Niño con cáncer ayuda a su madre a salir de las sombras y obtener su residencia
Un dolor muy grande le trae un alivio migratorio a una madre de origen mexicano
Cuando Esmeralda Díaz descubrió en la pantorrilla del pie izquierdo de Dante, su niño de un año de edad, una especie de picadura de araña, no creyó que fuera algo serio, pero en dos semanas cuando el área se le inflamó, corrió a ver al doctor.
Jamás cruzo por su mente la palabra cáncer ni mucho menos que esta enfermedad que puso a su hijo entre la vida y la muerte, la ayudaría a salir de las sombras en las que había vivido por casi dos décadas.
“Nunca pensé en obtener la residencia a través de un dolor tan grande como fue ver a mi hijo con un cáncer tan agresivo”, dice Esmeralda, una madre soltera de dos hijos, Dante de seis años y una hija de 16 años.
La Opinión da a conocer la historia del niño Dante en el Día Internacional del Cáncer Infantil.
La supuesta picadura de una araña fue el inicio de la temporada más dolorosa de la vida de Esmeralda.
“La doctora me dijo que se trataba de un tumor benigno y que verían al niño en un mes. Yo dije, no puedo esperar tanto. Me lo llevé al Hospital Choc del condado de Orange, un hospital especialista en niños. Ahí ya no lo dejaron salir”.
En el Hospital Choc a Esmeralda le dieron la devastadora noticia: su hijo Dante tenía un sarcoma alveolar que es un tumor maligno que afecta los tejidos blandos como el tejido adiposo, muscular y nervioso; y se presenta principalmente en niños.
“Nadie está preparado para eso. Me dijeron que era un cáncer muy agresivo y que las probabilidades de vida eran casi de cero. Tú piensas que a tu hijo le picó un insecto y resulta que tiene cáncer. No sabía ni cómo manejar la situación”, dice Esmeralda luchando por contener los sollozos.
De inmediato comenzaron las quimioterapias, vino una cirugía y radiaciones.
“El doctor me advirtió antes de la cirugía que estuviera preparada para lo peor. El niño no iba a poder caminar porque le iban a tener que remover parte de sus tendones”.
Sin embargo al salir de la cirugía, el doctor le dio buenas noticias al informarle que el niño iba a poder tener movilidad en su pierna.
“Las cosas se complicaron porque se le metió una bacteria en el catéter por donde le aplicaban las quimioterapias; y realmente mi hijo estuvo esas semanas entre la vida y la muerte. Los médicos no sabían donde tenía la bacteria y los antibióticos no hacían efecto. Solo me quedaba rezar”.
Dijo que tuvo que pelear porque le quitaran el catéter, ya que por increíble que parezca un consejero espiritual le dijo que muy probablemente tuviera la bacteria en el catéter.
“Después de ir a rezar a la Iglesia, los médicos accedieron a quitarle el catéter y ahí estaba la bacteria. Lo tuvieron que volver a someter a cirugía para ponerle otro catéter”.
En mayo de 2021 casi tres años después del diagnóstico, Dante fue dado de alta, su cáncer fue considerado en remisión, pero cada tres meses su madre tiene que llevarlo al hospital para que le hagan estudios.
“La doctora que le aplica el tratamiento cada seis meses, siempre me dice que Dante está limpio, pero me advierte que tengo que estar preparada para lo peor porque no sabemos si vaya a regresar”.
Con las quimioterapias, Dante perdió sus dientes, y su madre dice que el niño asiste a terapias físicas, del lenguaje y ocupacionales cada semana.
La residencia
Esmeralda nació en Jalisco. Vino a Estados Unidos en 2001.
En una ocasión en diciembre de 2019 que acompañó a una amiga a la corte de migración, ella le habló muy bien del abogado Alex Gálvez.
“Se me prendió el foco de ir a verlo para ver si había alguna posibilidad de arreglar la residencia. Eso fue en diciembre de 2019. El abogado dijo que 100% se podía ganar mi caso por medio de la enfermedad de Dante, pero si le pasaba algo, se perdía todo. No me iban a deportar, pero existía ese riesgo, que yo decidiera, y dije que sí, que íbamos a ir con todo porque nadie mejor que yo para cuidar a mi hijo”.
Esmeralda recordó que acudió toda nerviosa y tensa a la corte de migración donde un juez decidió su suerte:
“El juez sin preguntarme nada, aprobó mi caso”.
Entre lágrimas, Esmeralda confesó que no puede creer que de un gran dolor, haya podido obtener la residencia.
Otro gran regalo fue que el abogado Gálvez no le cobró un dólar por llevar su caso de residencia, y todo su trabajo lo hizo de manera voluntaria.
Para ayudar con donativos a Dante, visita la página web de GoFundMe bajo el nombre de Max Foundation.
La 42B
El abogado en migración, Alex Gálvez dijo que muchos inmigrantes no saben que si tienen un hijo residente o ciudadano con una discapacidad, síndrome de Down, retraso, autismo de moderado a severo de 70 a 100, o cáncer, pueden arreglar la residencia permanente.
“Este alivio es posible si han estado en el país 10 años, si no tienen deportaciones formales o delitos que los descalifiquen, y si su hijo es menor de 21 años. El requisito más importante es demostrar que el niño va a necesitar tratamiento y ayuda por el resto de su vida; y que además al cumplir los 18 años, los padres deben obtener la tutela porque su hijo no puede tomar decisiones por sí mismo”.
El abogado Gálvez precisó que este alivio se le conoce como cancelación de la remoción, y es el 42B.
“En el caso de Dante, cuando su madre me lo trajo y vino a preguntarme si existía alguna posibilidad de alivio migratorio para ella, el menor tenía 5% de probabilidades de vivir. La verdad que yo pensé que no iba a vivir. Estaba muy malo”.
Así que una de las cosas más preocupantes era que iba a pasar con la petición 42B si el niño moría, porque de suceder esa tragedia, el caso fracasaría.
“Existía esa probabilidad y le pedimos al juez de migración que acelerara el caso porque la situación era precaria y era una lucha contra el tiempo”.
Precisó que al niño lo diagnosticaron en 2019 con cáncer cuando tenía un año y medio, el caso se tardó en aprobar cinco años porque se atravesó la pandemia.
“Perdimos dos años. Además estamos hablando de que el gobierno de Estados Unidos solo da 4,000 residencias para papás con niños enfermos cada octubre en todo el país”.
El abogado recomendó a los padres con niños gravemente enfermos que no esperen tanto para aplicar.
“A los 18 años ya es muy tarde, porque la residencia tiene que llegar antes de los 21 años. Así que no esperen. En estos casos, el niño nunca tiene que ir la corte, el papeleo es el que habla por él; y es un alivio que beneficia a ambos padres, solo que cada uno debe aplicar por sí mismo. Puede ser un hijastro, si se casaron antes de los 18 años”.
Y recalcó que la clave para obtener un fallo a favor ,del juez de migración es probar que el niño debido a su enfermedad o discapacidad va a necesitar ayuda o tratamiento para el resto de su vida.
“A veces me preguntan algunos padres si su hijo que sufre de alergias puede calificar. Mi respuesta es que no puede ni tampoco un niño que solo puede ver con un ojo, o solo puede escuchar con un oído; y si tiene una discapacidad, debe estar certificado por el Seguro Social”.