El calvario de la mexicana Roxana Ruiz, condenada por matar a su violador en legítima defensa y que finalmente fue absuelta
Roxana Ruiz, una joven mexicana que llegó a ir a la cárcel tras matar al hombre que la había violado, relata a BBC Mundo el infierno sufrido durante dos años hasta que fue absuelta esta semana
“Emoción, emoción. Es por lo que hemos luchado durante estos dos años: por una justicia”.
Roxana Ruiz, una joven de 23 años originaria de Oaxaca, en el sur de México, aún está asimilando la noticia que cambió su vida esta semana: tras ser sentenciada a más de seis años de cárcel por matar a su violador en defensa propia en 2021, vio cómo su caso fue sobreseído.
En una audiencia celebrada el martes, la misma jueza que también le había impuesto pagar una multa de 285,000 pesos ($16,134 dólares) a la familia del hombre, decidió absolverla.
Su caso había provocado gran indignación en buena parte de México, un país desangrado por la violencia contra las mujeres: más de diez son asesinadas cada día. Tras la presión de colectivos sociales y la repercusión en medios de comunicación, el caso de Ruiz dio un giro de 180 grados cuando la Fiscalía de Estado de México rectificó su dictamen.
“Yo estuve a punto de morir. ¿Cómo es que después de abusar sexualmente de ti, te meten a la cárcel por defenderte y luego quieren que pagues una reparación de daños a la familia del tipo que te violó? Eso es injusto, es una barbaridad”, se pregunta la joven en conversación con BBC Mundo.
Pese a que celebra su absolución, la lucha no ha terminado para ella.
La familia de Sinaí Cruz, el joven de 22 años a quien Ruiz quitó la vida, dijo que apelaría la decisión judicial antes de que el plazo venza este viernes, aunque de ocurrir, Ruiz continuaría el proceso en libertad. Hasta la publicación de este artículo, su abogado no había sido notificado por el tribunal de recurso alguno.
Posible apelación de la familia
Los familiares de Cruz protestaron esta semana contra la liberación de la mujer entre gritos de “Libertad, libertad para que vuelva a asesinar” y “No es una heroína, es una asesina”.
“¿Cómo crees que alguien que se defiende cercena a sangre fría a su víctima, conserva el cuerpo todo el día y luego lo quiere tirar como si fuera cualquier cosa? (…). Eso, por donde lo quieran ver, no es legítima defensa”, le dijeron al diario Milenio.
La familia se refiere con sus declaraciones al comportamiento de Ruiz tras matar al joven. Según un comunicado del Poder Judicial del Estado de México emitido el pasado 17 de mayo, “después de los hechos, ella permaneció con el cadáver por lo menos 20 horas” y le realizó varias lesiones tras fallecer: cinco heridas de 4 a 32 cm.
“La jueza consideró que se agravó la culpabilidad de Roxana al haber pretendido mutilar el cuerpo, colocarlo en una bolsa de plástico y salir a la calle”, dice el texto.
A la espera de conocer si la familia apela su absolución, Ruiz asegura estar más preocupada ahora por las múltiples amenazas que denuncia estar recibiendo vía telefónica y redes sociales desde que se hizo pública la última decisión de la jueza.
“Temo por mi vida, la de mi hijo, mi familia, mis compañeras, el abogado que me representa… Su entorno incita al odio hacia mí, a que haya venganza”.
El inicio de la pesadilla
Ruiz, una joven de origen indígena, tenía solo 21 años cuando ocurrieron los hechos por los que acabó en prisión.
Antes había logrado escapar de una relación de violencia con el padre de su hijo, al que conoció siendo apenas adolescente. “Yo no sabía reconocer esa violencia doméstica, no sabía lo que estaba viviendo y para mí no tenía nombre”, reconoce.
“Cuál es la sorpresa, que una vez que logro salir de eso, estuve a punto de morir a manos de un violador”.
Aquel día de 2021, Ruiz regresaba de vender papas fritas con su carrito hacia su casa en Ciudad Nezahualcóyotl, en Estado de México, un municipio en el que están vigentes sendas alertas por feminicidios y desapariciones.
Sinaí Cruz, un joven al que asegura que conocía de vista, se ofreció a acompañarla e insistió en que lo dejara quedarse a dormir porque vivía muy lejos. Ruiz asegura que accedió a que entrara por miedo y que, cuando estaba dormida, él la violó.
Fue cuando despertó que amenazó con matarla si no dejaba que la siguiera agrediendo sexualmente, hasta que ella lo asfixió con una camiseta y cayeron al suelo golpeándose él en la cabeza, según ha relatado a varios medios en todo este tiempo sobre aquel episodio que ahora prefiere evitar rememorar.
“Es una página de mi vida muy dolorosa que me cuesta revivir, porque fue una pesadilla y yo estuve a punto de perder la vida (…). Él abusó de mi confianza hasta abusar de mí físicamente. No quiero recordar nada de él”.
La joven trató después de sacar el cadáver de su casa, pero fue detenida en la calle por la policía y horas después confesó el crimen.
“Uso excesivo” de la legítima defensa
Ruiz denuncia que, pese a que explicó que se había defendido porque el hombre estaba abusando de ella, las autoridades no lo tomaron en cuenta ni lo incluyeron en su declaración. También pidió sin éxito que la revisara un ginecólogo para confirmar lo sucedido.
Ella reclama que “no tuvieron en cuenta la perspectiva de género. No investigaron como deberían ni se apegaron al debido proceso”.
El caso la llevó a permanecer en prisión preventiva por nueve meses. Recuerda la cárcel como un lugar como “muy hostil y lleno de injusticia, lleno de mujeres inocentes. Yo ahí estaba muy mal psicológicamente y a punto de colapsar, no se lo deseo a nadie”.
Después siguió el proceso en libertad hasta que el pasado 15 de mayo recibió un gran mazazo cuando la jueza le notificó la pena de cárcel de seis años y dos meses.
“No me entraba en la cabeza si todo esto empezó por el abusador, por el violador. La supuesta justicia en México es muy cruel para las mujeres”, lamenta.
El tribunal reconoció la violación pero la consideró culpable de hacer un “uso excesivo de la legítima defensa”. “Roxana dejó inconsciente a Sinaí por un golpe en la cabeza y posteriormente lo asfixió por estrangulación. Este golpe era suficiente para contener la agresión física, que terminó cuando lo neutralizó”, dijo en un comunicado.
“Lo que yo manifesté es que me dieran el libro a leer donde dice cómo defenderte correctamente en un momento en el que un tipo te viola y te amenaza de muerte. No sé cómo hay personas que lo defienden”, responde la joven.
La sentencia causó tal revuelo que hasta el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, se mostró dispuesto a valorar la opción del indulto. “Agradecimos el gesto pero esa no era la salida, porque el indulto es el perdón de un delito y seguiríamos sin reconocer que yo fui la víctima, no al revés”, dice Ruiz.
Pocos días después, la Fiscalía estatal decidió abandonar el caso como parte acusatoria y reconoció que estaba “exenta de responsabilidad penal porque actuó en legítima defensa”.
Alzar la voz
Por ahora, atrás quedan dos largos años de incertidumbre que fueron agotadores y estresantes para la joven. “Sí, los ánimos se decaen, ha sido todo un sufrimiento”, reconoce.
Son muchos los malos momentos vividos en este período, pero destaca la revictimización que sufrió desde el inicio. “Todo el tiempo me decían que si me había violado era por mi culpa, que si yo al principio quería y después no… y que por eso me estaba pasando todo”, lamenta.
Ruiz mira al futuro con optimismo junto a su hijo de 5 años, que por ahora vive en Oaxaca con la abuela y con quien espera reunirse pronto.
“Tenerlo allí también es una manera de salvaguardarlo, porque entre las amenazas que me llegan estos días, me preguntan que qué pasaría si me lo entregaran hecho cachitos. Me destroza el corazón, me pone en pánico y nerviosa”, denuncia con la voz entrecortada
“Por eso hacemos el llamado a las autoridades para que nos otorguen seguridad, y hacemos responsable al Estado y a estas personas si algo nos llegara a suceder”, agrega.
En esta nueva vida que comienza le gustaría estudiar psicología pero, sobre todo, se ve ayudando a mujeres que estén en la misma situación por la que ella pasó.
“A las mujeres que estén pasando por algo así, les digo que hay que alzar la voz. Sé que no es fácil, pero no permitamos que nos tomen como propiedad, tenemos el derecho a decir que no cuando no queramos”, afirma.
“No les demos la tranquilidad de nuestro silencio. Si hablando nos cuesta llegar a una justicia, calladas mucho más”.
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