Qué es la dieta “flexitariana” y cómo puede ayudar al planeta

Reducir globalmente el consumo de carne, adoptando una dieta flexitariana, podría disminuir significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero, ayudando a mitigar el cambio climático

Qué es la dieta "flexitariana" y cómo puede ayudar al planeta

Crédito: Tatjana Baibakova | Shutterstock

En los últimos años, el cambio climático ha dejado de ser una preocupación lejana para convertirse en una realidad palpable. El incremento de las temperaturas, la sequía y la escasez de agua son señales claras de un planeta que está siendo afectado profundamente por nuestras actividades.

En este contexto, recientes investigaciones han revelado que una reducción global en el consumo de carne podría ser una solución efectiva para disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero, un paso crucial para mitigar el calentamiento global.

El cambio climático se manifiesta de diversas maneras: olas de calor más intensas, periodos de sequía prolongados y una creciente escasez de agua son solo algunas de las consecuencias que ya estamos viendo. Estas alteraciones no solo afectan nuestro entorno, sino que también tienen repercusiones directas en nuestra vida diaria.

A pesar de esta realidad, existen acciones individuales que pueden tener un impacto significativo en el bienestar del planeta. Entre estas, la más relevante es reducir el consumo de carne. Los hábitos alimenticios de cada persona, multiplicados por la población global, tienen un enorme efecto medioambiental.

Según un estudio reciente publicado en la revista Science Advances, la adopción de una dieta flexitariana, que implica una reducción en el consumo de carne y un aumento en el consumo de alimentos de origen vegetal, podría reducir considerablemente las emisiones de gases de efecto invernadero.

El concepto de dieta flexitariana no es nuevo, pero está ganando relevancia en el contexto actual. Esta dieta se basa en una alimentación predominantemente vegetal, permitiendo el consumo ocasional de productos animales como huevos y lácteos, y limitando severamente el consumo de carne y pescado. Florian Humpenöder, autor principal del estudio mencionado, destaca que el flexitariano no es ni vegetariano ni vegano, sino que se trata de reducir la cantidad de productos ganaderos, especialmente en regiones con altos ingresos, lo cual no solo es beneficioso para el planeta, sino también para la salud humana.

Adoptar una dieta flexitariana puede ser un primer paso hacia una mayor conciencia ambiental. En lugar de imponer una restricción total, se promueve una reducción gradual del consumo de carne. Por ejemplo, algunas personas optan por comer carne solo en ocasiones especiales, mientras que otras la consumen de forma esporádica, como una vez a la semana.

Beneficios y estrategias para la adopción de la dieta flexitariana

La adopción de una dieta flexitariana puede parecer un desafío, especialmente para quienes están acostumbrados a una dieta rica en productos animales. Sin embargo, hay estrategias sencillas para facilitar esta transición. Un buen punto de partida es incrementar el consumo de verduras a dos raciones diarias, no como guarnición, sino como plato principal. A pesar de que la dieta mediterránea tradicional incluye muchas verduras, el consumo actual ha disminuido.

Otra clave es aprender nuevas formas de cocinar las verduras para evitar el aburrimiento. Probar recetas como verduras en tempura, marinadas o al horno puede hacer que las verduras sean más atractivas. Además, cocinar en grandes cantidades y utilizar el horno para preparar varios platos a la vez puede ahorrar tiempo y energía.

Una iniciativa que ha ganado popularidad es el “Lunes sin carne” (Meatless Monday), que anima a las personas a no consumir carne al menos un día a la semana. Esta idea, que surgió durante la Primera Guerra Mundial para ahorrar carne para los soldados, fue revitalizada en 2003 con un enfoque medioambiental. En estos días, se pueden consumir legumbres, proteínas vegetales como tofu y tempeh, o incluso productos animales menos impactantes como huevos y pescado.

El consumo de carne no solo contribuye a las emisiones de gases de efecto invernadero, sino que también tiene un enorme impacto en el uso del agua. Según datos de la FAO, producir un kilogramo de carne de ternera requiere aproximadamente 15,000 litros de agua.

Comparativamente, un kilogramo de centeno requiere solo 400 litros. Esta diferencia abismal subraya la importancia de reconsiderar nuestros hábitos alimenticios en función del consumo de recursos.

Además, algunos productos vegetales como el aguacate y el mango también tienen una alta huella hídrica. Estos cultivos, que no son nativos de muchas zonas donde ahora se producen, están agotando las reservas de agua locales. Por ejemplo, producir un kilogramo de aguacate requiere alrededor de 1,800 litros de agua.

Sigue leyendo:

En esta nota

Dieta
Contenido Patrocinado
Enlaces patrocinados por Outbrain