El Covid duplica el riesgo de ataque cardíaco

Haber tenido COVID-19 puede duplicar el riesgo a largo plazo de ataques cardíacos y accidentes cerebrovasculares, según un estudio de la Clínica Cleveland

El Covid duplica el riesgo de ataque cardíaco

El índice de los ataques cardíacos sube durante la temporada otoño e invierno. Crédito: Shutterstock

Un nuevo estudio realizado por la Clínica Cleveland y la Universidad del Sur de California ha revelado que haber sufrido COVID-19 puede duplicar el riesgo de padecer un ataque cardíaco, accidente cerebrovascular o incluso morir, a largo plazo. El análisis incluyó datos de aproximadamente 10.000 personas tratadas por COVID-19 en 2020, comparados con los de unas 200.000 personas que no fueron infectadas por el virus. Los investigadores realizaron un seguimiento de la salud de los participantes durante tres años, encontrando una relación entre el antecedente de COVID-19 y la aparición de eventos cardiovasculares graves.

El estudio, publicado en la revista Arteriosclerosis, Thrombosis, and Vascular Biology Journal, muestra que las personas infectadas con COVID-19 presentan el doble de probabilidades de sufrir un evento cardiovascular importante en comparación con quienes no contrajeron el virus. Este riesgo es aún mayor en pacientes que necesitaron hospitalización por complicaciones del COVID-19, con un incremento de hasta cuatro veces en la posibilidad de desarrollar una enfermedad cardiovascular. Estos resultados subrayan la persistencia de los efectos a largo plazo de la enfermedad, incluso cuando se tienen en cuenta otros factores de riesgo, como la diabetes o antecedentes de problemas cardíacos, lo que descarta que estas condiciones preexistentes sean responsables del aumento en los eventos cardíacos.

Uno de los aspectos más relevantes del estudio es la magnitud de la muestra analizada y la proyección global de sus resultados. El Dr. Stanley Hazen, coautor del estudio y presidente del Instituto de Ciencias Cardiovasculares y Metabólicas de la Clínica Cleveland, explicó que estos hallazgos apuntan a un incremento mundial en la incidencia de enfermedades cardiovasculares como resultado de la pandemia. “Este no es un fenómeno aislado o limitado a un grupo pequeño de personas; más de mil millones de individuos han contraído COVID-19 a nivel global”, afirmó Hazen. Con un cuarto de millón de personas incluidas en el análisis, los resultados alertan sobre la necesidad de tomar medidas preventivas más exhaustivas para reducir el riesgo cardiovascular en pacientes que han sufrido COVID-19.

El estudio también reveló un vínculo entre el riesgo cardiovascular y el tipo de sangre de los pacientes. Aquellos con tipo de sangre A, B o AB presentaron el doble de probabilidades de experimentar un evento cardíaco en comparación con quienes tienen tipo de sangre O. Esta asociación entre el tipo de sangre y el riesgo de complicaciones cardíacas sugiere que el virus podría interactuar con el sistema genético relacionado con el tipo sanguíneo. Los investigadores señalaron que es necesario profundizar en esta línea de investigación para entender mejor los mecanismos moleculares del COVID-19 y cómo estos afectan el sistema cardiovascular.

Los resultados del estudio se suman a la creciente evidencia de que la COVID-19 tiene implicaciones mucho más allá del sistema respiratorio. El virus puede desencadenar una inflamación generalizada en el cuerpo, lo que aumenta el riesgo de formación de coágulos sanguíneos y, por ende, la posibilidad de ataques cardíacos o accidentes cerebrovasculares. Además, se ha relacionado con arritmias y miocarditis, una inflamación del músculo cardíaco que puede llevar a una insuficiencia cardíaca. Estas complicaciones son especialmente dado a que la infección por COVID-19 ha afectado a millones de personas en todo el mundo.

Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de Estados Unidos ya habían señalado un aumento en la mortalidad relacionada con enfermedades cardiovasculares tras la pandemia. Entre 2020 y 2022, se observó un incremento del 9,3% en las muertes por esta causa, revirtiendo la tendencia de una disminución constante de casi un 9% durante la década previa. Esto ha llevado a los expertos a reconsiderar el impacto a largo plazo del COVID-19 en la salud pública, especialmente en cuanto a la prevención de enfermedades del corazón.

Hazen destacó que, aunque la COVID-19 es una enfermedad respiratoria, sus efectos se extienden a otros sistemas del cuerpo, como el cardiovascular, lo que enfatiza la importancia de tener en cuenta los antecedentes de infección al establecer planes preventivos. La evidencia obtenida a partir de esta investigación resalta la necesidad urgente de adaptar las estrategias de salud pública para mitigar el impacto duradero de la pandemia en la salud global, sobre todo en lo que respecta a las enfermedades del corazón.

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