Por qué Estados Unidos va ganando la batalla contra China por los microchips
Taiwan parece ser la pieza clave en la lucha por el control del sector tecnológico. Estados Unidos ha invertido cuantiosas sumas de dinero para seguir ampliando la fabricación de microchips al mismo tiempo que le cierra el paso a China para que no importe maquinaria de fabricación o programas tecnológicos
La nueva tecnología de semiconductores y microchips es ahora el terreno amplio donde se desarrolla la batalla entre Estados Unidos y China. La lucha por el control y el poder de este sector es lo que está llevando a ambas potencias a enfrentarse cara a cara y lo que puede provocar en un futuro una nueva reconfiguración de la economía global.
Aunque Estados Unidos ha demostrado tener en ciertas ocasiones el mayor poder militar, además de ser un líder económico, no es de asombrarse que el peso de la economía global se desplace ahora hacia Asia y no precisamente será por el oro negro, sino por algo más fino que una hebra de cabello, y tan significativo para el desarrollo de nuestra vida diaria.
Pero, antes de entender por qué EE.UU va un paso más adelante en “la guerra por los chips” es importante saber qué son y la razón por la cual se han convertido en un elemento indispensable para el desarrollo del futuro. En términos generales un microchip es una pequeña estructura, elaborada con semiconductores, los cuales son circuitos integrados que a su vez son fabricados con silicio.
La importancia que tienen para la economía moderna, es que con ellos se fabrican teléfonos inteligentes, computadores, electrodomésticos, armas de guerra y ahora vehículos eléctricos. La gran demanda de los microchips antes, durante y después de la pandemia provocó una escasez a nivel mundial; se estima que cerca del 50% de los microchips que se fabrican en el mundo son comprados por China, de la misma manera que lo hace Estados Unidos.
El “escudo de silicio”
La ventaja que dice tener EE.UU. es su gran aliado Taiwán, en donde opera una de las industrias de fabricación más grande del mundo. Esta pequeña isla que está a tan sólo 180 kilómetros de la República Popular de China encontró una de las estrategias más ingeniosas para zafarse del gigante asiático, el denominado “escudo de silicio”.
Por lo tanto, en términos políticos y militar desafiar a Taiwán, representaría un gran impacto económico para China que depende de los chips fabricados por la pequeña isla. Sin embargo, Pekín no pretende quedarse con los brazos cruzados y ha establecido como prioridad la producción de semiconductores, aunque no está para nada cerca de llegarle a los talones a Taiwán, estas acciones están inquietando a Estados Unidos.
Para cerrarle el paso a China, el gobierno estadounidense ha implementado estrictos controles que impiden que algunas compañías le exporten maquinaria de fabricación o programas tecnológicos para el desarrollo de los microchips.
Por otra parte, EE.UU. aprovecha el momento para seguir invirtiendo cuantiosas sumas de dinero en compañías como Taiwan Semiconductor Manufacturing Co (TSMC), para seguir ampliando su capacidad de producción, además de subsidiar a fábricas en territorio estadounidense.
Para el profesor asociado de la Universidad Tufts, en Massachusetts, y autor de Chip Wars “Guerra de chips”, lo que viene será “un tira y afloja entre las compañías estadounidenses, las de Taiwán, las de China y cualquier otra firma de otro país, solamente será en lo que concierne a los microchips más avanzados de memoria y lógica donde veremos un esfuerzo real de Washington para aislar a China de las redes de innovación y un esfuerzo de Pekín para construir su propia cadena de suministro sin contar con la presencia de Estados Unidos”, concluyó Miller.
Las acciones de estos dos países sumado a los esfuerzos de Taiwán por hacerse notar, en los próximos años de seguir así, traerán un riesgo probable al mercado chino pero también efectos colaterales a la economía del mundo.
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