Entierran a miles angelinos cuyos cuerpos nunca fueron reclamados
En una tumba compartida depositan las cenizas de 1,957 niños, mujeres, indigentes e inmigrantes indocumentados que fallecieron en 2020 durante la pandemia de Covid-19
En algunos rostros asomaron las lágrimas y decenas de personas rindieron un adiós póstumo a 1,937 personas que fallecieron en 2020, durante la pandemia de Covid-19 en el condado de Los Ángeles.
Después de tres años, nadie reclamó los cuerpos de todas esas personas a la Oficina de Asuntos de Difuntos del Departamento de Salud Pública (DHS) del condado.
Las 1,937 personas fueron cremadas y sus cenizas, depositadas en una tumba compartida del cementerio del condado, ubicado en el este de la ciudad.
Datos de esa oficina que se encarga de la cremación y el entierro de personas indigentes o no reclamadas que mueren dentro de la jurisdicción del condado de Los Ángeles, indican que, desde 2004 a la fecha, han sido sepultadas 27,051 individuos cuyos cadáveres o restos mortales nunca fueron reclamados.
“Al reunirnos en este espacio sagrado, reconocemos que esta tierra estuvo administrada por los Tongva, y reconocemos la presencia duradera de los pueblos indígenas conectados con y sobre esta tierra”, dijo el reverendo Chris Ponnet, pastor de la iglesia St. Camillus, durante una ceremonia de entierro interreligiosa no confesional.
‘No fueron completamente desconocidos’
A ciencia cierta, nadie sabe las razones del porqué los restos mortales de 1,937 personas no fueron reclamados, aunque al final hubo alguien que no las olvidó.
Desde que fue elegida en 2016, la supervisora Janice Hahn ha acudido a la ceremonia luctuosa, que tuvo sus inicios en 1896.
“Creo que es muy importante mantener nuestro compromiso de garantizar que todas las personas, sin importar sus medios, descansen con respeto y dignidad”, dijo Hahn.
Desde 2020, fue la primera vez que el evento tuvo la participación del público.
“Reconocer las vidas y llorar las muertes de personas que no fueron completamente desconocidas, pero que son dignas de reconocimiento es loable”, añadió la supervisora.
Lo que sí se sabe de las 1,937 personas sepultadas es que muchas de ellas no tenían una vivienda. algunos eran inmigrantes y la mayoría eran pobres.
Algunos eran niños. Otros, eran inmigrantes en este país, vivían lejos de familias que los amaban y extrañaban. Y casi todos eran muy pobres.
“Por una razón u otra no tenían seres queridos que pudieran reclamar sus cuerpos cuando fallecieron”, expresó la funcionaria de gobierno. “Sabemos que tenían esperanzas y sueños, sabemos que sintieron dolor, desilusión y soledad. Probablemente más que la mayoría de nosotros”.
Cada una de las personas que fallecieron en 2020, las convierte en las primeras que fallecieron durante la pandemia mundial de salud.
Muchos murieron separados de las personas que los amaban. Experimentaron lo que es estar solo y aislado de sus familias, lo que es estar enfermo y sin que nadie haya ido a buscarlos.
“Hoy se encuentran descansando en un lugar más pacífico”, añadió la supervisora Hahn. “Y, mientras podamos, cuidemos de las personas que nos necesitan”.
Un violinista y un coro de ocho personas integrantes de Street Symphony (Sinfónica de la Calle) interpretaron melodías durante la tiriste ceremonia.
Debajo de una gran carpa, decenas de invitados a la ceremonia luctuosa desfilaron con una rosa blanca en mano y la depositaron en la tierra, sobre la fosa donde yacen las cenizas de los difuntos.
‘Me da escalofrío’
La doctora Christina Ghaly, directora del Departamento de Servicios de Salud (DHS) del condado de Los Ángeles, visiblemente conmocionada, dijo a La Opinión que fueron 1,937 historias distintas de individuos que carecían de poder dentro de nuestra sociedad”.
“Y pienso que, para las personas que están comprometidas con la justicia social y quienes están comprometidas con rectificar algunos de los desequilibrios de poder en nuestra sociedad, este [el entierro] es un claro recordatorio de cuánto trabajo aún queda por hacer. Por cada individuo que enterramos, hay muchos más que viven en las calles en este momento”, dijo.
La doctora Ghaly dijo que, saber que miles de personas mueren en las calles, ya sean inmigrantes o no, pero que son personas qie no tienen nada ni a nadie en la vida, “me da escalofrío”.
“[Los que murieron en 2020] Es un número sorprendentemente grande, y recuerdo cuántas personas tenemos en el condado de Los Ángeles y California en el mundo que no cuentan con el apoyo que necesitan de sus familiares, amigos o nuestra sociedad”.
“Me da escalofrío saber cuántas personas carecen de recursos, de conexión humana, de alguna relación que necesitan en su vida, y luego vemos las consecuencias de eso y su muerte”, declaró.
La supervisora Hilda Solís consideroo que era muy importante recordar a los difuntos, “porque como seres humanos todos somos una familia”.
“Muchas de estas personas que murieron aparentemente no tenían nadie o no los reclamaron, pero también hubo muchas familias que no tenían dinero para reclamar los cuerpos de estas personas y los dejaron morir solos. Muy difícil, ¿no?”, dijo.
Dijo que, quienes eran católicos su deber era orar por los difuntos.
“La misericordia de Dios es infinita y no está en un lugar u otro. Dios es espíritu. Y en espíritu nos levantemos a nosotros a su presencia y también a las almas de estos difuntos”.