La lucha de los mexicanos contra la comida chatarra
El consejo encargado de medir la pobreza en México dijo que en 2020, 22.5% de los mexicanos carecían de ingresos suficientes para comprar alimentos nutritivos de calidad tanto para ellos mismos como para sus familias
MEXICO- Roberto Gómez desayunó en su casa un café y galletas. Empacó un sánwich de jamón y queso y salió corriendo desde su domicilio en el municipio Coacalco hacia la escuela para después ir al trabajo en una panadería de la Ciudad de México.
Roberto es uno de los tres millones de habitantes que se desplaza para trabajar en la capital mexicana desde el Estado de México, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Para llegar a su empleo recorre dos horas de trayecto por el trafico de ida y otro tanto de vuelta a casa.
No sueña en cocinarse en casa: sería imposible. Algunas veces su madre le da un recipiente con algo fuerte para la comida, pero ocurre en raras ocasiones porque ella también trabaja y ella también come en la calle.
En la calle, camino a su labor de panadero, Roberto pensó en los kilos de más que se le acumularon en Navidad en forma de lonja poco atractiva para las chicas. Por ello decidió buscar algo nutritivo y con esa idea pronto se dio cuenta de que muchas limitantes que le arrojaron al estómago la realidad de muchos mexicanos.
Tenía 70 pesos en la bolsa y con eso debía pagar la transportación y la comida. Entre los camiones y el metro gastaría 20 y le quedarían 50. Tenía que ser hábil pero el hambre empezaba provocarle dolor de cabeza tanto como la inflación que sigue sin control total en el país y se la cobra principalmente en la comida.
Para el 2024, Banxico previó que la inflación tanto general como subyacente promediaría 3.5% anual mientras analistas y empresarios alertaron que esa alza empuja a los mexicanos a consumir comida chatarra como un factor mas a los malos hábitos en la alimentación.
Cuauhtémoc Rivera, presidente de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec), alertó que “mucha gente cae en este tipo de consumo porque quiere matar el hambre”.
Y ejemplificó para la prensa en una alerta a su pesar porque, en parte, de eso vive el gremio que represena: “Doritos o Tostitos con cueritos (piel de cerdo) y salsa Valentina, todos tienen un gran mercado, es un negocio muy importante, un área de oportunidad que está al alza”.
Roberto sabía que podía ir a cualquier tienda a comprar chucherías para comer pero esa tarde del 13 de enero pasado estaba decidido a evitarlas.
“Claro que me preocupa la mala dieta que llevo porque siempre lo están diciendo en la escuela: que los mexicanos somos los que peor comemos”.
De acuerdo con la Federación Mundial de la Obesidad, México ocupa el quinto lugar en el consumo de comida chatarra detrás de Estados Unidos, Japón, China, Brasil, India y México; a la par, alrededor de 12% de los mexicanos sufren insuficiencia nutricional.
“La mercadotecnia, los intereses económicos y la influencia de la industria de la comida chatarra son los grandes motores del consumo de la población mexicana. Muchos de ellos tienen ingredientes que generan adicción y problemas de salud”, destacó Simón Barquera, director del Centro de Investigación en Nutrición y Salud del Instituto Nacional de Salud Pública de México.
“Sin embargo, es evidente que la pobreza también tiene un papel”.
Roberto Gómez salió del metrobús. Preguntó por el costo de una torta y le dijeron que valía 10 pesos más. Le pareció cara además de que está harto de ellas porque en su trabajo hay mucho pan y lo más fácil es ponerle jamón. Siguió la ruta hacia su trabajo.
En los puestos callejeros observó tacos al pastor y de carnitas, pero no quería comer grasa; gelatinas, pero tampoco quería dulce y el hambre le volvería a la media hora. Pasó de largo por los chicharrones de harina, los puestos de papas y tortillas fritas empaquetadas.
No se sorprendió de la cantidad de vendimias de este tipo. A sus 20 años, la comida chatarra es algo natural en el paisaje urbano: en la escuela, entre los vendedores ambulantes, en las tiendas.
La prohibición de las grasas trans en alimentos y bebidas fue apenas publicada este 2024 por el Gobierno federal en el Diario Oficial de la Federación (DOF) y dio dos años a los estados y municipios para tomen las medidas y logre que se cumpla.
No ha sido la única medida que el Estado ha tomado para frenar el consumo de alimentos poco nutritivos y dañinos para la salud: su abuso ha llevado al país a encabezar los primeros lugares internacional no solo de obesidad sino de diabetes e hipertensión.
Entre otras, ha puesto impuestos a las bebidas edulcoradas y prohibió en 2023 la venta total de varios productos en las aulas escolares.
Pero siguen ahí, en cualquier parte, observó Roberto al entrar a una tienda Oxxo, donde también las ignoró. Fue directo a los estantes de atún y compró uno. No añadió mayonesa porque solo había frascos grandes y no le alcanzaba el dinero. Salió a la calle con la lata y un tenedor que llevaba en la mochicla de la escuela.
El consejo encargado de medir la pobreza en México reconoció en 2020 que el 22.5% de los mexicanos carecían de ingresos suficientes para comprar alimentos nutritivos de calidad tanto para ellos mismos como para sus familias y alrededor de 43.9% de los mexicanos, o unos 55 millones de personas, viven por abajo del umbral de la pobreza.
Roberto tiró el jugo del atún en el tronco del árbol. “Que le aproveche”, pensó. Comió la carne blanca lo más rápido que pudo. Se arrepintió de no haber comprado otra cosa, algo “más rico”, frituras, pastelillos, por lo menos un cereal de caja, unas galletas. Llegando a su trabajo tomó un pan dulce y lo mordió, desesperado.
“No sé cómo hacer una dieta”, reconoció.
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