CDC alertan por contaminación con heces en parques acuáticos

Más de 10,000 casos de infecciones en piscinas infantiles han sido atribuidos al parásito Cryptosporidium. Los CDC urgen medidas para evitar su propagación

Los CDC actualizaron hoy su guía contra COVID-19

La agencia sanitaria enfatiza que las medidas de higiene y supervisión son esenciales para mitigar estos riesgos.  Crédito: University of College | Shutterstock

Un reciente informe de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) alerta sobre los riesgos asociados con las piscinas recreativas para niños, conocidas como “piscinas contra salpicaduras”, que han causado más de 10,000 infecciones en un lapso de 25 años.

Este estudio, publicado el 3 de diciembre en el Morbidity and Mortality Weekly Report, evalúa 60 brotes de enfermedades transmitidas por el agua en 23 estados y Puerto Rico entre 1997 y 2022.

La investigación destaca cómo estos espacios, diseñados para el disfrute infantil, pueden convertirse en focos de enfermedades si no se toman las precauciones adecuadas.

De acuerdo con el informe, las populares piscinas con chorros de agua están relacionadas con 10,611 casos de infecciones, 152 hospitalizaciones y 99 visitas a salas de emergencias. Aunque no se reportaron muertes, las autoridades subrayan la importancia de implementar medidas preventivas para evitar la propagación de enfermedades.

La mayoría de estos casos, un 91%, se atribuyen al parásito Cryptosporidium, conocido como “crypto”, el cual se transmite al ingerir agua contaminada con heces de personas infectadas. Este microorganismo es resistente al cloro, lo que dificulta su eliminación en piscinas tratadas de manera convencional.

El parásito crypto causa criptosporidiosis, una enfermedad caracterizada por diarrea acuosa que puede persistir hasta tres semanas. Los niños de entre 1 y 4 años, especialmente aquellos que aún no controlan sus esfínteres, son los más vulnerables.

Pañales de los bebés puede ser contaminantes

Según los CDC, un niño pequeño puede portar hasta 10 gramos de materia fecal, y los pañales diseñados para nadar no impiden que las heces contaminen el agua. Además, los efectos de los chorros de agua en estas piscinas reducen la concentración de cloro al dispersarlo en forma de aerosol, dejando el agua más expuesta a patógenos.

La agencia sanitaria enfatiza que las medidas de higiene y supervisión son esenciales para mitigar estos riesgos. Entre las recomendaciones, se incluye evitar que personas con diarrea utilicen las piscinas, incluso hasta dos semanas después de haberse recuperado.

Asimismo, instan a los padres y cuidadores a supervisar a los niños, llevarlos al baño con regularidad y revisar sus pañales cada hora. En caso de necesitar un cambio, este debe realizarse fuera del área de agua para minimizar el riesgo de contaminación.

Los CDC también sugieren evitar que los niños beban agua mientras juegan en estas áreas recreativas. Aunque las piscinas con chorros de agua se diseñaron como una alternativa segura y divertida, especialmente para los más pequeños, la falta de barreras físicas para el agua y la dinámica de juego infantil aumentan las probabilidades de transmisión de enfermedades. Por ello, el papel de los cuidadores es fundamental para mantener la higiene y seguridad de estos espacios.

El informe resalta la necesidad de estrategias de prevención más efectivas, dado que el Cryptosporidium no solo es resistente al cloro, sino que también puede sobrevivir durante días en el agua tratada.

Esto plantea un desafío adicional para operadores de piscinas y responsables de parques acuáticos, quienes deben buscar tecnologías alternativas para desinfectar el agua y reforzar las prácticas de limpieza.

Las autoridades sanitarias hacen un llamado a incrementar la educación sobre la higiene y los riesgos asociados con las aguas recreativas, especialmente en lugares diseñados para niños pequeños. La coordinación entre los responsables de estos espacios y los usuarios puede reducir significativamente el riesgo de enfermedades.

Mientras tanto, los padres tienen un papel crucial al seguir las pautas establecidas y fomentar prácticas seguras en los entornos acuáticos.

Este estudio no solo pone en evidencia los desafíos de salud pública que representan las piscinas infantiles, sino que también subraya la importancia de la responsabilidad compartida entre las autoridades, los operadores de instalaciones y las familias. Las medidas preventivas, aunque simples, son clave para garantizar que estos espacios sigan siendo seguros y disfrutables para todos.

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