Proteger a los niños de químicos tóxicos: qué dice un nuevo informe
La exposición a químicos sin regulación afecta la salud infantil global. Expertos piden leyes estrictas para prevenir enfermedades crónicas y proteger el futuro
La salud de los niños en todo el mundo está en peligro debido a la proliferación descontrolada de sustancias químicas sintéticas y plásticos, según un informe publicado en el New England Journal of Medicine por el Consorcio para la Salud Ambiental Infantil.
Este grupo, compuesto por científicos de 17 instituciones líderes en Estados Unidos y Europa, advierte que el aumento de enfermedades crónicas infantiles está directamente relacionado con la exposición a químicos manufacturados.
El informe señala que existen aproximadamente 350,000 productos químicos, mezclas y plásticos en inventarios globales. A pesar de sus riesgos ambientales y para la salud humana, la mayoría de estas sustancias carecen de regulaciones adecuadas.
Este vacío normativo permite que los productos químicos se produzcan y comercialicen sin pruebas rigurosas de seguridad o seguimiento de sus efectos a largo plazo. Solo un 20% de estas sustancias ha sido evaluado por su toxicidad, y aún menos se han estudiado específicamente en bebés y niños.
Cómo afecta a los niños
Los autores del estudio destacan que la producción de sustancias químicas sintéticas, basada principalmente en combustibles fósiles como petróleo y gas, ha aumentado 50 veces desde 1950, con proyecciones de triplicarse nuevamente para 2050. Este crecimiento exponencial, unido a la falta de regulación efectiva, está asociado con un incremento en enfermedades crónicas no transmisibles (ENT) entre los niños.
El informe subraya que en las últimas cinco décadas:
- La incidencia de cáncer infantil ha aumentado un 35%.
- Los defectos congénitos reproductivos masculinos se han duplicado.
- Trastornos del desarrollo neurológico afectan a uno de cada seis niños, mientras que el autismo afecta a uno de cada 36.
- La prevalencia de asma pediátrico se ha triplicado.
- La obesidad infantil casi se ha cuadruplicado, acompañada por un alza en diabetes tipo 2 en jóvenes.
El doctor Philip Landrigan, epidemiólogo del Boston College y coautor del informe, advierte que la contaminación química representa uno de los mayores desafíos planetarios de la actualidad. Según Landrigan, este fenómeno no solo afecta a los niños de hoy, sino que también amenaza la capacidad reproductiva de la humanidad.
El consorcio hace un llamado urgente para adoptar un enfoque precautorio que priorice la salud infantil sobre la producción industrial. Entre las recomendaciones se encuentran:
- Requerir pruebas exhaustivas de seguridad para productos químicos antes de su comercialización.
- Implementar una “huella química”, similar a la huella de carbono, para evaluar y minimizar el impacto ambiental.
- Desarrollar productos químicos más seguros y sostenibles que reduzcan la dependencia de combustibles fósiles.
- Reformar las políticas nacionales e internacionales para gestionar de manera eficaz las sustancias químicas, incluyendo un nuevo tratado global.
Este enfoque no solo busca proteger a los niños de enfermedades, sino también prevenir daños económicos asociados con la disminución del coeficiente intelectual y los costos de salud relacionados con la exposición a estas sustancias.
El informe resalta que los fabricantes de productos químicos y plásticos deben ser responsables de garantizar la seguridad de sus productos mediante pruebas independientes antes de que entren al mercado. Además, proponen que estos fabricantes monitoreen los efectos adversos a largo plazo de sus productos, como se hace actualmente con los medicamentos recetados.
Los expertos advierten que ignorar estos problemas perpetuará un ciclo de enfermedades crónicas en la población infantil, agravando la crisis sanitaria global. Adoptar medidas regulatorias más estrictas y fomentar una producción química sostenible no es solo una prioridad de salud pública, sino una necesidad para garantizar un futuro seguro y saludable para las próximas generaciones.
El informe concluye que detener el impacto de las sustancias químicas sintéticas requiere un esfuerzo coordinado internacional. Sin acciones inmediatas, el precio que pagarán los niños y la humanidad será inconmensurable.
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