Patinetes explosivos y esculturas bomba: las operaciones que muestran el alcance de la red de espías de Ucrania en Rusia
La inteligencia ucraniana ha enviado agentes y ha reclutado rusos para atacar objetivos en territorio ruso.
Ha sido llamativo lo elaborada que fue la operación: los explosivos que mataron este martes en Moscú al general ruso Igor Kirillov estaban ocultos en un patinete eléctrico.
Además, fueron detonados por control remoto, según han informado fuentes ucranianas a la BBC.
Se considera que Kirillov es el militar de más alto rango asesinado fuera de la zona de combate de Rusia y Ucrania desde que comenzó la guerra.
Su asesinato ha conmocionado al estamento militar y político ruso. Fuentes del servicio de seguridad ucraniano SBU dejaron entrever que estaban detrás de esta muerte.
Es cierto que ha habido numerosas operaciones ucranianas dirigidas contra las fuerzas rusas en territorio de Ucrania.
Pero el hecho de que la inteligencia ucraniana pueda atentar contra un jefe de las fuerzas militares rusas en el exterior de su casa en el sureste de Moscú, plantea interrogantes sobre la seguridad del Kremlin y hasta dónde pueden llegar las capacidades de Ucrania.
La elección de un patinete eléctrico para el atentado fue una decisión notable. Están presentes por todas partes en las calles de Moscú y llaman poco la atención.
Pero como detonaron el artefacto precisamente en el momento adecuado, en este caso cuando el general Kirillov salía de su bloque de apartamentos junto a su ayudante, los autores debían de tener algún tipo de vigilancia visual, ya fuera un seguimiento a través de una cámara o en persona.
Se cree que su asesinato no fue el primero del SBU en las calles de las ciudades más grandes de Rusia, por lo que ataques anteriores contra políticos y militares en suelo ruso pueden arrojar algo de luz sobre cómo se han llevado a cabo este tipo de operaciones.
Reclutas rusos
Fue en abril de 2023 cuando el destacado bloguero de guerra Vladlen Tatarsky se reunía con simpatizantes en un café de San Petersburgo en el marco de una “velada creativa”.
Durante el acto, Darya Trepova, que afirmaba ser estudiante de arte, le regaló una escultura de la cabeza de un soldado. Minutos después, mientras Tatarsky guardaba el regalo en la caja, este explotó, lo que le causó la muerte a él y heridas a muchos de los presentes.
Más tarde, Trepova afirmó en el juicio que no sabía nada de los explosivos que contenía el busto. Admitió que estaba en contra de la guerra en Ucrania, pero afirmó que le habían dicho que dentro del busto había un micrófono.
Un tribunal la condenó a 27 años de prisión.
Independientemente de lo que supiera de antemano, no cabe duda de que los servicios de seguridad ucranianos utilizan el engaño para atraer a rusos locales que quizá simpaticen con la causa de Ucrania.
Los actos pueden ir desde organizar sabotajes hasta, en este caso, preparar una bomba.
El SBU no se priva de enviar a un asesino a sueldo para lograr su objetivo, quizá el medio letal más notorio de los espías.
Hace un año, un exdiputado ucraniano prorruso, Ilya Kyva, fue asesinado a tiros en un pueblo de las afueras de Moscú. El atacante consiguió entrar desapercibido en el recinto de un hotel y disparó dos veces contra Kyva mientras paseaba por un parque.
Una vez más, Ucrania no hizo declaraciones oficiales, pero fuentes del SBU dijeron que habían sido ellos.
Hace solo cinco días, un destacado científico ruso especializado en misiles, Mikhail Shatsky, fue asesinado a tiros en un bosque a las afueras de Moscú. En ese caso, se atribuyó el asesinato al servicio de inteligencia militar de Ucrania, aunque no hubo confirmación.
Shatsky era el responsable de la modernización de los misiles de crucero rusos Kh-59 y Kh-69 que tanta destrucción y pérdidas de vidas han causado en Ucrania.
En territorio ruso
El hecho de que el asesinato de Kirillov se produjera pocos días después del de Shatsky demuestra hasta qué punto los espías ucranianos han penetrado en Rusia.
No solo los políticos o los rusos relacionados con el ejército han sido objeto de ataques.
En agosto de 2022, Darya Dugina fue asesinada en un atentado con coche bomba, en un aparente mensaje a su padre, Aleksander Dugin, considerado el ideólogo ruso que justifica la agresión de Moscú en Ucrania.
Según la investigación rusa, dos ciudadanos ucranianos participaron en el atentado, en un aparente ejemplo de cómo Ucrania envía operativos a lo más profundo de Rusia para “eliminar” a sus objetivos.
Natalia Vovk, de 43 años, había cruzado a Rusia desde la ciudad ocupada de Donetsk, en el este de Ucrania. Más tarde se asoció con otra ucraniana que le alquiló un garaje donde montaron la bomba. Ambas ucranianas, según se alegó durante el juicio, habían logrado escapar de Rusia un día antes de que Dugina fuera asesinada.
Todos estos atentados muestran la amplia gama de métodos de que disponen los servicios especiales ucranianos, pero algunos expertos creen que podría no ser Kyiv quien asesinó este martes al teniente general Kirillov.
En cambio, podría ser el resultado de una lucha interna por el poder entre los militares rusos o el intento del Kremlin de eliminar a uno de los principales testigos de crímenes de guerra, afirma Yuriy Karin, un analista militar en Kyiv.
Si ha sido el SBU, el mensaje está claro, afirma: “Incluso dentro de la periferia de Moscú, los generales rusos no pueden sentirse seguros”.
“Muy peligroso”
Ivan Stupak, ex miembro del SBU, cree que el asesinato de Kirillov es comparable en su audacia al ataque con buscapersonas de los servicios de inteligencia israelíes contra Hezbolá en Líbano de hace unos meses.
Stupak cree que cualquiera que prepare, planifique, apoye y lleve a cabo una agresión rusa contra Ucrania puede ser considerado por el SBU como un objetivo legítimo.
En las listas de objetivos publicadas por el servicio de inteligencia ucraniano se encuentran generales rusos y otros comandantes de fuerzas, como la fuerza aérea rusa, que lleva a cabo ataques contra ciudades y redes energéticas ucranianas.
Pero cuando el servicio secreto toma una decisión sobre a quién apuntar, sopesa cuidadosamente factores como la accesibilidad y la importancia de una persona en particular.
“Esta operación (contra Kirillov) es un trabajo altamente profesional. Tiene que haber sido realizado por un grupo de personas”, le dijo a la BBC.
“Tenían que averiguar si este general llevaba armas, quién lo acompañaba y si lo seguía el Servicio de Seguridad ruso”.
Los agentes tienen que correr el riesgo de ser sorprendidos con explosivos en las calles de Moscú o ser detectados por cámaras de vigilancia fijas, además de tener que garantizar una estrategia de salida rápida y segura.
“Una vez un (operativo) de inteligencia que estaba a cargo de organizar operaciones similares me dijo que cuando envía a su gente a tales tareas, para él 20 minutos cuentan como tres días. Es muy peligroso y desconcertante para todos los involucrados”.
El mero hecho de que fuentes fiables del servicio de seguridad de Ucrania se atribuyeran la responsabilidad de este ataque en el corazón de la capital rusa también demuestra su confianza en que sus agentes efectivamente aseguraron rutas de retirada fiables.
Normalmente los servicios secretos no se apresuran a asumir su responsabilidad, ya que intentan evitar peligros adicionales para sus agentes.
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