Miles de motociclistas de ambas californias alegran la vida a la niñez fronteriza
Con juguetes en mano, los individuos de barba crecida, gafas oscuras y aspectos rudos llevaron la Navidad a los más desprotegidos de Tijuana
De pronto miles de sujetos, en su mayoría de edad mediana, con barba crecida, gafas oscuras, con aspectos de legendarios hombre rudos, comenzaron a circular por calles de Tijuana montados en ruidosas motocicletas, en las que acomodaron regalos con características totalmente contradictorias a su personalidad, eran unos osos de peluche, muñecas, carritos de bomberos que, en un momento, comenzaron a entregar a otros miles de niños.
“Santa Clos vino en una moto”, dijo Oscarito González de cinco años, “me trajo esta bolsa de dulces y este muñeco que se mueve con baterías”, e inmediatamente mostró un personaje de la película Toy Storey.
Vinieron muchos Santas, todos en motos, reviró su mamá, la señora Matilde Ruíz.
Oscarito fue uno de cerca de cinco mil niños a quienes asociaciones de motociclistas del sur de California, Baja California e incluso de Alaska y Canadá se unieron para la 37 entrega anual “recorrido del juguete”, que cada diciembre cerca de navidad lleva regalos a los niños tijuanenses.
Todos los motociclistas del sur de California se concentraron desde temprano el domingo en las inmediaciones de una distribuidora en la ciudad de El Cajón, en el este de San Diego a unas 20 millas de la frontera.
Cuando se reunieron todos los contingentes, circularon juntos hacia las garitas que se unen con Tijuana, alguno se dirigieron a San Ysidro pero la mayoría hacia Otay, donde ya los esperaban cientos de sus colegas motociclistas propietarios de motos de la marca Harley Davidson de la organización Solo Ángeles de Tijuana.
“Yo los vi cuando venían”, dijo don Raúl Hernández, quien llevó a su nieto por algún juguete. “Ya cuando pasaron el aeropuerto y venían por la bajada por la colonia Libertad se veían como un río de motos; de verdad, parecía un río, interminable. Pasaban y pasaban y no se acababan”, dijo el abuelo.
Los primeros contingentes que llegaron de diversas ciudades de Baja California no encontraron obstáculos en el camino. “Lo que pasa es que cruzamos la ciudad a la hora en que estaba la final del mundial; todo mundo estaba encerrado en sus casas viendo Argentina-Francia”, dijo Sergio, de la delegación que llegó de Ensenada.
Pero en el fin de semana en que las empresas les acababan de entregar el aguinaldo a sus trabajadores y empleados, y una vez que Argentina venció a Francia y la gente se vació a las calles, ver pasar en motos a miles de sujetos con aspecto rudo y medio mal encarados fue un espectáculo para muchos en la ciudad.
“Son miles, pero no sabemos en realidad cuántos vinieron”, dijo a La Opinión el vocero del evento, David “Speedy” González.
“Nosotros lanzamos la convocatoria abierta a las asociaciones de ambos lados de la frontera y se pueden sumar todos los que quieran venir a hacerles el día a nuestros niños tijuanenses”, explicó el portavoz.
Entre quienes avisaron que llegaban, se unieron personas de los condados de Riverside, Los Ángeles, Orange, San Bernardino, San Diego e Imperial, pero al menos unas personas informaron que llegaban desde Alaska con amigos de Canadá, porque aprovechaban que viajaban al sur para navidad, tal vez para escapar del frío.
“Hasta esta mañana, yo te habría dicho que vinieron unos 4,000 motociclistas de asociaciones, pero ahora hay personas que mencionan hasta 7,000, la verdad no lo sabemos y va a ser muy difícil averiguarlo”, dijo Speedy.
Las reglas para participar eran fáciles pero importantes. Podían unirse al evento los propietarios de motocicletas de mayor caballaje, especialmente si sus motos eran Harley, y debían venir con la intención de colaborar a la felicidad de por lo menos un niño o una niña.
Así que llenaron tanques con gasolina que ha bajado de precio 77 días consecutivos en California, compraron juguetes y marcharon en California a El Cajón y en Baja California a Tijuana.
“Las otras reglas son que trajeran cuando menos un juguete nuevo, pero sin envolver para regalo, a la vista, y que fueran juguetes no bélicos”, dijo Speedy.
¿No bélico?, se le preguntó para confirmar.
Speedy respondió con una observación “¿pues ya ve cómo estamos en Tijuana?”.
Como estamos es que este año será por lo menos el tercero consecutivo en que el conteo de homicidios supere los dos mil asesinatos en la ciudad, de acuerdo con cifras de la Fiscalía General del Estado de Baja California. Así que “lo que nuestros niños menos necesitan son juguetes bélicos o que fomenten la violencia”, dijo el portavoz.
Los premios mayores fueron 200 bicicletas, pero cada motociclista llevó lo que pensó que podría dar felicidad a los pequeños.
Algunos eligieron muñecos de peluche para los niños más pequeños, otros libros para colorear, crayolas, pelotas, joyería de fantasía, hubo quien dio un certificado de regalo que podría hacer felices a los niños y a sus papás.
La policía municipal llevó en vehículos a menores discapacitados, quienes fueron los primeros en recibir sus regalos.
Scott, un hombre veterano de las Panteras Negras de León y del recorrido de Harley en Wisconsin, con el rostro marcado por la edad, llevó un unicornio azul de peluche de unos tres pies de alto.
“Si le voy a hacer la navidad feliz a un niño pequeño, quiero que la recuerde. Es como un cuento, ¿sabes?, Que recuerde que un día vino un viejo en una Harley y le trajo un unicornio azul de su tamaño, para que el unicornio lo cuide cuando se vaya a dormir, explicó el motociclista.
A la mejor el niño alguna vez va a tener una Harley, comentó una mujer, se va a montar en su moto como si fuera un unicornio, uno nunca sabe.
Los sujetos barbados con cadenas que cuelgan de sus bolsillos y pesados chalecos y chamarras dejaron de venir dos años a entregar juguetes a Tijuana.
Durante lo peor de la pandemia, cuando las autoridades de salud recomendaron evitar aglomeraciones, el evento se suspendió para seguridad de los niños.
Esta vez, ante el anuncio de que “los de las motos con los juguetes” venían de nuevo, algunas familias llegaron a la representativa Avenida Revolución desde temprano.
“Me acordé cuando mi papá me trajo por juguetes hace muchos años”, dijo la señora Matilde Ruíz, y ahora ella traía a su pequeño Oscarito.
La idea surgió a principios de la década de los años ochenta en Los Ángeles.
Gabriel González, el tesorero de los Solo Ángeles, platicó que en diciembre de 1980 la asociación angelina invitó a los motociclistas de Tijuana a participar en una entrega de juguetes en un parque donde les esperaban los pequeños.
Nos gustó tanto la idea que decidimos replicarla, dijo, primero unos cuantos, pero unos cuatro años después la idea prendió y comenzaron a llegar motociclistas de asociaciones de ambos lados de la frontera, hasta este día.
La idea es originalmente de la distribuidora y asociación de motocicletas Harley Davidson en Glendale.