Kathryn Barger, una republicana popular en un condado demócrata
Kathryn Barger es también una angelina pura cepa, nacida y criada aquí, en el corazón de su propio distrito. Un distrito que es de lejos el más grande del condado con casi tres mil millas cuadradas y 84 municipios, entre ciudades y comunidades no incorporadas
Casi uno de cada dos residentes del condado de Los Ángeles son latinos. Es un número significativo, porque define la cultura del condado, en sus aspectos cotidianos como lo que se ofrece en los restaurantes, la música que se escucha, los trabajos que se practican, los estudios que se cursan, las publicaciones que se leen.
Quizás como resultado, el condado es demócrata, liberal, más de izquierda que otra cosa. Con lo que significa en las prioridades políticas de la región.
Aquí, en este condado, Donald Trump recibió solo el 25% de los votos; Joe Biden lo superó por 45 puntos, más que en cualquier otro condado.
Y sin embargo, Kathryn Barger, una mujer blanca, republicana, es una de las políticas más apreciadas y se postula ahora a un tercer término como una de las cinco supervisoras del condado. Con grandes probabilidades de ganar.
Es también una representante de una especie en vías de extinción, la de los republicanos moderados, tradicionales, recelosos de Trump y temerosos por el camino que podría llevar al país si gana en noviembre.
Lo explica durante una reunión con la Junta editorial de La Opinión.
“Nunca me considero republicana cuando trabajo. Es un puesto no partidista. Yo diría que probablemente soy la menos partidista de la junta. Sólo recuerdo que soy republicana cuando lo leo en el periódico. Al final del día no me veo con ningún partido porque no se trata de un partido”.
Como demostración: tres de las otras cuatro supervisoras, todas demócratas, la apoyan.
“En las encuestas soy más favorecida por los demócratas que por los republicanos, porque no se trata del partido. Se trata de cuestiones que afectan a mis electores todos los días”.
Kathryn Barger es también una angelina pura cepa, nacida y criada aquí, en el corazón de su propio distrito. Un distrito que es de lejos el mayor del condado con casi tres mil millas cuadradas y 84 municipios, entre ciudades y comunidades no incorporadas.
Dice: “Mi objetivo ha sido siempre trabajar juntos de forma colaborativa… Se trata de gente, familias, y realmente soy alguien que tiene el servicio público en mi corazón. Y si miran mi historial, refleja que estoy dispuesta a adoptar una postura a favor de los más vulnerables. De nuestro presupuesto de $44,000,000, casi tres cuartas partes se destinan a Salud y Servicios Humanos, un área en la que trabajé durante la mayor parte de mi carrera en el condado”.
Su carrera incluye los ya ocho años como supervisora, y antes, su labor para su antecesor por 36 años, Mike Antonovich. Barger entró como su pasante y llegó a jefa de personal y luego, sucesora.
Barger se ufana de sus relaciones cordiales o de amistad con sus cuatro compañeras en la Junta de Supervisores, quienes la eligieron en 2019 como jefa o presidenta del condado. En aquel entonces escribiría en Twitter: “Mi mandato como jefa se centrará en nuestra juventud, nuestra mayor esperanza de éxito futuro. A través de lo que llamo Nuestro Condado, Nuestros Niños, Nuestro Compromiso, renovaremos nuestra dedicación al bienestar de los jóvenes como vanguardia de nuestra misión de servir al Condado de Los Ángeles”.
Y tanto en 2016 como en 2020 ganó las elecciones con el 58% del voto.
Como los otros supervisores, se dedica especialmente al tema de los desamparados cuyo número ha aumentado verticalmente. ¿Las soluciones? Las ve como un esfuerzo por múltiples frentes. Muchos de los homeless sufren problemas mentales. “Me comprometo a ampliar no sólo nuestras camas de hospital porque ya quedaron los días en los que se institucionalizaba,” nos dice, aludiendo a la internación en manicomios. “Necesitamos los recursos para ampliar la salud mental para que podamos estabilizarlos y luego clasificarlos para otorgarles viviendas. Se trata de viviendas (que vienen junto) con apoyo, porque muchas de estas personas padecen enfermedades mentales graves que no les permiten vivir solas”.
Recalca los avances en la medicina mental bajo su supervisión y de otros temas que todavía están pendientes, dentro de las ocupaciones de la junta.
Bueno, ¿y las elecciones que se vienen encima?
“Francamente, el único momento en que es difícil (hablar del tema) es cuando me postulo (en las elecciones) porque la gente lo convierte en un problema y me pintan como una Trumpista. Nada podría estar más lejos de la verdad. De hecho, expresé mis preocupaciones sobre Trump antes de que fuera lo que todos hacían. No voté por él en 2016 ni en 2020, nunca lo he apoyado”.
De todo el área que comprende su distrito, enfatiza el Valle del Antílope, donde están las ciudades de mayoría latina Palmdale y Lancaster. Es ahí donde bajo su iniciativa se construyeron tres centros de atención mental, una de sus dos prioridades: “mi objetivo es aumentar la capacidad de la fuerza laboral (en la salud mental) y aumentar la financiación.
Su otra prioridad es la libertad condicional, bajo la cual se encuentran unos 80,000 angelinos. Un año atrás, Barger demandó la renuncia de su jefe alegando que “nuestro Departamento de Libertad Condicional está en crisis y constantemente no ha logrado corregir las condiciones cada vez más inseguras para los jóvenes y el equipo , la falta crónica de personal y las condiciones abismales de los jóvenes bajo su supervisión y cuidado”.
Poco después, la junta despediría al funcionario, iniciando una reconstrucción del departamento.
¿Qué hará después de este peldaño? ¿Aspirará a otro puesto?
“Mi futuro”, contesta Katryn Barger, “está donde estoy. No voy a postularme para nada más. Cuando termine mi término de gobierno, seré una voluntaria y trabajaré en mi pasión que es el cuidado de crianza, y de las personas sin hogar. Eso es lo que voy a hacer después”.