Más de 12 estados reportan casos elevados de virus respiratorio
La gripe, el VSR y el COVID-19 aumentan en EE. UU., llevando a cierres escolares, eventos cancelados y recomendaciones de vacunación urgente
Estados Unidos enfrenta una temporada invernal marcada por un rápido aumento de enfermedades respiratorias, con la gripe, el virus respiratorio sincitial (VSR) y el COVID-19 como principales responsables de una creciente carga sanitaria.
Más de una docena de estados han sido clasificados en niveles “altos” o “muy altos” de actividad viral, obligando a cerrar escuelas y cancelar eventos festivos. En la semana que concluyó el 14 de diciembre, los estados de Oregón y Luisiana reportaron niveles de actividad extremadamente altos, mientras que California, Nueva York y otros 11 estados experimentaron niveles altos, el doble que la semana anterior.
El impacto se siente especialmente en comunidades escolares. En Alabama, la escuela primaria Sugar Creek cerró sus puertas durante tres días debido a un brote de gripe, con la intención de frenar la propagación del virus.
Eventos navideños también han sido pospuestos, como el mercado de Rocky Acres en Hartselle, donde varios vendedores se reportaron enfermos. Según Wes Stubblefield, director médico del Departamento de Salud Pública de Alabama, las cifras de gripe han aumentado drásticamente en las últimas semanas.
A nivel nacional, las hospitalizaciones por gripe alcanzaron las 9.000 la semana pasada, y se estima que esta temporada ha provocado ya 1.000 muertes, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC).
El VSR también muestra una tendencia ascendente, con niveles detectados en aguas residuales aumentando un 160 % entre el 30 de noviembre y el 14 de diciembre. Este método de monitoreo permite identificar la propagación del virus incluso antes de que las personas muestren síntomas o busquen atención médica.
En el mismo período, entre 22.000 y 45.000 personas fueron hospitalizadas debido al VSR, con hasta 2.300 muertes estimadas. Mientras tanto, el COVID-19 continúa siendo un factor crítico, con hasta 120.000 hospitalizaciones y 13.000 muertes registradas desde octubre.
El Dr. William Schaffner, experto en enfermedades infecciosas de la Universidad de Vanderbilt, describe la situación como una “explosión” de casos, destacando que la gripe, en particular, ha mostrado un aumento pronunciado en la última semana.
Las bajas tasas de vacunación parecen ser un factor clave
Hasta principios de diciembre, solo el 41 % de los estadounidenses había recibido la vacuna contra la gripe, una cifra en una temporada que ya registra casi 2 millones de enfermedades y 23.000 hospitalizaciones.
Los CDC enfatizan la vacunación como la estrategia más efectiva para prevenir complicaciones graves. Recomiendan la vacuna anual contra la gripe para personas mayores de seis meses, la vacuna actualizada contra el COVID-19 y las opciones de inmunización contra el VSR, especialmente para grupos vulnerables como bebés, niños pequeños y adultos mayores. En el caso del VSR, las dosis únicas están indicadas para mayores de 75 años y para aquellos de 60 a 74 años con alto riesgo.
Los hospitales en algunas áreas han comenzado a restablecer normas de uso de mascarillas para frenar la propagación de los virus, y los CDC sugieren su uso durante picos de infecciones respiratorias en la comunidad. Sin embargo, no hay recomendaciones específicas para personas asintomáticas en la comunidad, salvo en casos de exposición directa.
Los residentes de hogares de ancianos son particularmente vulnerables, ya que los sistemas inmunológicos debilitados los hacen más propensos a desarrollar enfermedades graves. Durante la temporada de gripe 2021-2022, la tasa de mortalidad entre mayores de 65 años fue significativamente más alta que entre adultos jóvenes, lo que refuerza la necesidad de medidas preventivas robustas.
A medida que los estados luchan contra esta combinación de virus, expertos como Schaffner insisten en que la comunidad debe estar preparada para un aumento sostenido de casos. Las vacunas y las medidas de protección, como las mascarillas, son esenciales para reducir la carga sanitaria y proteger a las poblaciones más vulnerables.
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