La Casa Blanca crea un nuevo grupo de trabajo para combatir el antisemitismo
Cuatro de cada diez judíos estadounidenses se sienten menos seguros que hace un año. Ante el repunte del antisemitismo, la Casa Blanca responde con un plan de acción
La embajadora Deborah Lipstadt, encargada especial de EE UU. para vigilar y combatir el antisemitismo, es una leyenda viva. Fue ella quien puso al escritor David Irving entre rejas en Austria por difundir mentiras antisemitas. Es conocida por enfrentarse al antisemitismo cuando y donde quiera que este empiece a corroer los cimientos de la sociedad. En 2023, esto significa examinar a fondo los problemas en el propio Washington.
En 2021, Estados Unidos registró su nivel más alto de ataques antisemitas de los últimos años: una media de siete al día. La Liga Antidifamación, una ONG que lucha contra todas las formas de antisemitismo, teme cifras aún peores para 2022. Por ello, el Presidente Joe Biden creó, a finales de 2022, un grupo interinstitucional encargado de elaborar la primera estrategia nacional del país para contrarrestar el antisemitismo.
Aliados en la tarea contra el antisemitismo
Junto con la Casa Blanca, el Comité Judío Americano (AJC) ha convocado a enviados contra el antisemitismo de los mismos países que solían seguir el consejo de Estados Unidos sobre cómo abordar el problema. La Unión Europea, Alemania, los Países Bajos y Gran Bretaña ya cuentan con estrategias contra el antisemitismo. Además, Estados Unidos y Alemania tienen sistemas federales similares con amplias competencias.
Estados Unidos se enfrenta a un reto único, dice a DW Felix Klein, comisionado federal contra el antisemitismo de Alemania. “La Constitución estadounidense es muy generosa en lo que se refiere a la libertad de expresión”. Pero en Alemania, negar o trivializar el Holocausto es un delito que conlleva penas de prisión de hasta tres años. Leyes similares en Austria condenaron al escritor David Irving a dos años de cárcel en 2019, algo inaudito en casos de antisemitismo juzgados en Estados Unidos.
Aun así, Klein señala que Estados Unidos podría tener la clave para detener la propagación desenfrenada del antisemitismo: “Todas las grandes plataformas de internet tienen su sede en Estados Unidos”.
Cuando las palabras se convierten en violencia
En Estados Unidos, el incidente antisemita más mortífero hasta la fecha fue el ataque de 2018 contra la Sinagoga Tree of Life en Pittsburgh, Pensilvania, que dejó 11 muertos. El historial de redes sociales del atacante estaba plagado de publicaciones que negaban el Holocausto, impulsando teorías conspirativas antisemitas. “Tenemos que reconocer que las empresas de medios sociales juegan un papel aquí”, dice Ted Deutch, excongresista y ahora director general del Comité Judío Americano (AJC).
A finales de 2022, los desvaríos antisemitas de “Ye”, antes conocido como Kanye West, fueron acaloradamente debatidos, publicados y reenviados por más de 16 millones de seguidores de Instagram. El hecho de que posteriormente fuera invitado a cenar con el expresidente Donald Trump y el supremacista blanco Nick Fuentes en el complejo Mar-a-Lago, de Trump, provocó un acalorado debate en Estados Unidos. Pero ese mismo debate también llevó el antisemitismo a la cultura de masas.
Adidas puede haber reaccionado a la negación del Holocausto por parte de Ye retirando de las estanterías su línea de calzado deportivo de moda con su nombre. Sin embargo, a día de hoy, estas mismas zapatillas se venden como objetos de colección en plataformas de reventa por unos 300 a 400 dólares.
Según la enviada especial Deborah Lipstadt, el antisemitismo es como el “canario en la mina de carbón de la democracia”. En otras épocas, los mineros, antes de iniciar su trabajo, comprobaban la presencia de gases mortales en una mina enviando a un canario hacia las profundidades como conejillo de Indias.