Asesinato de Fernando Villavicencio: cómo pasó Ecuador de ser país de tránsito a un centro de distribución de la droga en América Latina
El asesinato el miércoles del candidato presidencial ecuatoriano Fernando Villavicencio en Quito volvió a poner bajo los focos el nivel de inseguridad y la creciente presencia del narcotráfico y el crimen organizado en el país sudamericano
Ecuador es “uno de los principales puntos de embarque para el tráfico global de cocaína”.
Así definió el portal especializado InsightCrime al país sudamericano en su reporte anual de 2023, publicado en marzo.
El asesinato el miércoles del candidato presidencial Fernando Villavicencio tras un acto de campaña en el centro de Quito volvió a poner de relieve la situación de inseguridad y violencia en la que se encuentra inmerso el país, que el próximo 20 de agosto celebra elecciones anticipadas.
La policía anunció este jueves la detención de 6 sospechosos, todos ellos de nacionalidad colombiana. El mismo día del ataque, otro de los presuntos sicarios murió tras un cruce de balas con las fuerzas de seguridad.
Se desconocen todavía los motivos detrás de este crimen, pero se sabe que uno de los puntos centrales del programa de Villavicencio era la seguridad y el combate al narcotráfico.
Y es que con menos de la mitad de la población de Colombia y un territorio cuatro veces menor, Ecuador ha pasado en los últimos años de ser un país “de tránsito” de la droga a uno en el que esta se almacena, se procesa y se distribuye.
El Departamento de Estado de EE.UU. calculó en 2019 que un tercio de la cocaína de Colombia pasa por su vecino del sur antes de dirigirse a Norteamérica y Europa.
Y, aunque no hay estimaciones más recientes, se cree que en los últimos años el protagonismo de Ecuador (también fronterizo con otro gran productor, Perú) en el mercado internacional de esta droga se ha reforzado.
Ese cambio de paradigma se nota en la mayor cantidad de droga —principalmente cocaína— decomisada, en el cada vez más habitual descubrimiento de laboratorios y, sobre todo, en el aumento exponencial de la violencia.
Esta última se ha hecho muy visible en las cárceles, que han sido escenario de una serie de masacres con más de 450 muertos desde 2020.
Las cada vez más fuertes bandas criminales, entre ellas los Lobos, los Choneros o los Tiguerones, tienen fuertes vínculos con los carteles del narcotráfico y las mafias internacionales y se disputan el control territorial tanto dentro como fuera de la cárcel.
Esto ha desencadenado una ola de violencia sin precedentes que convierte a Ecuador en el país de América Latina donde más han aumentado la inseguridad y el crimen en los últimos años.
Más decomisos
Tanto la producción como el consumo de cocaína en el mundo han ido en aumento en los últimos años.
“La oferta mundial está en niveles récord”, reflejó el Informe Mundial sobre Cocaína 2023 de la ONU.
Este señaló que entre 2020 y 2021 el cultivo de coca se disparó un 35%, récord histórico y el mayor crecimiento interanual desde 2016, favorecido por un aumento de la demanda en todo el mundo.
Esto engrosó las rutas que pasan por Ecuador, país limítrofe con los departamentos de Nariño y Putumayo, donde se produce más de un tercio de la cocaína de Colombia.
Uno de los datos que muestran esta realidad es el aumento de las incautaciones por parte del servicio ecuatoriano de antinarcóticos.
Sus agentes decomisaron más de 122 toneladas de estupefacientes -principalmente cocaína- entre enero y julio de este año, superando el récord para ese período de 98 toneladas en 2021.
Ecuador “es el país de Sudamérica no productor de cocaína que más droga incauta”, indicó a BBC Mundo en 2021 Renato Rivera, investigador de la Red Latinoamericana de Análisis de Seguridad y Delincuencia Organizada (Relasedor).
Los expertos consultados por BBC Mundo señalan varios factores que explican cómo Ecuador escaló desde ese país de tránsito a tener un mayor protagonismo en las redes de narcotráfico de América Latina.
El “efecto globo”
La fumigación y erradicación de cultivos ilícitos llevadas a cabo por las autoridades colombianas tuvieron como resultado una “transfronterización” de los mismos, sobre todo a partir de los primeros años 2000.
Es lo que se conoce como “efecto globo”, según el cual cuando se reprime la producción de drogas en una región, esta aumenta en otras.
Por ese efecto, “las acciones gubernamentales contra el narcotráfico en Colombia obligaron a trasladar gran parte de la infraestructura del crimen organizado hacia otros países, como Venezuela, desde donde sale cerca del 50% de la droga de Colombia, Ecuador, por donde sale el 37.5%, y Brasil, por donde sale cerca del 12.5%”, explicó el coronel Mario Pazmiño, exdirector de inteligencia militar y analista en seguridad y defensa, en octubre de 2021.
Dos rutas del narcotráfico atraviesan Ecuador desde Colombia.
Una es la del Pacífico, donde la droga ingresa por la provincia de Esmeraldas hasta los puertos del país, principalmente en las provincias de Manabí y Guayas.
Y la otra es la ruta amazónica, a través de la cual la droga entra por Sucumbíos y se dirige a Brasil y otros países de la región.
“Ese tipo de acciones lo único que han hecho es trasladar una parte de ese holding delictivo hacia otros países con mejores características para que el negocio pueda seguir floreciendo”, indicó Pazmiño.
En 2017 Naciones Unidas alertó de que el 35% de los cultivos ilícitos colombianos estaban a menos de 10 kilómetros de la frontera con Ecuador.
Para el general Pazmiño, el papel de Ecuador en términos de cultivo “no es relevante” si se compara con lo que se produce en su vecino del norte.
“La mayoría del cultivo se realiza en Colombia. Aquí hay unas pequeñas cantidades, pero son mínimas con relación a lo que se produce en el lado colombiano”.
Desde Antinarcóticos coinciden: “las plantaciones acá realmente no existen, somos un país de tránsito y acopio de drogas”.
Pero lo que sí ha aumentado en Ecuador es el número de laboratorios de procesamiento, sobre todo cercanos a los enclaves productivos de cocaína del sur de Colombia, Nariño y Putumayo.
“Allá (en Colombia) se cultiva y se comienza a macerar esa droga. Posteriormente se lo pasa a los laboratorios y cristalizaderos que están ya en territorio ecuatoriano y luego a los centros de acopio y las plataformas internacionales de distribución para la salida al exterior”, explicó Pazmiño.
En julio se desmantelaron cerca de la frontera con Colombia dos de estos laboratorios, que se suman a otros cuatro en Ecuador en los 12 meses anteriores.
Todo este contexto atrae a carteles y grupos criminales extranjeros, una tendencia que se ha visto reforzada por otros hechos tanto internos como externos.
El cierre de la base de Manta
Este desplazamiento del “holding delictivo” se vio favorecido por un hecho que algunos analistas consideran fundamental: el desmantelamiento de la base militar estadounidense en Manta, en la costa ecuatoriana, en 2009.
Desde dicha base se rastreaban aeronaves utilizadas por narcotraficantes.
Su cierre fue una promesa electoral del expresidente Rafael Correa (2007-17), quien, al llegar al poder, anunció que no se renovaría el contrato para su utilización, bajo el argumento de que la base violaba la soberanía de Ecuador.
La prohibición de la presencia de bases extranjeras en el país se incluyó en la Constitución aprobada en 2008.
Como resultado de su cierre, según un informe de InsightCrime, “la cooperación antinarcóticos con los países de oferta y demanda entre los que se encuentra Ecuador se redujo al mínimo”.
“Fue un punto importante de inflexión a partir del cual se permitió la penetración casi total del crimen organizado transnacional“, puntualizó Pazmiño.
“Es fundamental, porque ejercía un control de las narcoavionetas que ingresaban al espacio aéreo ecuatoriano y también sobre las lanchas rápidas que salían a abastecer a las embarcaciones en alta mar”.
Por su parte, Renato Rivera consideró que esa decisión tuvo una “connotación mucho más política, al estar vinculada a las relaciones con EE.UU., que de impacto en la seguridad interna o en el combate al narcotráfico que se hace desde el Estado”.
“La base de Manta tenía un rol de avanzada. Se hacía un monitoreo de vigilancia aérea. Pero tras su cierre no hubo un impacto en términos de aumento de homicidios ni en la caída de la cantidad de droga incautada”, sentenció.
La desmovilización de las FARC
En septiembre de 2016, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) firmaron un acuerdo de paz con el Estado colombiano.
Las FARC controlaban las cadenas de producción y distribución de la cocaína. Su desmovilización generó cambios estructurales en el tráfico de la droga no solo en Colombia sino también en Ecuador, que pasó a tener mucho más protagonismo en el esquema del narcotráfico, según Renato Rivera.
Hubo grupos disidentes dentro de las FARC que se desvincularon del acuerdo de paz.
“Esos grupos ya no siguen necesariamente la doctrina de las FARC y esto lleva a una especie de descentralización del negocio del narcotráfico”, afirmó Rivera.
Rivera indicó que estos grupos, que se mantienen especialmente en la frontera con Ecuador, en los departamentos colombianos de Nariño y Putumayo, se alían con los carteles mexicanos y otras organizaciones europeas, principalmente de los Balcanes occidentales, que llegan a la zona.
Es una realidad que incluyó la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés) en su reporte de 2021.
El texto señaló que “en los últimos años, varios otros grupos europeos han surgido como actores importantes en el envío de cantidades significativas de cocaína a Europa, también estableciendo presencia y contactos propios en América Latina”.
“Hasta cierto punto, esto puede haber sido facilitado por un panorama criminal cada vez más fragmentado en Colombia a raíz de la desmovilización de las FARC-EP”, proseguía.
“La proliferación de grupos delictivos no estatales, armados y más pequeños, la ausencia de organizaciones monolíticas que controlan las diversas etapas de la cadena de fabricación y tráfico de cocaína y la mayor compartimentación de estas actividades pueden haber generado nuevas alianzas y cadenas de suministro”.
El informe se refería a grupos de Albania, Bosnia-Herzegovina, Croacia, Montenegro y Serbia.
Así, la participación de múltiples organizaciones criminales de diversos países crea una especie de disputa territorial y un aumento de la violencia en Ecuador, según los expertos.
Entre esas organizaciones también destacan dos carteles mexicanos: el de Sinaloa, que se cree empezó a operar en Ecuador aproximadamente en 2003 con el envío de emisarios y un perfil bajo, y el Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG).
“En 2016 empezamos a tener las primeras alertas de que el CJNG está entrando con fuerza en Ecuador. Y empieza a tejer alianzas con los grupos colombianos disidentes de las FARC, y empiezan a disputarle los territorios al cartel de Sinaloa, pero de una manera discreta, sin exposiciones ni guerras abiertas”, explicó el periodista ecuatoriano Arturo Torres, especializado en el tema del narcotráfico en la nación andina.
“En México ocurre lo mismo: el CJNG empieza a disputarle ya de una manera más violenta al cartel de Sinaloa y a Los Zetas el protagonismo. Y ahora mismo Ecuador se convierte en un espejo de lo que ocurre en México”, aseguró.
Lucha por el territorio y aumento de la violencia
Ecuador está sufriendo un estallido de violencia sin precedentes, con un peligroso aumento de los homicidios año tras año.
InsightCrime destaca como puntos críticos de violencia a ciudades como Esmeraldas y Guayaquil, donde las pandillas cometen frecuentes asesinatos.
En los puertos de Guayaquil, según Antinarcóticos, se producen más del 80% de las incautaciones de droga en Ecuador.
Uno de los escenarios de violencia son las cárceles, cuyo control genera guerras entre distintas bandas delictivas ecuatorianas.
“Este control territorial se va aplicando en las cárceles porque se necesita dominar los espacios y reducir la capacidad operativa de la otra banda”, explicó Pazmiño.
“Por eso son los enfrentamientos, los ajusticiamientos que se dan en las cárceles y que también se replican fuera, en las ciudades, justamente por donde pasa la mayor cantidad de las rutas hacia los centros de acopio”, indicó.
Los vínculos con el narco mexicano
InsightCrime explica que los grupos criminales ecuatorianos tradicionalmente operan de manera fragmentada, actuando fundamentalmente como subcontratistas de organizaciones criminales extranjeras.
Según los expertos, en Ecuador hay varias organizaciones locales trabajando con los carteles mexicanos.
Entre ellas están los Choneros, que han cooperado históricamente con el cartel de Sinaloa; y los Lobos, los Lagartos y los Tiguerones con el CJNG.
Para Arturo Torres, más que en la lucha directa entre esas el cartel de Sinaloa y el CJNG, la clave está en el menudeo de drogas.
“Donde realmente hay una confrontación es con las bandas (locales) por el microtráfico“, declaró.
“Tienes en un escalón superior a los carteles que operan a través de delegados que mandan acá, no solamente los mexicanos, también los europeos. Pero ellos no se pelean, no se confrontan, porque ellos básicamente hacen negocio”.
Según el periodista, los grandes carteles lo que hacen es pagar por sus servicios a estas bandas con cocaína, que estas venden para obtener dinero.
“Las bandas son las que se disputan el microtráfico y por eso es que esa disputa va a ese nivel, la del territorio y la venta a nivel local”.
Corrupción
Según el informe del Departamento de Estado estadounidense, la corrupción relacionada con las drogas es “un problema dentro de las fuerzas de seguridad pública en Ecuador”.
Para Arturo Torres, la corrupción en el país “se agravó mucho más con todo el dinero que genera el narcotráfico, que corrompe no solamente el sistema judicial, el sistema penitenciario, sino a la policía y el ejército“.
“Tiene un poder descomunal”, agregó.
Aseguró que “la corrupción ha permeado a todos los estamentos del Estado y por eso se llega a entender el poder que llegan a tener las bandas de introducir (en las cárceles) fusiles, armamento pesado, granadas”. “
“Eso solamente se entiende en un sistema corrompido”, sentenció.
Precisamente, la lucha contra la corrupción era otra de las bases del programa del candidato asesinado, Fernando Villavicencio.
* Con reportería de Mar Pichel.
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