Insisten ante el juez que el beso de Luis Rubiales sobre Jenni Hermoso no fue consentido
Un hermano y una amiga de la futbolista del Pachuca, Jennifer Hermoso, ratificaron ante la Audiencia Nacional que el beso del exdirigente fue sin consentimiento. Los testigos indicaron que Luis Rubiales presionó a Hermoso y su entorno para que justificara lo ocurrido
Un hermano y una amiga de la jugadora Jenni Hermoso han apoyado este lunes su versión ante el juez sobre la falta de consentimiento del beso en la boca que le dio el expresidente de la RFEF Luis Rubiales en la final del Mundial, y han ratificado las presiones que se produjeron para que lo justificase.
El juez de la Audiencia Nacional Francisco de Jorge, que investiga al expresidente de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) por los delitos de agresión sexual y coacciones, ha comenzado la ronda de interrogatorios a peritos y testigos con las declaraciones de un hermano y una amiga de Jenni Hermoso, y el de dos peritos que elaboraron un informe a petición de la defensa de Rubiales.
Estos últimos, dos de ellos intérpretes en lenguaje de signos, también han ratificado ante el juez el informe que elaboraron a petición del expresidente de la RFEF sobre el momento en el que Hermoso y Rubiales intercambiaron unas palabras antes del beso.
De esta escena, la defensa no ha logrado obtener imágenes en las que se pueda ver la cara de Hermoso (aparece siempre de espaldas) para poder discernir qué le dijo a Rubiales antes de que le diera el beso y de este modo comprobar si hubo consentimiento por parte de la jugadora, cuestión que ésta niega en su denuncia.
En las imágenes analizadas solo es distinguible, mediante la lectura de labios, lo que le dice a ella el presidente de la RFEF y que confirmaría que, antes de besarla, le preguntó si podía hacerlo, han informado a EFE fuentes jurídicas presentes en la declaración.
Según indicó Rubiales en la rueda de prensa ante la Asamblea General de la RFEF, y ahora trataría de confirmar a través de los peritos que este lunes han declarado, cuando felicitaba a las chicas, Hermoso le levantó del suelo entre abrazos.
“Me subió en brazos y me acercó a su cuerpo y le dije olvídate del penalti, me contestó eres un crack y yo le dije ¿un piquito? Ella dijo, vale. Se despidió con un último manotazo en el costado y se fue riendo. Esa es la secuencia de todo”, sostuvo entonces el expresidente de la RFEF.
En cuanto a su hermano y la amiga de Hermoso, según informan a EFE fuentes presentes en la declaración, han ratificado y ampliado la declaración que la jugadora ya prestó en la Fiscalía cuando formalizó su denuncia contra Rubiales, en la que aseguró que el beso no fue consentido y que tanto ella como su entorno recibieron presiones por parte del círculo más próximo al expresidente de la RFEF para que justificase públicamente lo ocurrido.
Dicha declaración motivó que la Fiscalía acabase presentando una querella contra Rubiales, que ha dado lugar a la apertura de una investigación en la Audiencia Nacional, al haber ocurrido los hechos en el extranjero.
Los interrogatorios proseguirán este jueves, cuando están citados algunos cargos de la Federación.
Son el director de Marketing de la RFEF, Rubén Rivera; el director de la selección masculina, Albert Luque; la jefa de prensa de la selección femenina, Patricia Pérez; y el exdirector de Integridad Miguel García Caba, de cuyos servicios prescindió la Federación el pasado viernes.
La Fiscalía le preguntará si Rubiales o su entorno presionaron a Jenni Hermoso tras hacerse viral el beso que le dio en la boca durante la entrega de trofeos en el Mundial de Sídney (Australia), el pasado 20 de agosto.
Cerrarán la ronda de declaraciones el próximo lunes 2 de octubre tres jugadoras de la selección española: Alexia Putellas, Irene Paredes y Misa Rodríguez.
Rubiales, que siempre ha mantenido que el beso fue consentido, acabó dimitiendo el 10 de septiembre como presidente de la RFEF pese a su inicial negativa. Tiene abierto un expediente ante el Tribunal Administrativo del Deporte (TAD) y la FIFA lo suspendió cautelarmente durante 90 días tras el episodio, que provocó una ola de indignación.
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