Aumento de peso luego de los 35 años, aumenta el riesgo de cáncer de mama

Un estudio revela que el aumento de peso después de los 35 años incrementa significativamente el riesgo de cáncer de mama

Casi el 40% de las mujeres de 40 años retrasan las mamografías de control

Las mujeres que optaban por retrasar la detección generalmente presentaban un riesgo menor de cáncer de mama. Crédito: New Africa | Shutterstock

Durante años, el índice de masa corporal (IMC) se ha considerado un estándar en la medición de la grasa corporal, pero su relación con el riesgo de cáncer de mama resulta más compleja de lo que se creía. Aunque el IMC ofrece una visión instantánea del peso relativo a la altura, no captura las implicaciones metabólicas más profundas asociadas con el aumento de peso a lo largo del tiempo. Estas variaciones acumuladas pueden ser especialmente significativas durante etapas críticas de la vida, como los años reproductivos tempranos, la menopausia y otros períodos sensibles a las hormonas. Sin embargo, los estudios al respecto han sido limitados, especialmente en poblaciones no occidentales, dejando una brecha en nuestra comprensión de cómo estos factores impactan en el desarrollo del cáncer.

Un avance importante en esta área proviene de un estudio reciente publicado en Cancer Biology & Medicine, liderado por el Dr. Daehee Kang y su equipo de la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional de Seúl. Este trabajo se centró en cómo los cambios de peso a lo largo de la vida adulta pueden influir en el riesgo de desarrollar cáncer de mama, destacando la transición menopáusica como un período crucial. Con una muestra de 73.192 mujeres coreanas, los investigadores analizaron las trayectorias de peso en cinco etapas distintas de la vida, obteniendo hallazgos que iluminan nuevas dimensiones de riesgo y prevención.

El estudio reveló que ganar más de 10 kilogramos después de los 35 años incrementa el riesgo de cáncer de mama en un 41%. Para las mujeres premenopáusicas, un aumento de peso de 5 a 9,9 kilogramos elevó el riesgo en un 89%, mientras que quienes ganaron 10 kilogramos o más enfrentaron un riesgo más de dos veces superior. Estos resultados se vieron reforzados por la identificación de una relación en forma de “V” entre la tasa de aumento de peso anual y el riesgo, con los mayores peligros observados en aquellas que ganaron entre 0,25 y 0,49 kilogramos por año.

El Dr. Kang subrayó la importancia de estos hallazgos, señalando que la etapa posterior a los 35 años representa una oportunidad clave para implementar intervenciones dirigidas al control del peso. Según sus declaraciones, abordar el aumento de peso durante esta etapa no solo podría reducir significativamente el riesgo de cáncer de mama, sino también redefinir las estrategias de prevención en salud femenina.

Más allá del ámbito académico, las implicaciones prácticas de esta investigación son amplias. Identificar el aumento de peso como un factor de riesgo modificable ofrece una base sólida para desarrollar iniciativas de salud pública específicas. Estas podrían incluir programas centrados en promover hábitos alimenticios saludables, incrementar la actividad física y sensibilizar a las mujeres sobre la relación entre el peso y el cáncer de mama. Este enfoque preventivo no solo podría reducir la incidencia de la enfermedad, sino también transformar la manera en que las políticas de salud pública abordan el bienestar general.

La complejidad del vínculo entre el peso y el cáncer de mama también pone de manifiesto la necesidad de investigaciones más inclusivas. La mayoría de los estudios previos se han centrado en poblaciones occidentales, ignorando las posibles variaciones culturales, genéticas y ambientales que podrían influir en estos riesgos en otras regiones. Este estudio, al enfocarse en una población asiática, ofrece una perspectiva más amplia que podría beneficiar a mujeres de diversas partes del mundo.

Además, los hallazgos refuerzan la necesidad de replantear el uso del IMC como única herramienta de evaluación. Si bien sigue siendo útil, la acumulación gradual de peso parece ser un indicador más relevante para predecir riesgos a largo plazo. Las estrategias de prevención deben, por lo tanto, adaptarse para reflejar esta complejidad, integrando enfoques personalizados que tomen en cuenta tanto los cambios metabólicos como los contextos individuales.

En conclusión, la investigación liderada por el Dr. Kang marca un paso significativo hacia una comprensión más profunda del papel del peso en el cáncer de mama. Al centrar la atención en las etapas críticas de la vida y proponer medidas prácticas para controlar el peso, ofrece una hoja de ruta clara para reducir los riesgos asociados. En un mundo donde el cáncer de mama sigue siendo una de las principales causas de mortalidad en mujeres, esta nueva perspectiva no solo es relevante, sino esencial para transformar el futuro de la salud pública y el bienestar femenino.

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