Jornaleros recuerdan a los trabajadores esenciales fallecidos durante la pandemia
Los manifestantes piden la Acción Diferida para los empleados involucrados en disputas laborales
Jornaleros del país exigirán cuentas de fallecimientos de trabajadores esenciales durante la pandemia de Covid-19 a los gobiernos municipales, estatales y al gobierno federal.
Durante una marcha nocturna de protesta, que comenzó en el Centro Federal de Detención, en la intersección de la Avenida Alameda y la Autopista 101, decenas de personas afiliadas a la Red Nacional de Jornaleros (NDLON), marcharon hasta la Placita Olvera y culminaron su acción en las escalinatas del edificio del ayuntamiento de Los Ángeles.
“Queremos saber cuánta gente murió para que otros vivieran, dijo Pablo Alvarado, presidente de NDLON. “Si no nos dan esa información, los llevaremos a la corte”.
En el inicio de una campaña nacional que culminará con la Convención Anual de la Red Nacional de Jornaleros, el año próximo en New Jersey, los manifestantes dijeron que pedirán que el presidente Joe Biden haga pública la Acción Diferida que protege de la deportación a trabajadores no ciudadanos de las amenazas de represalias con llamar a las autoridades migratorias, por parte de empleados explotadores.
La poco difundida Acción Diferida para trabajadores involucrados en disputas laborales, es el nuevo “proceso simplificado” que el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) creó para que los trabajadores soliciten protección temporal contra la deportación y un permiso de trabajo.
De acuerdo con el Proyecto Nacional de Inmigración del Gremio Nacional de Abogados (NILC), el propósito de este proceso es “promover la justicia, la seguridad y la igualdad de condiciones para todos los trabajadores en los Estados Unidos; además, de fortalecer la capacidad de las agencias laborales para hacer cumplir las normas laborales y de empleo.
La protección contra la deportación se presenta en forma de “Acción Diferida” y tiene una duración de dos años. Fue dada a conocer en enero de este año por el DHS.
Con veladoras, cruces en mano y pancartas con nombres de algunos miles de personas a quienes la clase política llamó “los héroes de la pandemia” o “trabajadores esenciales, desfilaron seguros por las aceras, aun en medio del tráfico vehicular.
“Llamamos altares de la justicia porque mucha gente murió durante la pandemia”, dijo Pablo Alvarado. “Ellos no tuvieron el privilegio o el lujo de quedarse en casa, mientras sacaban adelante al país, para que la economía siguiera rodando”.
Cifras del Departamento de Salud Pública de California indican que, hasta el mes de mayo de este año habían fallecido 42,117 latinos. Ello representa el 43% de todos los fallecimientos por el Covid en el estado. No está claro cuántos de ellos fueron trabajadores de la primera línea que perecieron antes, durante o después de la pandemia.
Solo el pueblo salva al pueblo
“Tenemos un sentido de indignación porque nos hicieron muchos elogios, pero a la clase política y a los empleadores ya se les olvidó quienes tuvieron que morir para que otros literalmente vivieran”, dijo el líder social. “Por eso demandamos a la ciudad que nos diga cuantos de los que murieron eran trabajadores esenciales o indocumentados, porque muchos fueron presionados a seguir trabajando, aun enfermos, para mantener activas las líneas de producción”.
Alvarado y los demás manifestantes consideraron que la muerte de los migrantes, trabajadores esenciales e indocumentados ha significado “la injusticia laboral más grande del siglo” en Estados Unidos.
A veces en silencio, y a veces gritando consignas de “Solo el pueblo salva al pueblo”, o ¿Qué queremos? ¡Justicia! ¿Cuándo? ¡Ahora!”, los marchistas honraron la memoria de dos jornaleros muy queridos por ellos: Godofredo Rivera, quien era el saxofonista oaxaqueño de la banda Los Jornaleros del Norte, y Antonio Bernabé. Godofredo era el único del grupo que podía leer y escribir música.
Serenata a un indocumentado
“Decidimos comenzar la marcha frente al Centro Federal de Detención porque este lugar es simbólico por el encarcelamiento injusto de la gente trabajadora, de aquellos que por ser vendedores ambulantes fueron encerrados aquí, y por vender comida o algo en la calle, terminaron en un proceso de deportación”, comentó Omar León, cantante y acordeonista del grupo d música.
“Asómate a la ventana, te traje una serenata, aunque estés encarcelado. Mira, te canta quien te ama, por ti me juego la vida, por liberarte me muero en la raya”, es una de las estrofas que cantó Loyda Alvarado al interpretar “Serenata a un Indocumentado”.
“Ay, que leyes tan injustas que buscan separarnos. Nos juzgan de criminales por ser indocumentados. No saben que nuestras manos a ellos los tienen tragando”, entonó para deleite del público congregado en la marcha.
Desde San Bernardino se unió a la multitud, la familia integrada por Xóchitl Trujillo, su esposo Sergio Luna y su hija Yaretzi, de seis años.
“En todos lados, las corporaciones siguen explotando a los migrantes; nos dicen que somos esenciales, pero sin derechos, y ahora hasta nos quieren volver a decir que somos criminales”, declaró la señora Trujillo, originaria de Puebla, México.
”Ya estamos cansados de esperar por una reforma migratoria”.
Por cuatro décadas, los inmigrantes han pugnado por una reforma migratoria integral, más con el clima político desatado por los precandidatos republicanos a la presidencia en 2024, parecería más que imposible que se diera, tras los comentarios incendiarios del expresidente Donald Trump, quien prevé un cambio radical en materia de inmigración si es elegido, al prometer deportaciones masivas y controles ideológicos.
El dolor de perder a su padre
Uno de esos trabajadores esenciales que falleció durante la pandemia fue Jacobo Soriano Elorza. El perdió la batalla contra el Covid-19, el 24 de diciembre de 2020, y su hija Yanelli, todavía lo recuerda con cariño y con inmenso dolor en su alma.
“Mi padre trabajó en la construcción por 20 años y otros 20 años como janitor (conserje)”, expresó Yanelli “Él ya estaba deshabilitado, pero se fue a trabajar y en las oficinas donde hacia limpieza nunca le dijeron que estaba infectada con el virus; en la casa todos se enfermaron y mi papá fue el último”.
En un mar de lágrimas y gritos de dolor, Yanelli recordó que, quienes fueron a desinfectar las oficinas donde estuvo su padre, llevaban equipo de protección, la misma que le habían negado a su progenitor.
“A nuestras familias las obligaron a trabajar [durante la pandemia] y a mi padre lo llamaron a trabajar para caer en la boca del lobo”, dijo la joven de 28 años, residente de Pasadena. “Es una injusticia que le hayan quitado la vida a mi papá”.
Al fallecer, Jacobo Soriano Elorza, quien era originario de Oaxaca, México, tenía 63 años. Dejó una viuda, Micaela, y cuatro huérfanos, entre ellos Yanelli.
“Mi papá era una persona a la que todos consultaban para lo que se necesitara”, recordó Yanelli. “Él cuidaba de todos”.