Informantes, la pieza clave de la DEA y el FBI para atrapar a grandes narcos
Con el uso de informantes, testigos protegidos o colaboradores, quedaron en el pasado los agentes encubiertos de la DEA y el FBI que se infiltraban en los cárteles de la droga
Hace algunos años los narcos más conocidos y peligrosos parecían estar lejos de las autoridades, a menos que alguno de sus movimientos fuera más grave, como en el caso de Rafael Caro Quintero, pero conforme el tiempo ha pasado, grandes capos han caído presos y esto se debe a una pieza clave de la DEA y el FBI: los informantes.
Actualmente muchos de aquellos hombres que vivían de manera opulenta, que asesinaban sin piedad a sus adversarios, que traficaban toneladas de drogas y que se veían a sí mismos operar impunemente por siempre, están en prisiones tanto de México como de Estados Unidos, reducidos a presos con uniformes genéricos, sabiendo que la libertad llegará en largo tiempo o nunca lo hará.
Varios de ellos, deseando recuperar la libertad, proteger a su familia u obtener otro beneficio, deciden colaborar con las autoridades al llegar a Estados Unidos, volviéndose informantes, señalando a quienes en algún momento fueron sus socios, dejando al descubierto las operaciones de los grupos criminales, algo que en el mundo del narco es considerado como lo más bajo.
El Cártel de Sinaloa es una de las organizaciones que más ha vivido esta situación, algunos de los que estuvieron en su élite terminaron contando todo lo que sabían, revelando nombres de narcos que han caído presos también, como Ovidio Guzmán López, José Guadalupe Tapia Quintero, Rafael Caro Quintero, y Néstor Isidro Pérez Salas, alias “El Nini”.
De acuerdo con el semanario Riodoce, todos ellos fueron primero identificados mediante informantes, testigos protegidos y colaboradores, quienes proporcionaron datos, fotos y videos a agentes estadounidenses para posteriormente acusarlos ante un juez, que a su vez emitió una orden de aprehensión, y una vez firmada, sólo quedó esperar la llamada del colaborador para que revelara el domicilio donde se encontraba el objetivo.
A partir de que se brinda la última información del engranaje, las autoridades tienen dos horas para aterrizar el operativo, previamente preparado, a veces hasta con varios meses de anterioridad, para entonces ir por él.
“Son operativos que se hacen a veces hasta en una hora, porque nosotros como autoridad recibimos la información y la consultamos en lo inmediato con un superior nuestro, y ya que nos dan luz verde, es cuestión de minutos para pedir a los equipos de fuerzas especiales para que preparen todo, y salir”, dijo a Riodoce un general del estado mayor presidencial bajo anonimato, que fue encargado de inteligencia en la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena).
Al igual que con la DEA, el FBI, y la CIA, toda información de inteligencia que logran los gobiernos de México y Estados Unidos a través de sus agencias llega mediante informantes o colaboradores, a quienes les pagan fuertes cantidades de dinero, además de prometerles inmunidad o bien penas no tan severas.
Esa nueva red que mantienen ambos gobiernos al interior de las organizaciones criminales ha hecho que la figura de los agentes encubiertos sea obsoleta, pues a diferencia de la década de los 70, 80 y 90, cuando agentes como Mike Vigil, George Gavito, Joe Bon y Mike Davis, exagentes del FBI y la DEA, se hacían pasar como compradores de enervantes para involucrarse con organizaciones criminales ligadas al narcotráfico en México.
Así se identifica a un narco
Romain Bolzinger, director de la serie documental Narco Circus –de HBO Max– tuvo acceso a varios testigos protegidos durante su investigación, dijo que resulta muy difícil localizar a los testigos protegidos, y que la única forma de hacerlo es a través de los mismos agentes con quienes iniciaron las negociaciones, o bien a través de los abogados que los representaron durante el juicio.
“Yo me enteré a través de los mismos agentes, es que para que presenten cargos a un narcotraficante que nadie conoce es porque empieza a sonar por todas partes, y son al menos cinco fuentes que dan la misma información sobre un personaje, y sólo entonces es cuando se van tras él”, dijo Bolzinger.
Debido a que es posible que los narcos convertidos en informantes inventen cosas para “quedar bien”, los agentes hablan con más testigos para corroborar la información, hasta que cinco repiten la misma historia y brinda los mismos nombres, así se comienza a ir por el señalado.
Los “servicios” del informante son pagados, el precio varía según el narco, pero puede alcanzar los miles de dólares, dependiendo del narcotraficante que el informante pueda poner, pues al final depende de la calidad y la cantidad de información, y eso no significa que vaya a evitar la justicia o ser encarcelado.
Los casos recientes más emblemáticos de testigos protegidos son Reynaldo “El Rey” Zambada; Dámaso López Serrano, alias “Mini Lic”; Lucero Guadalupe Sánchez, conocida como “La Chapodiputada”; Dámaso López Núñez, alias “El Licenciado”, y los hermanos Pedro y Margarito Flores.
Todos ellos, a excepción del Mini Lic, declararon contra Joaquín “El Chapo” Guzmán y dieron información sensible para boletinar a sus hijos. Ahora se encuentran libres en Estados Unidos y con una nueva identidad, tratando de rehacer su vida en otras industrias.
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