Masacre de la familia Le Barón: A tres años de uno de los peores hechos de violencia en México

El 4 de noviembre de 2019 fueron asesinados tres madres y seis menores de edad. A tres años de lo ocurrido, las imágenes de la infamia siguen presentes

Masacre de la familia Le Barón

En esa tragedia una de las madres y tres de sus hijos murieron calcinados. Crédito: Herika Martínez | AFP / Getty Images

Los hechos violentos se cuentan por miles en México, pero algunos, por su crueldad, trascienden de las páginas de la historia sangrienta del país a la memoria colectiva. Tal es el caso de la masacre de la familia Le Barón -pertenecientes a la comunidad menonita- ocurrida el 4 de noviembre de 2019, en la cual fueron asesinados nueve integrantes, tres madres y seis menores de edad. A tres años de lo ocurrido, las imágenes de la infamia siguen presentes.

Pese a lo cruento del crimen, de lo que las fotografías dieron cuenta, hubo historias sorprendentes de otros menores que viajaban con sus madres en los vehículos atacados, pero que valiente y tenazmente lograron sobrevivir, y para lograrlo tuvieron que pasar varios periplos.

Tres años después de la masacre, la familia exige justicia, recuerda a quienes les fueron arrebatados de manera ruin, mientras que otros más decidieron abandonar sus hogares en las comunidades cercanas a la zona, pues los cárteles del narcotráfico se han apoderado de ellas y buscan evitar ser víctimas de una tragedia.

Corazones rotos y pueblos fantasmas es otra de las caras que dejó la cobarde masacre en la que las víctimas fueron mujeres y niños. Esto expuso lo vulnerables que están estos sectores de la población.

Adrián Le Barón compartió en sus redes sociales la manera en que recordó a su hija María Rhonita y sus tres nietos, quienes fueron calcinados en su propio vehículo. Junto a otros familiares y miembros de la comunidad asistieron al panteón municipal de Galena, y con velas recordaron a sus seres queridos.

En esto nos han convertido, nos condenaron a ver sus fotos, a vivir con este dolor. Yo camino solo con mi dolor y me duele saber que a nadie le importa, que a las autoridades no les importa la impunidad y la injusticia, por eso quiero invitar a todas y todos los mexicanos que, aunque nos duela, nos demos cuenta de esta desgracia que vivimos día con día miles de padres y madres, miles de hijos e hijas y que nos unamos para exigir justicia”, dijo Adrián Le Barón.

Shalom Tuckers, madre de Rhonita, declaró el 4 de noviembre como día de luto nacional por todas y todos los hijos arrebatados por la violencia.

De acuerdo a declaraciones que Adrián dio al El Heraldo de Chihuahua, está enojado porque a 36 meses de la tragedia no se ha realizado ninguna audiencia intermedia de los 31 detenidos vinculados con el crimen.

La masacre

El 4 de noviembre de 2019 Rhonita, Dawna Langford y Christina Marie Langford Johnson iban por un camino de terracería que conecta la comunidad que habitaban en Chihuahua con Sonora, A bordo de camionetas viajaban, la primera con siete niños, la segunda con cuatro y la última con un bebé, cuando uno de los vehículos sufrió un pinchazo y esperó en el camino por un repuesto.

Un vuelco desgarrador ocurrió, pues el neumático de repuesto no llegó, pero sí miembros del crimen organizado -identificados por la Fiscalía como Los Jaguares- que comenzaron a rafaguearlas. Una de las balas impactó el depósito de gasolina de la camioneta, lo que provocó un incendio. La madre y tres de sus hijos -dos bebés de meses- murieron calcinados.

Cuando las otras mujeres arribaron al lugar fueron recibidas a balazos, de acuerdo a los testimonios de los niños sobrevivientes, Christina Marie, una de las víctimas, bajó del auto con las manos en alto. Quiso decir a los agresores que sólo viajaban mujeres y niños. No la escucharon y le dispararon en el pecho.

Tras una lluvia de balas los sicarios bajaron de donde estaban y sacaron a los niños sobrevivientes de los vehículos, solo uno de ellos no estaba herido, Devin, por lo que tras resguardar a sus hermanitos les dijo que iría a buscar ayuda.

Presa de la desesperación, Mackenzie, quien entonces tenía 8 años y una herida de bala en la muñeca, dejó el lugar en el que estaba y caminó 14 kilómetros para pedir ayuda. Permaneció varias horas en calidad de desaparecida, pues cuando la familia llegó al lugar era la única que no estaba.

Los infantes pasaron alrededor de diez horas consecutivas heridos y solos, con la única esperanza de ser rescatados y recibir ayuda, tras haber presenciado el asesinato de la mayor parte de su familia.

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