La secta Adolfo de Jesús Constanzo y los asesinatos en Rancho Santa Elena
La secta del narcotraficante Adolfo de Jesús Constanzo asesinó a más de 20 personas en su Rancho Santa Elena.

El líder de la secta no apareció hasta el 6 de mayo. Crédito: Spencer Platt | Getty Images
El líder de la secta Adolfo de Jesús Constanzo sacrificó a otra víctima humana en su remoto complejo del desierto mexicano Rancho Santa Elena. Cuando la víctima no pidió clemencia antes de morir, Constanzo envió a su gente a buscar otro sujeto para torturar y matar.
Los devotos de la secta secuestraron al estudiante universitario estadounidense Mark Kilroy afuera de un bar en Matamoros, México, Constanzo, sin darse cuenta, puso en marcha la caída de su culto.
Hasta entonces, Constanzo y su secta habían matado ritualmente a por lo menos veinte personas, y tal vez hasta 100. Había escapado a la detección porque sus víctimas eran casi exclusivamente prostitutas, vagabundos y traficantes de drogas, pero cuando Mark Kilroy desapareció, se convirtió en un incidente internacional que centró la atención en los esfuerzos de aplicación de la ley en México.
Se presionó a las autoridades de México para que intensificaran su campaña contra el contrabando de drogas a través de la frontera de Texas.
El 1 de abril, Serafín Hernández, miembro de una secta y sobrino del líder de la red de narcotráfico de la familia Hernández, que había contratado a Costanzo para usar magia negra para obtener ganancias y protección, atravesó un control policial. Aparentemente, en realidad creía que las pociones mágicas que Constanzo vendía a los traficantes de drogas funcionaban.
Hernández pensó que era invisible para la policía y condujo a la policía directamente a Rancho Santa Elena, donde los oficiales encontraron una gran cantidad de drogas y armas.
Los discípulos del culto que fueron arrestados comenzaron a contarle a la policía sobre los sacrificios humanos en el Rancho Santa Elena.
En una semana, las autoridades encontraron 27 cuerpos mutilados, incluido Mark Kilroy, en o cerca de la sede del culto. Cuando la policía allanó la casa de Constanzo en la Ciudad de México, encontraron una cámara de tortura escondida y una gran cantidad de pornografía, pero ni rastro del propio Constanzo.
El líder de la secta no apareció hasta el 6 de mayo, cuando entró en pánico y abrió fuego contra la policía que iba de puerta en puerta en busca de un niño desaparecido. Se produjo un intenso tiroteo y, cuando la policía se acercó, Constanzo insistió en que uno de sus asistentes, El Duby, le disparara. Constanzo estaba muerto cuando finalmente irrumpió la policía.
Las otras cohortes sobrevivientes de El Duby y Constanzo fueron juzgadas y condenadas por los asesinatos en Rancho Santa Elena.
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