Carolina y Melvin son pareja en el hogar y en la carretera al conducir juntos un tráiler
Trabajar juntos les ha ayudado económicamente y a fortalecer su matrimonio
Carolina Rodríguez y Melvin Noriega son pareja en el hogar y en el trabajo. En 2006 se casaron y desde 2013 trabajan juntos conduciendo un gran camión tráiler en el que transportan mercancías por todo el país.
“Trabajar juntos en el tráiler ha fortalecido nuestra relación de pareja y mejorado nuestra comunicación”, comparten Carolina y Melvin.
Carolina nació en Sonora, México y Melvin en Santa Bárbara, Honduras. Cuando se conocieron, ella estaba recién llegada a Estados Unidos, y Melvin tenía al menos 5 años en el país, ya que emigró en 1998.
Los caminos de esta mexicana y este hondureño se cruzaron en 2003, cuando se encontraron por primera vez en una clase de inglés en la ciudad de Palmdale, California.
“Yo había venido a Estados Unidos a estudiar inglés. Conocí a Melvin en agosto y en septiembre nos hicimos novios”, dice Carolina.
Y cuenta que Melvin le pareció un hombre exótico por ser centroamericano, y le cayó bien porque era muy platicador, pero Carolina creía que su compañero de clase tenía novia, y eso le impidió al principio acercarse al conversador hondureño.
Al mismo tiempo, dice que no sabía nada de la cultura centroamericana, y como estaba recién llegada de México, sentía un poco de soledad y estaba como pérdida.
Pero cuando comenzaron a tratarse todo cambió. “Se convirtió en un buen amigo, y nos reíamos mucho. Salía con cada cosa y como soy un poco seria, me gustaba que me hiciera reía”, dice.
En 2006, tres años después de conocerse, Carolina sorprendió a su familia con la noticia de que habría boda muy pronto con Melvin.
“Me preguntaron si estaba embarazada, les dije que no, que estaba enamorada”.
Carolina reconoce que lo suyo con Melvin fue como un flechazo.
“Fue amor a primera vista”, dice Melvin.
La pareja se casó el 1 de abril de 2006.
Y fue el hondureño quien empezó a trabajar como transportista de carga en 2004, conduciendo un tráiler, y cuando ya se casaron para no estar separados por mucho tiempo, Carolina resolvió que lo acompañaría en los viajes.
“Fue mi idea irme como su pasajera”, dice.
Durante los largos trayectos, se familiarizó con las autopistas y carreteras, y ahí comenzó a imaginar que también podía ser conductora de trailer, pero el miedo, dice, no la dejaba animarse.
“Pensaba que podía dañar a alguien en un choque o provocar un accidente al no poder frenar o no dar bien las vueltas”.
Fue hasta 2013 que venció sus temores, y se inscribió a un curso de entrenamiento para manejar tráiler, y cuando estuvo lista, el 14 de febrero de 2013, la contrató la compañía para la que ella y su esposo trabajan.
“Yo era la única mujer cuando fui a hacer el examen para mi licencia tipo A en el DMV (Departamento de Motores y Vehículos). Cuando lo pasé, me felicitó la persona que me hizo el examen. Muchos otros lo habían reprobado. En ese momento, me sentí empoderada”.
Así fue como Carolina y Melvin empezaron a trabajar juntos conduciendo su propio tráiler en jornadas de manejo de 22 horas, cada uno por 11 horas como lo permiten las regulaciones. Mientras uno duerme en el mismo camión de carga, el otro conduce.
“La industria paga más si van dos conductores en un mismo tráiler porque la carga llega más rápido. Hay industrias que pagan el doble. A nosotros nos pagan un porcentaje de lo que paga el cliente, y siempre podemos negociar el precio”.
En casi 10 años, la pareja ha recorrido el país a bordo de su tráiler, y muchos de sus viajes son hacia la costa este.
“Hemos visitado los 48 estados. Normalmente pasamos 5 días manejando, pero depende del tipo de carga”, dice.
El viaje en el tráiler es placentero. “Vamos muy a gusto. La cama es demasiado cómoda, y tenemos estufa, refrigerador, microondas. Nos bañamos en las paradas para los camiones de carga”.
A mes y medio de cumplir los 17 años de casados, Carolina dice que trabajar al lado de su esposo en un espacio muy chico como es la cabina de un tráiler, es una experiencia bonita, aunque no faltan los momentos de tensión.
“No vamos a negar que a veces podemos enojarnos o molestarnos, pero tenemos reglas muy claras, y la primera es ser muy profesionales en el trabajo porque respetamos mucho la industria del transporte de carga”.
Dice que es tanto lo que han logrado conocerse y compenetrarse que en ocasiones se adivinan lo que piensan, “y hasta nos decimos las cosas sin mirarnos”.
Carolina confiesa que cuando decidió no ser no solo la pareja sentimental de su esposo sino también su pareja en el trabajo, fue para fortalecer su matrimonio. “Pensé que si no me iba con él, no íbamos a poder formar una relación fuerte, y creo que lo hemos logrado”.
Melvin dice que trabajar al lado de su esposa, hace mejor el trayecto. “Nos ayudamos mucho y hemos logrado tener una mejor comunicación”.
Y a punto de cumplir una década como conductora de camión de carga, Carolina dice que el sentimiento del miedo siempre está ahí, pero ella lo combate manejando con mucha precaución, concentración y responsabilidad.
“Checar que las llantas y los frenos estén en buenas condiciones antes de salir en el tráiler, me da mucha confianza”.
Pero trabajar junto a su esposo, surcando las carreteras, tiene muchas más cosas buenas como compartir momentos inolvidables
“Al ir de estado en estado, hemos aprendido de las muchas culturas que hay en este país, y hemos podido probar comida deliciosa. Por ejemplo, los mejores chilenos rellenos que he probado están en Westley, California; el mejor barbecue en Arkansas, y la mejor carne en el Asadero Sinaloa de Kent, Washington. Esa carne se pone al tú por tú con la carne de Sonora”.
Pero en general, dice que sus vidas son muy excitantes.
“Cada día es diferente, con diferentes retos. Muchas veces cuando dejamos la carga, rentamos un carro y nos vamos a pasear a lugares bonitos y a comer en las ciudades a las que llegamos”.
Entre las anécdotas curiosas que le han pasado, recuerda que muchas veces cuando llegan a descargar, y se baja y va a preguntar en qué puerta van a recibir la carga, nunca le creen que es la conductora del tráiler.
“Piensan que para ser trailera, tienes que ser ruda y masculina. Yo soy lo contrario, me gusta ser femenina, maquillarme, peinarme y echarme perfume cuando voy a trabajar. Es un trabajo y yo soy la imagen”.
Carolina y Melvin conducen un camión tráiler de 53 pies, y se ven como conductores de tráiler por otros 20 años más.
En sus ratos libres, a Melvin le gusta mucho jugar fútbol, pero también se está entrenando para sacar su licencia de piloto, mientras que Carolina dice que le gusta salir a caminar, ir al gimnasio y dedicar tiempo a su arreglo personal como hacerse las uñas.
La pareja vive en Quartz Hill, una zona no incorporada del condado de Los Ángeles.