Trabajadores de la salud mental de California exigen igualdad
La huelga de trabajadores de salud mental de Kaiser Permanente expone la crisis en el sistema, con demandas de equidad laboral y atención para pacientes
La huelga de trabajadores de la salud conductual en Kaiser Permanente ha llegado a su tercer mes en el sur de California, revelando una creciente crisis en la atención de salud mental en Estados Unidos.
Desde San Diego hasta Bakersfield, psicólogos, trabajadores sociales, enfermeras psiquiátricas y otros especialistas han unido fuerzas en una manifestación que va más allá de reivindicaciones laborales; se centra en los derechos de los pacientes y la equidad en la atención.
Kaiser Permanente, la organización de mantenimiento de salud más grande del país, atiende a 4,8 millones de miembros, pero enfrenta severas críticas por demoras en citas y recursos insuficientes para sus profesionales.
La huelga, que comenzó el 21 de octubre tras la expiración del contrato de los trabajadores, se desarrolla en un contexto de creciente incidencia de problemas como la depresión, la ansiedad y el suicidio. Según los huelguistas, estas condiciones se ven agravadas por un sistema que prioriza ganancias sobre atención.
Los empleados afirman estar sobrecargados, con tiempos insuficientes para preparar tratamientos o atender adecuadamente a los pacientes, mientras que las esperas para citas pueden superar las cuatro semanas, pese a las regulaciones estatales que exigen un máximo de 10 días hábiles.
Adriana Webb, trabajadora social médica, denunció en la revista Labor Notes que el enfoque de Kaiser equivale a una atención en línea de montaje, causando agotamiento en los terapeutas y dejando a los pacientes desatendidos. Esta situación llevó a California a multar a Kaiser con 50 millones de dólares por incumplimientos en la atención. La experiencia de los trabajadores de la región norte de California, que en 2022 lograron mejoras tras una huelga de duración indefinida, sirve como precedente para las demandas actuales en el sur.
Aunque las reivindicaciones laborales incluyen salarios y pensiones justas, la atención se centra en el acceso oportuno a servicios de salud mental. Un informe de 2022 titulado “La atención retrasada es atención negada” destacó cómo las demoras en el tratamiento pueden agravar condiciones y generar consecuencias graves para la salud. La lucha de los trabajadores refleja no solo sus propias demandas, sino también la frustración pública hacia un sistema de atención médica que prioriza ganancias exorbitantes sobre el bienestar de los pacientes.
La huelga también ha movilizado a sindicatos y organizaciones comunitarias, con acciones frente a hospitales y sedes corporativas. En una concentración en Pasadena, sindicatos como UNAC, UFCW y Unite/Here ofrecieron apoyo financiero y logístico, mientras que eventos como la distribución de alimentos y juguetes subrayaron la solidaridad. Sin embargo, estas actividades enfrentaron resistencia; en Los Ángeles, ejecutivos de recursos humanos de Kaiser intentaron impedir la distribución de alimentos a huelguistas, lo que generó indignación entre los trabajadores.
El respaldo político también ha sido significativo. Más de 60 legisladores de California firmaron cartas pidiendo a Kaiser que negocie de buena fe y acepte las propuestas razonables del sindicato. Las cancelaciones de terapias durante la huelga fueron señaladas como un problema crítico que afecta directamente a los pacientes. Mental Health America of California y la Asociación Nacional de Trabajadores Sociales también manifestaron su apoyo a los huelguistas, instando a una resolución rápida del conflicto.
Mientras Kaiser reporta ganancias de 4.100 millones de dólares en 2023 y su director ejecutivo recibió una compensación de más de 17 millones, los trabajadores cuestionan por qué un sistema tan lucrativo no invierte en mejorar condiciones laborales ni en garantizar una atención de calidad. La situación expone una contradicción entre la imagen progresista que Kaiser intenta proyectar y las prácticas corporativas que parecen priorizar las utilidades por encima de la salud pública.
Esta huelga se ha convertido en un símbolo de una lucha mayor por la equidad en la atención de salud mental. Aunque los desafíos son significativos, los trabajadores confían en que su persistencia puede generar cambios, no solo para ellos, sino para millones de pacientes que dependen de un sistema más justo y funcional.
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