Con el juicio al Chapo Guzmán se acabó el código de honor entre narcos
Amigos, compadres y socios de Joaquín Guzmán Loera rompieron la ley del silencio cuando subieron al estrado para testificar
El mundo del narco ha sido un enigma durante años, códigos secretos, lealtades y traiciones han estado presentes, pero el “honor” que había entre ellos se rompió cuando algunos de ellos fueron detenidos y posteriormente sentenciados. Fue así como vieron en la traición la oportunidad de reducir sus condenas al colaborar con las fiscalías en otros casos, siendo el juicio de Joaquín “El Chapo” Guzmán el pionero de ellos.
Allí estaban sus amigos, compadres y socios, dispuestos a declarar contra él, en el afán de obtener un beneficio propio, pues el mundo ya sabía que eran narcotraficantes confesos, mientras el exlider del Cártel de Sinaloa se decía inocente y Estados Unidos quería probar que en realidad distribuía enormes cantidades de drogas desde México.
De acuerdo con el diario Milenio, durante las audiencias, incluso, hubo muestras de afecto con algunos testigos, pues pasaron sus años juntos, algo que hasta a los abogados defensores les pareció extraño e interrumpieron la sesión para expresar la incomodidad al juez Bryan Cogan.
Pero en aquellos gestos incomprensibles, también estaba el anuncio de lo que estaba por suceder, la ley del silencio se rompería, no más cubrirse, ahora cada quien buscaba salvarse, a costa de revelar los secretos más íntimos.
Empezó Vicente Zambada Niebla, “El Vicentillo”, hijo de Ismael “El Mayo” Zambada, quien dijo que “El Chapo” era su compadre, ya que llevó a bautizar a su hijo recién se había escapado de la cárcel. Reconoció que “Su esperanza al llegar al acuerdo” era que redujeran su condena.
Con picardía rememoró una anécdota de la fuga de Puente Grande, habló sobre reuniones con Amado Carrillo, “El Señor de los cielos”, así, revelando verdad tras verdad logró salir de la cárcel.
Otro de los Zambada, Jesús Reynaldo, “El Rey”, también habló, expertos opinan que su testimonio fue crucial para hundir a uno de los narcos más famosos del mundo.
Aunque trataron de desacreditarlo por sus creencias en ovnis, Iluminattis, brujas y otras cosas, el narcotraficante colombiano Alex Cifuentes también subió al estrado, en donde dijo que se le comisionó el pago de suministros y al personal como guardias de seguridad, granjeros, mensajeros, conductores y pilotos para mover las drogas del cártel hacia diferentes destinos.
Otros peculiares testigos fueron Pedro Flores, exnarcotraficante del cártel en la plaza de Chicago; Christian Rodríguez, uno de sus técnicos de seguridad; Lucero Sánchez, examante del capo; Dámaso López, trabajador de confianza; Isaías Valdez y Miguel Martínez, que eran dos de sus pilotos y algunos más.
Gracias al testimonio de estos 14 testigos cooperantes, el 12 de febrero de 2019, tras un juicio de tres meses, Joaquín Guzmán Loera fue sentenciado a cadena perpetua por cargos de narcotráfico, portación de armas de fuego y lavado de dinero, entre otros crímenes.
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