Niño hispano muere al ser atropellado por conductor que no cede el paso
Gabriel caminaba unos tres pasos delante de su papá en el cruce de peatones marcado con la señal intermitente de derecho de paso
La vida del pequeño Gabriel Alexander Garate de tan solo 7 años se apagó en unos segundos al ser atropellado por un conductor que no le cedió el paso en un cruce peatonal en la ciudad de Long Beach. La comunidad se ha volcado en muestras de solidaridad para la familia del menor.
Pero su familia necesita de tu apoyo para sepultar a Gabriel. Puedes hacer donativos en la página de GoFundMe: Loving memory of little Gabriel Alexander Garate.
“Mi niño Gabriel murió en mis manos, en mis brazos. Lo dejaron sin cerebro, sin brazos, sin ojos. Yo estuve gritando como loco hasta que llegó la policía y me sentaron en una banca”, recuerda ahogado en llanto Francisco Garate, padre de Gabriel.
La tragedia ocurrió el martes 26 de julio como a las 5:22 de la tarde cuando Francisco y su hijo Gabriel se dirigían caminando a un parque cercano a jugar béisbol.
“Su tía lo recogió de la escuela, lo llevó a comer a Hole Mole, donde pidió tacos, su comida favorita; y cuando llegué del trabajo, me dijo que quería ir a jugar béisbol. Le gustaba mucho el béisbol; y le pregunté si íbamos en el carro, me respondió que mejor fuéramos caminando. El parque Stearns Champions está a tres cuadras de la casa”.
Padre e hijo estaban cruzando el bulevar Lakewood rumbo al este en la calle 23, cuando el tripulante de una camioneta pick up Dodge 2005, embistió a Gabriel al dar vuelta a la izquierda.
“Mi niño había apretado el botón para cruzar la calle, y cuando comenzamos a caminar, él se me adelantó unos tres pasos; y en eso, la camioneta se lo llevó al dar la vuelta, y lo mató en segundos”.
A un lado tirados en la calle, quedaron su bate y el resto del equipo de béisbol del menor.
El hombre que le quitó la vida a Gabriel se paró unos 20 pies adelante, pero nunca se acercó al lugar de los hechos.
“No ofreció ningún tipo de ayuda. Solo se paró, se fue a una banca y se quedó mirando a lo lejos”.
Gabriel era el único hijo de Francisco. En 2015 había nacido en la ciudad de Torrance en el condado de Los Ángeles. El niño vivía durante la semana con su padre, y el fin de semana se iba con su mamá Dawn.
“Mi niño era mi mejor amigo. Teníamos una relación muy cercana”, dice el padre.
Gabriel estudiaba en la escuela primaria Bixby de Long Beach.
“Acababa de terminar el primer grado y estaba listo para entrar al segundo”.
Su padre describe a Gabriel como un niño muy carismático, que se encariñaba fácilmente con las personas y era fácil de hacer amigos.
“Me cuidaba y cuando salía a cenar, siempre me traía tacos”.
Pero además dice que su hijo hablaba muy bien inglés y español.
“Yo quise que estuviera en los programas de doble inmersión y educación bilingüe para que dominara ambos idiomas”.
A cuatro días de la devastadora desgracia, Francisco lamenta que el conductor que le arrebató la vida a su hijo haya salido libre bajo el pago de una fianza de $50,000, un día después, el miércoles 27 de julio.
“No sé si no nos vio cuando íbamos cruzando, pero un testigo que miró todo, dice que sí nos vio, pero que le quiso ganar al niño. No sé lo que pasó realmente. Lo que sí sé, es que perdí a ‘mi baby’ un inocente”.
El autor de la muerte de Gabriel es James Barnes, de 57 años y residente de Desert Hot Springs, una ciudad en el condado de Riverside, California.
Según declaraciones a la policía hechas por el conductor, no vio al niño.
Aunque salió libre, Barnes está acusado de homicidio vehicular con negligencia grave.
“No tenía derecho a dar vuelta a la izquierda. Yo espero que lo lleven a juicio y que sea condenado con el apoyo de la comunidad”, dice el papá de Gabriel.
Al afligido padre le reconforta todo el cariño que ha recibido de la gente, conocidos y extraños.
“Se han portado muy bien. Se siente su amor y apoyo. Gente que ni conozco se ha solidarizado con nosotros”.
Y recuerda que en vida su hijo fue un verdadero angelito.
“No lo digo porque sea su padre, pero era muy inteligente, muy querido, amable. Le gustaba ir a la playa, salíamos juntos a comer, mirábamos películas y jugábamos videojuegos. Gabrielito era todo en mi vida”, dice desconsolado.
Acepta que los accidentes suceden, pero no algo que pudo prevenirse. “No tenemos derecho a quitarle la vida a un niño por conducir de manera irresponsable. Lo que le pasó a mi hijo, puede pasarle a cualquier otro niño. Gabrielito no tenía porque morir”.
Amarilis Rosales, tía de Gabriel, dice que como madre nunca piensas que una gran tragedia pueda ocurrir a uno de tus hijos.
“Cuiden mucho a sus niños. Hay gente que no le importa cómo manejan. Andan a toda prisa y no piensan que pueden destruir una vida para siempre. Un padre nunca debería tener que enterrar a su hijo”.
Y critica que hayan dejado libre al conductor que le quitó la vida a Gabriel.
“Es un hombre libre quien tras pagar una fianza se fue a su casa, mientras que Gabrielito nunca regresó a su hogar. Es injusto. No frenó al dar la vuelta y paró hasta muy tarde cuando se había llevado la vida de una preciosidad de niño”.
El Departamento de Policía de Long Beach pidió a cualquier persona con información sobre el incidente que llamen a los detectives Joseph Johnson o Kevin Johansen al 562-570-7355.
Tristemente, Gabrielito no es el único niño que ha muerto atropellado al cruzar una calle en Los Ángeles.
En octubre de 2019, Alessa Fajardo una niña en edad preescolar fue asesinada por un conductor en el barrio de Koreatown de Los Ángeles, al cruzar con la luz a favor del cruce de peatones, cuando iba de la mano de su madre. La tragedia ocurrió a unos pasos de su escuela.
Cada año, cientos de peatones son lesionados por conductores. En 2019, fueron asesinados 134 personas que caminaban en Los Ángeles. Se trata de una muerte cada dos días y medio.
Según un reporte de la Governors Highway Safety Association, en 2021, California tuvo 470 muertes de peatones, comparado con 463 de 2020 y 460 de 2019.