvo que pagar la cuota en la frontera. 

Lamenta que para aquellos que salen del país y no “avisan”, siempre queda la posibilidad de que los extorsionadores se la cobren a las familias. “Se están ensañando contra los más pobres”.

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