Dormir mal influye en los pensamientos intrusivos: por qué

La falta de sueño afecta la capacidad del cerebro para suprimir pensamientos intrusivos, vinculando la calidad del sueño REM con la salud mental y emocional

Dormir mal influye en los pensamientos intrusivos: por qué

La apnea del sueño es una de las principales causas del mal dormir. Crédito: Shutterstock

Un estudio reciente publicado en Proceedings of the National Academy of Sciences USA (PNAS) ha arrojado nueva luz sobre cómo la falta de sueño interfiere con la capacidad del cerebro para manejar recuerdos y pensamientos no deseados.

Los hallazgos destacan los mecanismos cerebrales que fallan en estas circunstancias, ofreciendo posibles vías terapéuticas para trastornos como el estrés postraumático y la depresión.

Imagina un momento social incómodo, como derramar vino tinto en el sofá blanco recién estrenado de un amigo. Aunque la vergüenza es pasajera, la forma en que el cerebro procesa ese recuerdo puede depender significativamente del descanso nocturno.

Investigadores liderados por Scott Cairney, profesor asociado de psicología en la Universidad de York, han identificado cómo la privación de sueño afecta la capacidad del cerebro para controlar pensamientos intrusivos, especialmente aquellos asociados con experiencias negativas.

El equipo de Cairney entrenó a 85 estudiantes para asociar imágenes de rostros neutrales con escenas específicas, algunas de las cuales contenían elementos emocionalmente perturbadores como accidentes de tráfico.

Posteriormente, los participantes fueron divididos en dos grupos: uno que permaneció despierto toda la noche y otro que durmió en condiciones controladas en el laboratorio. Al día siguiente, se les pidió que recordaran o suprimieran esas asociaciones mientras sus cerebros eran monitoreados mediante imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).

Los resultados confirmaron que los participantes privados de sueño mostraron una actividad significativamente reducida en la corteza prefrontal dorsolateral derecha (rDLPFC), región encargada de suprimir los recuerdos indeseados.

Por otro lado, su hipocampo, una estructura crucial para la recuperación de recuerdos, mostraba una actividad incrementada, sugiriendo que la rDLPFC no lograba frenar los procesos de recuperación. Esto apunta a una alteración específica en las funciones ejecutivas del cerebro, más que a una disminución general de su actividad.

Qué pasa cuando dormimos bien

En el grupo que sí durmió, los investigadores encontraron una correlación positiva entre el tiempo pasado en sueño REM y la capacidad de la rDLPFC para controlar los pensamientos intrusivos. Cairney destacó que este hallazgo conecta el sueño REM con la regulación de la memoria, lo que es especialmente relevante para trastornos mentales caracterizados por pensamientos intrusivos, como la depresión y el trastorno de estrés postraumático.

Expertos independientes han mostrado interés en los hallazgos. Zara Bergström, psicóloga cognitiva de la Universidad de Kent, consideró el estudio intrigante, pero destacó la necesidad de investigaciones futuras para manipular directamente el sueño REM y confirmar su papel causal.

Por su parte, Maria Wimber, neurocientífica de la Universidad de Glasgow, afirmó que esta investigación tiene un enorme potencial para influir en terapias dirigidas a mitigar recuerdos traumáticos.

Una posible aplicación de estos descubrimientos podría ser el desarrollo de intervenciones terapéuticas que mejoren la calidad del sueño REM en personas que han sufrido traumas recientes. Estas medidas podrían prevenir la consolidación de recuerdos perturbadores, evitando la aparición de flashbacks o pensamientos intrusivos recurrentes.

Este estudio no solo abre una ventana para comprender mejor cómo funciona el cerebro en estados de privación de sueño, sino que también plantea la posibilidad de nuevas estrategias terapéuticas que integren el manejo del sueño como parte esencial de los tratamientos psicológicos.

Si bien la conexión entre el sueño REM y el control de la memoria aún requiere mayor exploración, estos resultados subrayan la importancia del descanso adecuado en el bienestar mental y emocional.

A medida que el conocimiento sobre la relación entre el sueño y los procesos cerebrales avanza, queda claro que la calidad del sueño no es un lujo, sino una necesidad crítica para mantener el equilibrio psicológico y emocional.

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