Hallan más de 600 bacterias en cepillos dentales que podrían salvar nuestras vidas

Un estudio revela que cepillos de dientes y cabezales de ducha albergan cientos de virus bacteriófagos desconocidos, con potencial para futuros avances médicos

No cepillarse los dientes en la noche incrementa el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares

Los hallazgos de una nueva investigación indican que muchas personas de mediana edad y mayores no se cepillaban los dientes por la noche. Crédito: Ground Picture | Shutterstock

Un reciente estudio ha revelado que algunos de los objetos más cotidianos en nuestros hogares, como los cepillos de dientes y los cabezales de ducha, son el hogar de una gran diversidad de virus, muchos de los cuales nunca se habían descubierto antes.

Estos virus, denominados bacteriófagos o fagos, no representan un peligro para las personas, ya que solo atacan bacterias. Sin embargo, el hallazgo ofrece una nueva perspectiva sobre la enorme variedad de microorganismos que conviven con nosotros y abre la puerta a futuras aplicaciones médicas.

El mundo invisible de los microbios ha fascinado a los científicos durante años, y los fagos, en particular, están ganando atención en el campo de la microbiología. A pesar de que la mayoría de los virus y bacterias que encontramos en nuestro entorno no son peligrosos para los humanos, muchos de ellos pueden proporcionar valiosa información sobre los ecosistemas en los que se desarrollan.

Además, algunos de estos microorganismos podrían tener aplicaciones prácticas, como el desarrollo de nuevas defensas contra bacterias patógenas.

Investigadores de la Universidad Northwestern lideraron este innovador estudio, que fue publicado en la revista Frontiers in Microbiomes. La investigación es una continuación de un proyecto anterior llamado “Operation Pottymouth”, que tenía como objetivo estudiar los microbiomas presentes en lugares cotidianos del hogar.

La profesora asociada de ingeniería civil y ambiental, Erica Hartmann, quien lideró el estudio, explicó que comenzaron observando objetos de uso común, como cepillos de dientes y cabezales de ducha, que se sabe son ricos en bacterias.

En este nuevo estudio, el enfoque se amplió para incluir el análisis de los virus que infectan a las bacterias en estos mismos objetos. Estos virus, los bacteriófagos, están especializados en atacar bacterias, y se encontraron en grandes cantidades en las muestras recolectadas.

“Nos sorprendió la inmensa cantidad de virus que detectamos. Identificamos más de 600 virus diferentes, muchos de los cuales nunca habían sido registrados”, afirmó Hartmann.

Bacterias comunes

Aunque no se observaron patrones específicos en la distribución de los fagos, uno de los hallazgos más interesantes fue que los fagos que infectan a las micobacterias parecían ser ligeramente más comunes.

Este tipo de bacterias incluye especies que causan enfermedades graves en los humanos, como la tuberculosis y la lepra. A pesar de este descubrimiento, no se encontraron evidencias de que estos fagos sean perjudiciales para las personas.

No solo había diferencias entre los virus hallados en los cepillos de dientes y los cabezales de ducha, sino también entre los fagos presentes en cada cepillo o cabezal. “Este nivel de diversidad es asombroso y no se debe necesariamente a las características de los objetos. Simplemente hay una gran cantidad de fagos esperando ser descubiertos”, explicó.

A lo largo de los años, los bacteriófagos han captado el interés de los científicos como una posible herramienta para combatir infecciones bacterianas, especialmente frente a la creciente amenaza de bacterias resistentes a los antibióticos.

Existen investigaciones que sugieren que los fagos podrían ser utilizados para desarrollar tratamientos innovadores que ataquen específicamente bacterias dañinas sin afectar a las células humanas. Aunque esta línea de investigación aún está en etapas tempranas, el equipo de Hartmann considera que es posible que los fagos descubiertos en este estudio puedan tener aplicaciones terapéuticas en el futuro.

No obstante, incluso si no se desarrollan tratamientos a partir de estos fagos, el simple hecho de catalogar su diversidad tiene un valor científico significativo. “Podría ser que el próximo gran antibiótico provenga de algo tan cotidiano como un cepillo de dientes. Incluso si no es así, el descubrimiento en sí mismo es un avance importante en nuestra comprensión de la biología”, señaló Hartmann.

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