Estudio revela cómo el insomnio o el buen entrenamiento afectan al cerebro
Un estudio finlandés revela que el cerebro humano responde a la vida diaria de manera duradera, mostrando efectos de ejercicio y sueño hasta por 15 días
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Aalto y la Universidad de Oulu en Finlandia revela que el cerebro humano no responde a los estímulos cotidianos de manera inmediata y aislada, sino que sus efectos pueden perdurar en la mente durante más de dos semanas.
Este hallazgo, presentado por Ana Triana, autora principal del estudio, resalta la importancia de la actividad física, el sueño, el estado de ánimo y la frecuencia cardíaca en la forma en que procesamos y respondemos a nuestro entorno.
Durante un período de cinco meses, Triana, neurocientífica que se sometió a escáneres cerebrales semanales y encuestas sobre su estado de ánimo, fue el foco del seguimiento del equipo. Utilizando tecnología que monitoreaba su movimiento diario, los investigadores se adentraron en la conectividad funcional del cerebro y su respuesta a cambios ambientales y fisiológicos.
El estudio identificó dos patrones de respuesta cerebral distintos: una onda de corto plazo, que se extiende por menos de siete días, y una onda de largo plazo que puede durar hasta 15 días.
La onda corta se asocia con adaptaciones rápidas, como los efectos transitorios de la falta de sueño sobre la concentración, mientras que la onda larga se relaciona con cambios más sostenidos, particularmente en áreas cerebrales vinculadas a la atención y la memoria. Esta distinción es clave para entender cómo experiencias diarias pueden moldear nuestra salud mental y cognitiva.
Interacción de diferentes regiones del cerebro
El ejercicio, por su parte, se mostró como un factor positivo que potencia la interacción entre diferentes regiones del cerebro, lo que sugiere que la actividad física no solo mejora la salud física, sino que también puede tener un impacto significativo en la memoria y la flexibilidad cognitiva.
El estudio demostró que incluso cambios mínimos en el estado de ánimo y la frecuencia cardíaca podían dejar una huella duradera, manifestándose en la conectividad cerebral hasta dos semanas después.
Una de las observaciones más intrigantes del estudio fue la correlación entre la variabilidad de la frecuencia cardíaca, un indicador de la adaptabilidad del corazón, y la conectividad cerebral, especialmente en momentos de reposo.
Este descubrimiento sugiere que las técnicas de manejo del estrés, como la meditación o la respiración controlada, pueden tener efectos más profundos en el cableado cerebral de lo que se había entendido anteriormente.
Triana subrayó la importancia de la tecnología portátil utilizada en el estudio. Según ella, aunque los escáneres cerebrales son herramientas valiosas, la información que pueden proporcionar es limitada cuando se observa a una persona inmóvil durante un período. “Nuestros cerebros no funcionan de manera aislada”, afirmó.
El equipo de investigación espera que su enfoque innovador, que combina datos fisiológicos y escáneres cerebrales en tiempo real, contribuya a un enfoque más personalizado en la atención médica, lo que podría facilitar la detección temprana de problemas de salud mental que a menudo se pasan por alto.
El estudio abre nuevas avenidas para la investigación en neurociencia, destacando la necesidad de comprender los impactos a largo plazo de nuestras experiencias diarias en la salud mental y cognitiva, y cómo estos conocimientos pueden ser aplicados para mejorar el bienestar general de las personas.
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