Nueva generación de policías; la mayoría son latinos

El 70% de los graduados en LAPD son hispanos; seis mujeres se unieron a las fuerzas del orden en Los Ángeles

Un total de 26 jóvenes se convirtieron en agentes de LAPD.

Un total de 26 jóvenes se convirtieron en agentes de LAPD. Crédito: Jorge Luis Macías | Impremedia

“Chiquita pero picosa”. Esa es la manera en que familiares y amigas describen a Melody Arrieta, quien fue una de los 26 graduados de la generación 223 en la Academia de Policía de Los Ángeles, de los cuales 18 son hispanos y, entre ellos, hay ocho mujeres.

Me siento muy feliz, llena de alegría por mi hija”, dijo Flor María Hinojo, una inmigrante de Chihuahua, México, y madre de Melody.

“Desde chiquita ella quería ser policía”, indicó.

La vistosa ceremonia de graduación se efectuó en los jardines de Elysian Park, en medio de altas temperaturas e intensos rayos solares.

La mayoría de los graduados se convirtieron en oficiales del Departamento de Policía de Los Ángeles, incluyendo Melody. Dos de los graduados ya son agentes del Departamento de Policía del Aeropuerto de Ángeles; uno del puerto de Los Ángeles; otro pertenece al Departamento de Policía de Inglewood, y tres son miembros de la División de Guardabosques de la ciudad.

“A mi nieta siempre le ha gustado la acción”, comentó don Severiano Arrieta, abuelo de Melody, a quien acompañaron también, sus hermanos Nancy, Mireya y José, y sus mejores amigas, entre ellas Brigitte Sandoval, a quien conoce desde la secundaria.

“Nos conocimos en el séptimo grado, en Eliot Middle School”, relató Brigitte. “Desde el principio ella me confió que estaba destinada a ser policía”.

De hecho, Melody se inscribió en la Academia de Voluntarios del Departamento de Policía de Pasadena, a la vez que atendía la preparatoria en Marshall Fundamental School.

“Me siento orgullosa de ella, que haya llegado a su meta”, dijo Brigitte. “Convivimos durante mucho tiempo, y yo la incentivaba para que fuera bombero o policía”.

Melody y los recién graduados completaron 904 horas de capacitación y entrenamiento en el transcurso de 24 semanas.

La fuerza de los latinos y de las mujeres
Ellos se unen a la fuerza laboral de 9,103 policías que había en 2019 en el LAPD, casi 1,000 menos de los que eran hace una década, cuando Antonio Villaraigosa era el alcalde de Los Ángeles.

En la actualidad, la alcaldesa Karen Bass busca aumentar la contratación y eliminar las barreras al reclutamiento. Su presupuesto propuesto, dado a conocer en abril, requiere que la ciudad restaure el departamento a 9,500 oficiales, una orden extremadamente alta, dado el éxodo continuo de personal.

”Creo que debemos continuar acercándonos a nuestras comunidades y reconocer que necesitamos la próxima generación de oficiales”, declaró a La Opinion, el jefe del LAPD, Michel Moore. “Ellos están en están en nuestras comunidades”.

“Esta es una carrera maravillosa, llena de significado para la vida de todos, con un propósito: servir a la comunidad y es un gran trabajo que tiene las recompensas más gratificantes y queremos que la gente así lo entienda”, añadió. “A los jóvenes les digo, den un paso adelante y contribuyan a un Los Ángeles más seguro y sean parte de ello, de una profesión de servicio, como ahora, donde la mayoría de los graduados provienen de nuestros vecindarios”.

Moore destacó que el LAPD es una organización que da la bienvenida a las mujeres para que se unan a sus filas, sin importar qué tan alta o fuerte sea una persona.

“Estamos seguros de que todos y todas pueden, y nosotros podemos entrenarles y ensenarles a desarrollar las habilidades necesarias que realmente importan en su carácter”, precisó. “Queremos que las mujeres piensen que pueden portar la insignia del LAPD, aunque históricamente pueda haberse visto esta profesión como una que es dominada hombres”.

En el papel, la propuesta de la alcaldesa Karen Bass ha presupuestado para que la fuerza policial de la ciudad llegue a los 9,460 oficiales.

Asimismo, alcanzar los 9,500 que contempla Bass implicaría que el LAPD contrate a 1,000 nuevos agentes, ante las expectativas de retiro de al menos 600 policías.

Un nuevo comienzo
En representación de la clase 223, el nuevo agente del orden público, Anthony Ibarra reconoció que cada uno de ellos fueron llevados al límite de sus capacidades físicas y mentales durante los entrenamientos.

“Los ejercicios nos unieron más y nos hicieron darnos cuenta de que formamos parte de una familia”, dijo. “Seguramente, la mayoría de nosotros nos íbamos a casa, asustados y nerviosos, porque constantemente éramos desafiados en los escenarios tácticos estresantes y en las clases cruciales de cada día que nos obligaban a trasnochar para estudiar”.

Recordó también las carreras por in a una tintorería a recoger su uniforme o dejar impecablemente brillantes sus botas, “brillando hasta el punto en que podíamos ver nuestro reflejo”.

Y, a la vez que agradeció públicamente a todos los instructores de la Academia de Elysian Park, hizo lo mismo con sus familiares y amigos que los respaldaron a todos para culminar su esfuerzo con la graduación, en el día que han pasado de ser civiles a agentes de la ley.

“Le encantaban las pistolas”
Berenice Márquez, una inmigrante mexicana de Guadalajara, Jalisco, narró a La Opinión que, a su hijo Eduardo le fascinaba jugar con pistolas desde que era pequeño.

“Su abuelita [Adela Hernández] le compraba las pistolas, porque al niño le encantaban”, dijo la orgullosa madre, quien estaba sentada en primera fila para presenciar la graduación de Eduardo, junto con sus otros dos hijos varones, Roberto y Christopher, además de su esposo Eduardo, y Diana Hernández, la novia del nuevo policía.

“Yo lo veía jugar con la pistolita y solamente le escuchaba decir “¡puchun, puchun puchun!”, como si estuviera imitando el sonido”, dijo la señora Berenice, residente en North Hollywood.

Recuerda que, cuando Eduardo le habló de sus sueños por convertirse en policía, ella nunca se opuso.

“Todo se puede…algún día lo vas a lograr y podrás valorar todo el sacrificio que haces”, fue el consejo de la madre a su hijo, aunque también le preguntó: ¿No te gustaría otra carrera?”.

Berenice Márquez describió a su hijo como un muchacho disciplinado, inteligente y responsable, que siempre quiso “ser alguien importante”, y no solamente conformarse con un trabajo rutinario.

“¡Que valiente eres! No cualquiera se avienta [se anima]”, le dijo a su hijo, a quien abrazó con mucho cariño, una vez terminada la ceremonia de graduación.

También los abuelitos de Eduardo estaban radiantes de felicidad.

“Teníamos cuatro años de no verlo; ya es todo un hombre y me siento contento”, dijo don Roberto Hernández. “Da gusto ver el fruto del trabajo de sus padres y todo el esfuerzo que él hizo para ser lo que quería”.

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