Ráfagas de fuego negro: a 25 años de la masacre de Acteal

25 años después de la matanza de Acteal, Chiapas, un poema en memoria y homenaje a los 45 muertos, incluidos niños y mujeres embarazadas

Acteal2

Crédito: Agencia Reforma

Hay un ruido especial que hacen los pobres al morir.
Liliam Jiménez

de chiapas del municipio de chenalhó

sangra una abeja de estas tierras

de por acá de tzajalucum de cerca de mis hermanos de chilmix y quextic

nos venimos huyendo del fuego negro para acteal

somos de muchos tamaños los que nos quedamos sin rostro

somos el colmenar de las abejas pacifistas de chiapas

hermanos de los zapatistas pero nosotros solo luchamos con miel

ellos batallan con miel y armas a los usurpadores

para vivir en paz entre los nuestros

me llamaba mario

a las diez de la mañana del día 22 del último mes del año 1997

comencé a oír las ráfagas de fuego negro

más de ciento cincuenta paramilitares 

pagados por el estado mexicano disparaban enloquecidos

desde el monte alto para abajo

sobre las delicadas alas de abeja de mi niña

donde estábamos los del corazón hundido

desde el monte alto     ráfagas de fuego negro

mi niña de poco tamaño

abeja breve sin colmenar

con los ojos del silencio

con el cuerpecito reventado por flamas de sangre

negra rosa nacida del rencor de la tierra

manuel   me llamaban   en esa lengua distante

a ese nombre respondía mi carne y mi voz

me sacaron el silencio con el fuego negro

y a la hija mía     carne y sangre de manuel

se le vino lo negro con un solo llanto

                                          apretado en los ojos y en el pecho

de tan poco que sabía llorar mi niña de tamaño flor

de tan poco que sabía llorar sobre la tierra oscura

cuando lloró era la muerte azul que la lloraba

lleven un camión grande a recoger nuestros cuerpos

donde quepan cincuenta ovejas derrotadas

nuestros cuerpos quizás ajusten el espacio

pues nuestros espíritus 

eso de adentro que no se ve      que no se toca 

no cabrá ya más en el tamaño de la madretierra

se abrieron de adentro para afuera

por las enrojecidas ráfagas de veneno

reventaron como el algodón urgido

                    para afuera de la cáscara vencida por el tormento

expandidos están expandidos

respiro su muerte  

sus espíritus expandidos como la noche en el insomnio

aquí los respiramos todos 

los cargamos adentro 

cenizas azules sobre muerte negra

se hicieron como el agua al río en nuestras venas

vayan a recoger sus cascarones frágiles y morenos

todavía están ahí     encajados en el fondo del peñasco

están hundidos en la fisura de la noche

en que reencarnó la mudez

vayan a recoger sus cascarones secos

señales de la tierra que anduvieron

el aire agitó su pena 

las ráfagas de fuego negro los acribillaron

yo     la que habla     soy maría

la de los labios sin noches 

soy todos los cuerpos anónimos   impronunciables

la que grita con los ojos invertidos como hongos negros

soy la vena verde del primer habitante de estas tierras

soy los adentros y el alba cicatrizada

soy los pies curtidos y las manos anudadas en súplica

nos quedamos con los ojos condenados al espanto

nos morimos mujeres hombres esposos 

hermanas niños niñas 

criaturas 

que apenas iban aprendiendo el habla de nuestros abuelos 

en el vientre de sus madres 

eran cuatro cuerpecitos que querían reconocerse en sus madres bajo el sol

y ahí se ahogaron nomás en la sangre asfixiada por las balas

la mujer sola el hombre solo

hubo niño que se murió su papá su mamá

por favor vayan a recoger nuestros cuerpos muertos cáscaras de silencio

por favor vayan a recoger nuestros cuerpos muertos cáscaras de silencio

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