México y Perú, del amor al odio diplomático

México y Perú viven una tensión diplomática tras la crisis política que atraviesa el país andino con la destitución de Pedro Castillo de la presidencia, las declaraciones de AMLO y la expulsión del embajador mexicano en Perú, Pablo Monroy

México y Perú, del amor al odio diplomático

Manifestaciones en Perú por crisis política. Crédito: JAVIER ALDEMAR | AFP / Getty Images

MEXICO.- “En Perú yo no puedes opinar sin que te estigmaticen de terruco”, dice Cecilia Cabrejos,  una abogada mexicana de origen peruano que observa lo que pasa en su país desde su casa en el estado de Morelos. “Si protestas por cualquier cosa te acusan de terrorista, como en la época de Alberto Fujimori, cuando ante cualquier rebelión arrasaban con los pueblos”.

Por eso no le extraña que en la política peruana la ayuda que México al presidente depuesto Pedro Castillo y a su familia hayan sido muy mal vistos. Los reclamos al presidente Andrés Manuel López Obrador fueron considerados intervencionistas y aunque éste lo explique como un acto de solidaridad basado en la tradición de asilo que tiene México. 

Para apretar la tuerca, la tarde de este martes la canciller de aquel país Ana Cecilia Gervasi declaró persona non grata al embajador mexicano Pablo Monroy Conesa y le dio tres días para abandonar Perú.

“Yo que nací allá pero, como ya tengo 32 años acá, me ven con mal si doy mi opinión y aún si estuviera allá: la tolerancia es muy poca, por eso han matado a tanta gente humilde”, destaca Cabrejos cuyos padres de 96 y 85 años así como  tres de sus hermanos aún viven en Perú. 

La situación política actual afecta mucho a mi familia,: no hay paso en las carreteras, varios aeropuertos aún están cerrados y ya hay 26 muertos, es muy triste y muy complicado, pero creo que deben resolverlo los peruanos”.

México y Perú viven una tensión diplomática en los últimos tiempos.  Escaló en las últimas horas tras la confirmación de que México dio asilo a la familia del presidente depuesto Pedro Castillo, quien podría enfrentar un juicio político.

Políticos peruanos hab acusado a López obrador de intromisión. Entre otras declaraciones, el mandatario pidió el a la presidenta de Perú, Dina Boluarte, convocar elecciones para restablecer el orden democrático y detener la confrontación social, que ha dejado 26 muertos.

“Yo, de manera respetuosa, creo que es lo que más convendría para detener la confrontación. Estoy seguro que una vez se haga el llamado a que se van a convocar elecciones a medio plazo se van a serenar los ánimos y la gente va a poder elegir y restablecer el orden democrático”, dijo López Obrador.

México tiene una larga tradición de ofrecer asilo político en diferentes momentos de la historia a líderes políticos desde que  acogió al ideólogo soviético León Trotsky.

Posteriormente a los españoles que escaparon de la Guerra Civil (1936-1939) perseguidos por su posición de izquierda y oponentes del dictador español Francisco Franco, entre ellos el cineadta Luis Buñuel. 

Abrió las puertas también a los chilenos que en los años 70 del siglo pasado salieron del país tras el golpe de estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende.

En los últimos años también dio asilo a los expresidentes de Bolivia, Evo Morales, y Honduras, Manuel Zelaya. 

Nosotros tenemos abiertas las puertas de México para Pedro Castillo, para su familia y para todos los que se sientan acosados o perseguidos en Perú. Esa es nuestra tradición de política exterior”, dijo López Obrador en las últimas horas. 

El asilo ya se les concedió porque están en territorio mexicano, es decir, están en nuestra embajada, y cuando están en la embajada, pues les concedes el asilo, es una decisión independiente, soberana de México”, agregó en las últimas horas el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrad.

“Ahora, lo que se está negociando ¿qué sería? El salvoconducto para que si desean salir lo puedan hacer y venir a México, si así lo desean; pero están en territorio mexicano porque es nuestra Embajada”.

México se ha mantenido de lado de Castillo después de que éste fue detenido  el pasado 7 de diciembre tras disolver el Congreso. Desde el  2016, Perú está afectado por acusaciones y procesos para juzgar la corrupción política. De ese tiempo a la fecha han sido destituídos seis presidentes. 

Castillo, de 53 años, llegó al poder el 28 de julio de 2021 con muchas expectativas. Se presentó como el primer campesino que gobernaría Perú a caballo y con sombrero de palma, en contra de la derecha que representó su contricante Keiko Fujimori, hija del ex mandatario.

Tercero de nueve hermanos e hijo de dos agricultores analfabetos, nació en Puña, un poblado de la provincia de Chota, en el departamento de Cajamarca, una de las zonas rica en minerales y pobre en su población. Trabajó en el campo hasta su formación como profesor. 

“No más pobres en un país rico”, fue el lema de campaña que lo igualó a su homólogo mexicano Andrés Manuel López Obrador, quien mantiene desde campaña y ya en su gobierno el lema “primero los pobres”.

Para mostrar su solidaridad con Castillo cuando en noviembre pasado el congreso peruano no le permitió salir del país, el mandatario mexicano canceló la cumbre de la Alianza del Pacífico, una iniciativa de integración regional conformada por Chile, Colombia, México y Perú, y dijo que viajaría a Lima para transferirle el liderazgo. En esas estaba cuando Castillo disolvió el congreso y fue detenido camino a la embajada de México para pedir ayuda. 

Durante su gobierno, Castillo empeoró la sensación de disfunción política al nombrar a cinco gabinetes diferentes y designar a más de 80 ministros, algunos de los cuales, se enfrentaron a investigaciones relacionadas con la corrupción, la violencia doméstica y el asesinato. Enfrentó seis investigaciones penales en la fiscalía, incluidas acusaciones de haber dirigido una organización criminal para beneficiarse de contratos públicos y de haber obstruido repetidamente la justicia.

Él negó las acusaciones, y algunos de sus partidarios afirman que fue víctima de un esfuerzo concertado para reinstaurar a las antiguas élites gobernantes de derecha. 

Una parte de la sociedad no le perdona a Castillo que tenga un origen tan humilde porque no se sienten representados, aunque la mayoría de los peruanos son pobres y ellos fueron los que salieron a dar su voto”, advierte la abogada Cabrejos.

“Pero Castillo se excedio al intentar disolver el congreso porque también éste fue electo por la población. Ahora, el artículo 134 de la constitución se lo permite y creo que está mal, que debe quitarse, pero eso debe discutirse en Perú y sólo entre peruanos”. 

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