Abuelos de Morelos se reencuentran con sus hijos en Los Ángeles
Familias viven un sueño tras décadas de separación
Fueron 34 años los que Raúl Mendoza tuvo que esperar para poder fundirse en un abrazo eterno con su padre, Francisco, el más longevo -con 90 años- de los 15 ciudadanos mexicanos del estado de Morelos, quienes se reunieron con sus hijos en El Paisa Restaurant de Long Beach.
En el marco del programa “Zacatepec, la fuerza somos todos”, y en coordinación con la organización sin fines de lucro Club Migrante Chinelos de Morelos en Nueva York (CCMN), que dirige Aurora Morales Gil, los abuelitos llegaron al área metropolitana de Los Ángeles para estar un mes con sus familias.
“Nací en Cuautla, Morelos, pero mi familia emigró a Zacatepec cuando yo tenía siete años”, dijo Raúl Mendoza. “Éramos muy pobres y a mi papá le ofrecieron un trabajo donde la vida sería mejor para nuestra familia”.
Raúl, quien fue un lavaplatos, ahora es propietario de un establecimiento de auto detallado de automóviles en la ciudad de Huntington Beach.
Acompañado de su esposa Evertina Morales y sus hijos Claudia, Jessica, Selena y Raúl, la familia también dio la bienvenida a su hermana Martha, de 64 años, quien, desde Los Ángeles, viajaría por una semana a Las Vegas para reencontrarse con hijo, Roberto, y conocer a su nieto.
“¡Hijo, soy tu abuelo!”, exclamó don Francisco cuando acarició el rostro de su nieto Raúl, y entre lágrimas, abrazos y besos añadió: ¡Ojalá que no sea la primera ni la última!”.
Sin embargo, la felicidad de Raúl no era completa. Antes de abrazar a su padre, recordó a su madre, Hermelinda, quien falleció en 2019 por complicaciones de la diabetes y nunca pudo ser parte del programa de reencuentro de padres e hijos.
“Ella siempre me dijo que me cuidara de las malas compañías y que siempre hiciera lo correcto”, dijo a La Opinión. “Con mi padre no hubo mucho contacto físico, como un abrazo; él se enfocó más en guiar a los más grandes que a los chiquillos”.
Desde la creación en 2014 del programa de Reunificación Familiar del Club Chinelos de Morelos en Nueva York (CCMN), Aurora Morales, directora del programa ha ayudado a casi 4,000 personas de la tercera edad a reencontrarse con sus familiares.
“Nuestra misión es realizar un trabajo humanitario”, dijo Morales, nacida en Cuautla, Morelos, a La Opinión.
“Somos una organización apartidista”, añadió su colaboradora, Marlem Pizaña Morales.
Durante el mes de julio, con ayuda de colaboradores y voluntarios traerán a 25 grupos de ancianos a los Estados Unidos, a estados como Illinois y Chicago.
A ellos los asesoran y les asisten durante los procedimientos consulares en la Embajada de Estados Unidos en México.
El café y sola en la mesita de la casa
Felícitas Palacios, de 77 años, madre de Rebeca y Ofelia Mora Palacios, de 53 y 55 años, respectivamente, relató que pasaron 35 años para poder volver a verlas.
Ella había quedado viuda muy pronto. A su esposo lo mataron durante una riña, cuando apenas tenía 27 años y Felícitas tuvo que sacar adelante a sus cuatro hijos.
“Ellas se vinieron, pero la hija que me quedaba hizo su vida y llegó el día en que salió de la casa y yo me quedé solita”, expresó con una expresión de dolor en el alma. “Por tres meses estuve en depresión y todos los días me sentaba en la mesa a tomar un café; era un martirio tomarme el café sola”.
Sin embargo, con su hijo varón -quien se convirtió en un pastor religioso- ambos se fueron a predicar la palabra de Dios, y confiaba en que algún día se reencontraría con sus hijas, quienes viven en la ciudad de Brea y se dedican a limpiar oficinas.
“Cuando me llamaron para la visa, dije, ‘estos pasos son para llegar a donde están mis hijas; Dios mío, vengo por un milagro y confío en ti”, dijo con una sonrisa ampliamente dibujada en su rostro. “¡Tuve fe y se cumplió el milagro!”.
Tanto Rebeca como Ofelia describieron a su madre como una mujer siempre trabajadora.
“Ella sola nos sacó adelante a los cuatro”, dijo Ofelia.
“Ella siempre se preocupó por nosotros”, valoró Rebeca.
¡Se busca galán en Estados Unidos!
Lucía Rodríguez Adrián, de 64 años, madre de Ernesto Beltrán Hernández y de Carmen Hernández Rodríguez lloraba literalmente a mares cuando pudo fundirse en abrazos con ellos.
Eran 17 años en los que no veía a sus hijos, quienes emigraron a Estados Unidos. Ernesto, quien hace entrega de muebles tiene ahora 37 años y Carmen, una asistente de enfermería, 35.
La separación de la familia, obligada en la mayor parte de los casos por la situación económica que vivían en Ayala, Morelos, ha sido cruel para la relación madre-hijos.
“Mis hijos son mi adoración”, dijo Lucia. “De chicos eran traviesos, y con lo que hubiera a la mano les llamaba la atención”.
Para esta madre mexicana, el alejamiento de los hijos de sus entrañas la hacía sentirse mal.
“Pensaba, ¿de qué sirve tener hijos, si de grandes ya no los tengo conmigo? Yo valoro mucho la unión de la familia, pues nunca me separé de mi mamá”.
Carmen, quien reside en la ciudad de Fullerton, en el condado de Orange, no cabía de emoción y observaba detenidamente a la autora de sus días. Su hermano permanecía pensativo.
“Yo quiero agradecer a las personas que organizan la venida de nuestros padres y le pido a Dios que los bendiga siempre”, manifestó.
Superadas las emociones, Lucía, quien sufre de hipertensión y diabetes se dio tiempo para bromear, después que sus hijos le prometieron que la llevarían de paseo a Disneylandia y a la playa.
¿Y como piensa disfrutar su día en la playa?, se le preguntó.
“Ah, pues como todos, darle gusto a la vista. Póngale en su historia, ‘¡Se busca galán que se quiera ir a vivir a Morelos! Ofrezco compañía'”.
“¡Ay mamá, que cosas dices!”, expresó su hija, quien de su madre extrañaba su comida, especialmente las “picaditas” o sopes con carne de res.
“A mí lo que más me gustaba de mi madre son sus enchiladas”, añadió Ernesto.
Más información sobre la elegibilidad en este programa, puede llamar a los teléfonos 917-572-4408 y 917-574-4206, y en la página en Facebook del Club.